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San Carlos De Las 4 Fuentes


Enviado por   •  13 de Julio de 2011  •  1.627 Palabras (7 Páginas)  •  1.783 Visitas

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Conocida como "San Carlino" por sus reducidas dimensiones, se trata de la obra más representativa de Borromini y, paradójicamente, es contemporánea de la columnata de San Pedro del Vaticano, de Bernini.

San Carlos es la primera obra autónoma de Borromini y también la última en la que trabajará el arquitecto. Tenía 35 años en 1634, cuando los frailes Descalzos españoles de Roma le encargaron la construcción del convento y de la iglesia, y tuvo que superar la dificultad que comportaba lo reducido del espacio y su irregularidad. La primera fase, que incluye el convento y el claustro, concluyó el 1637. De este momento destaca, sobre todo el claustro, de reducidas dimensiones, en el que ya se manifiesta la ruptura de los esquemas tradicionales rectangulares.

En un segundo momento le fueron confiadas las obras de la iglesia, que Borromini resuelve con una planta elíptica que tiene el eje mayor dispuesto en sentido longitudinal, contrario al que dispondrá Bernini en San Andrés del Quirinal. En la planta se puede comprobar cómo Borromini la estructura a partir de una clara geometrización del espacio. Dos triángulos equiláteros unidos por la base parecen ser la génesis de la obra, aunque también lo podría ser la anamorfosis del círculo. Ambas soluciones muestran una racionalización del lenguaje barroco. La planta es elíptica, con un sentido de contracción opuesto al de expansión que busca Bernini en San Andrés. Alrededor de esta elipse se disponen diagonalmente las capillas y varios nichos; en uno de ellos se encuentra uno de los líderes de la Contrarreforma, San Carlos Borromeo, a quien se dedica el templo. Esta planta le permitía respetar la fuente del chaflán, una de las cuatro que presenta el cruce de las dos calles y que le da el pseudo nombre a la iglesia.

En su interior presenta un orden único de grandes columnas agrupadas de cuatro en cuatro con nichos y molduras continuas en los muros, que parecen reducir más el espacio y obligar al muro a flexionarse, y a parecer deformada la cúpula oval que corona este espacio interno. Esta cúpula muestra una gran decoración que quiere simular un artesonado clásico con motivos octogonales, hexagonales y en forma de cruz, que van disminuyendo a medida que confluyen en la linterna. Introduce, pues, la planta flexible y utiliza formas cóncavas y convexas que se articulan en un muro ondulante, lo que da como resultado un espacio interior dinámico. De esta manera, este conjunto de pequeñas dimensiones, al no poder ser medido ni acotado, crea una espacialidad que la hace mayor a los ojos del espectador.

La fachada del templo fue la última obra desarrollada por Borromini; iniciada el 1665, fue terminada por su sobrino Bernardo en 1682. Se trata de la forma más fragmentaria, discontinua y antimonumental de la arquitectura barroca. Está concebida como un objeto, un adorno, un relicario. Rompe la simetría del cruce de calles, esconde el cuerpo de la iglesia y parece como si se desprendiera de la pared. Con su triple flexión, con el juego de las columnas y el vaciado de los nichos, la densa ornamentación y el fraccionamiento continuo del plano, parece no tener otra finalidad que la de impulsar hacia arriba el óvalo con la imagen o reliquia que rompe la coronación del edificio y lo remata con un extraño apogeo. Está compuesta por dos pisos de tres calles cada uno. El central del primer piso, con la puerta de acceso al templo, es convexo, y los dos laterales cóncavos. En cambio, en el segundo piso, las tres calles son cóncavas. La cornisa marca el movimiento principal del conjunto cóncavo-convexo-cóncavo en la planta baja, y en el nivel superior se dibuja un movimiento cóncavo-cóncavo-cóncavo sólo roto por el gran medallón que preside toda la composición y un pequeño templete elíptico con balconaje. La misma fachada se presenta como una unidad independiente del interior del edificio con el que no guarda ninguna relación.

Cuida que su fachada se adapte a la calle, mirando de no ultrapasar los límites lineales de ésta y respetando su unidad utilizando los mismos materiales constructivos que los edificios colindantes. Lejos está, pues, de enmarcar el edificio en un marco majestuoso que resalte su nobleza y singularidad, como hacía Bernini.

Todos estos elementos (fragmentación y aislamiento de unidades, juegos de curvaturas y elementos arquitectónicas sin casi función sustentante) manifiestan la expresividad ornamental del conjunto. Por ello Borromini no tiene la necesidad de cargar las tintas con superficies doradas, con profusión de molduras de estuco o con incrustaciones de mármoles de colores. Su ornamentación se fundamenta, pues, en los elementos arquitectónicos contrastados, en la talla vigorosa de las formas, en la predilección por los perfiles afilados que refuerzan los juegos imaginativos de la luz. La arquitectura de Borromini se opone a la concepción renacentista de masas proporcionadas pero pasivas, y también a la barroca, eminentemente escultórica. La suya es una concepción orgánica y movida, según

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