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SIMON RODRIGUEZ


Enviado por   •  12 de Octubre de 2014  •  1.317 Palabras (6 Páginas)  •  317 Visitas

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Simón Rodríguez

Simón Narciso Jesús Rodríguez, nació en Caracas – Venezuela el 28 de octubre de 1769. Pedagogo, pensador filosófico, escritor de densas obras de contenido histórico y sociológico, y conocedor a fondo de la sociedad hispanoamericana.

Fue un niño expósito, es decir, abandonado por sus padres al nacer a la caridad pública. Esto se sabe porque cuando se casó con María de los Santos Ronco en junio de 1793 se identificó como “expósito de esta feligresía”. A pesar de esto, testimonios de la época recogidos por el biógrafo Miguel Luis Amunátegui y basados seguramente en el de Andrés Bello, quien fue vecino de Rodríguez en Caracas, argumentan lo contrario diciendo que “tuvo por padre a un clérigo nombrado Carreño, cuyo apellido llevó don Simón por algún tiempo; pero que cambió después por el de Rodríguez”. Esto está en línea con las evidencias documentales más recientes que sugieren que Rodríguez, en efecto, era hijo del clérigo Alejandro Carreño (1726- 1791), músico, quien llegaría a ser maestro de capilla de la Catedral de Caracas en 1789. Y de ser así, su madre fue Rosalía Rodríguez (1743-1799 o 1800), hija de un propietario de haciendas y ganado descendiente de canarios. Su único familiar conocido es su hermano Gayetano Carreño. Su carácter nada común lo llevó a quitarse el apellido paterno, y a quedarse sólo con el de su madre (originalmente se hubiera llamado Simón Carreño Rodríguez).

Tomando en cuenta todo lo anterior y a sabiendas de que tuvo una niñez escaza de recuerdos familiares y todas aquellas diatribas ligadas a su identidad, éste logró ser uno de los más respetados filósofos y educadores de su tiempo y aún sigue siendo ejemplo para los educadores venezolanos gracias a sus grandes aportes a la educación pese a todos los intentos de borrar su legado de la memoria colectiva del pueblo.

Simón Rodríguez se caracterizará toda su vida por seguir apasionadamente su ideal de pensar y enseñar en libertad plena. Amaba la educación del pueblo porque le significaba la liberación. Su vida estuvo dominada por la pasión de las letras.

Uno de los grandes pensamientos que se podría decir usó como su bandera fue: “Educar es enseñar al hombre una industria que asegure su subsistencia y una moral que regle sus acciones con los demás”

En su escuela, Simón Rodríguez tenía 114 alumnos, de los cuales 40 estudiaban gratis. Su manera de enseñar era diferente a la tradicional: le gustaba salir con sus estudiantes por el campo, para estar más cerca de la naturaleza.

Estaba convencido de que la mejor forma de aprender era la de ponerse en contacto con el objeto de estudio. Si se trataba de estudiar la naturaleza, era necesario visitarla, tocarla, ponerse en contacto con ella, palpar la corteza de los árboles, aspirar el aroma de las flores y todo lo relacionado a aquello que querías conocer.

Es oportuno entonces hablar de Simón Bolívar puesto que Rodríguez lo orientó desde muy pequeño. Bolívar había sido un niño desafortunado ya que a los 3 años quedó huérfano de madre y a los 9 perdió a su padre. Fue entregado a la negra Hipólita a quien quiso como una madre, sin embargo, su tutoría era responsabilidad de su tío Carlos Palacios quien, entre otras cosas, debía definir quienes serían sus maestros. El maestro Simón con solo 25 años de edad quien se había formado a la luz de las ideas revolucionarias de Europa y era adepto a las teorías educativas de las tesis expuestas por Juan Jacobo Rousseau, logró la confiabilidad de educar a Bolívar.

Tras fugarse el niño Bolívar de la casa de su tutor, es enviado a casa de su maestro Simón Rodríguez quien se encargó en definitiva de su formación.

Las primeras lecciones que le dictaba, al pequeño niño; se la hacía al aire libre para enseñarle el inmenso libro de la naturaleza. Después le enseñó las ideas revolucionarias de Juan Jacobo Rousseau. Le dio a leer a Emilio, que era algo parecido a Bolívar “rico”, “de gran familia” y “huérfano” y le enseñó a leer y a escribir. Pero Además de eso, dio formación física.

Antes de que éste independizara a América, Rodríguez hace su tarea: independiza a Bolívar, lo divorcia de la realidad tradicional y lo acerca a la verdad futura; le ayuda a conseguir la perspectiva propia de un creador, a intuir su faena y a calcular las fuerzas de sus auxiliares y sus enemigos. Simón Rodríguez llama a Bolívar a ser terriblemente cuerdo entre aquellos mediocres que se autoestiman depositarios del buen juicio y de la sensatez, y a los ojos de los cuales la Independencia tenía que ser una locura singular.

De este gran maestro aprendió Bolívar a amar la libertad. Así se lo expresó el Libertador en 1824: "Usted formó mi corazón para la libertad, para la justicia, para lo grande, para lo hermoso".

Con esto dejo en claro que a el Gran Maestro enseñó a nuestro Libertador muchas cosas las cuales no se quedan nada más en el plano intelectual, pues sabemos fue una de las personas que más influencia ejerció en el ánimo, en la vida y en el futuro de este.

No puedo dejar por fuera el hecho de que además de su pasión y talento como educador, Rodríguez tenía también la inquietud de la Libertad; participó en el movimiento revolucionario de Gual y España, y complicado en esta tentativa de independencia, abandonó el país al fracasar el movimiento y se traslada a Jamaica, suplantando su nombre por el de Samuel Robinson, para evitar cualquier vengativa por parte de las autoridades del rey.

Solía decir: “No quiero parecerme a los árboles, que echan raíces en un solo lugar; sino al viento, al agua, al sol, a todas esas cosas que marchan sin cesar”.

En 1823, vuelve a Venezuela, cuando Simón Bolívar se encontraba preparando la emancipación del Perú. Al enterarse Bolívar de la llegada de su maestro lo llama a su lado y lo nombra Director e Inspector de Instrucciones Públicas y Beneficencia, y regenta la Escuela Municipal de Caracas. Y en calidad de tal, acompaña al Libertador a Chuquisaca, donde funda una escuela, acorde con sus ideas de enseñanza. Se esmera en hacer de sus alumnos albañiles, herreros, carpinteros y otros oficios manuales. Pero lamentablemente fracasa, porque los mismos padres de familia miraban con desagrado que sus hijos aprendieran tales oficios, generando esto que tuviera que cerrar la escuela.

En 1829, se retira de la docencia para así establecerse en Azángaro, sobre las riberas del Lago de Titicacas, don levanta una fábrica de Velas, que irónicamente él llamaba "De luces americanas". Pero reclamado por la población cedió a encargarse de nuevo de la Educación.

Después de la muerte del Libertador, en 1830, se traslada a Lima y luego a Huacho. En 1833, fue nombrado Director de Estudios del Departamento de Concepción, este mismo año, en Chile se entrevista con su compatriota Andrés Bello y funda una escuela de Barrio. Después de algunos años de permanencia en aquella República, pasó a la del Ecuador donde fue nombrado catedrático de Botánica y Agricultura del Colegio de Latacunga.

En 1846, regenta un Colegio en Quito y en 1847, se traslada al Sur de Colombia, entregado siempre a su pasión de enseñar. Luego se enrumba a Perú, donde muere, pobre y sin hogar a los 83 años de edad, el 23 de Febrero de 1854, en el humilde pueblecito peruano San Nicolás de Amotape. Fabricaba velas, que es hacer luz.

Sus restos fueron trasladados en 1954 al Panteón Nacional, en el centenario de su muerte.

En la actualidad se considera a Simón Rodríguez como un maestro de amplia cultura que pudo ver la necesidad de la educación como preparadora del hombre para la vida, por lo que se plantea que fue un precursor de la Educación Técnica, pues en su pensamiento pedagógico se reflejan ideas que hoy se defienden como retos de este subsistema y constituyen pilares para el desarrollo de la educación latinoamericana. ¡Grande Simón Rodríguez. Grande!

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