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Servando Teresa De Mier


Enviado por   •  29 de Septiembre de 2014  •  2.186 Palabras (9 Páginas)  •  300 Visitas

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Servando Teresa de Mier

Servando Teresa de Mier (o según su nombre completo, José Servando Teresa de Mier y Noriega y Guerra) (Monterrey, Nuevo León, 18 de octubre de 1763- Ciudad de México, 3 de diciembre de 1827). Fue un ex fraile dominico, sacerdote liberal y escritor de numerosos tratados sobre filosofía política en el contexto de la independencia de México.

A la edad de 16 años, Teresa de Mier ingresó a la Orden de Predicadores (Dominicos) en la ciudad de México. Estudió filosofía en el Colegio Pontificio de Regina Porta Coeli, de la misma Orden, donde se ordenó sacerdote. A la edad de 27 años se doctoró en Teología por la Real y Pontificia Universidad de México.

El 12 de diciembre de 1794, durante los festejos del aniversario número 263 de la manifestación mariana de la virgen de Guadalupe, en presencia del virrey Miguel de la Grúa Talamanca, del arzobispo Alonso Nuñez de Haro y Peralta y varios miembros de la Real Audiencia de Nueva España, dijo las siguientes palabras:

"Guadalupe no está pintada en la tilma de Juan Diego sino en la capa de Santo Tomé (conocido por los indios como Quetzalcoatl) y apóstol de este reino. Mil setecientos cincuenta años antes del presente, la imagen de Nuestra señora de Guadalupe ya era muy célebre y adorada por los indios aztecas que eran cristianos, en la cima plana de esta sierra del Tenayuca, donde le erigió templo y la colocó Santo Tomé. (primer párrafo del sermón)

Yo haré ver que la historia de Guadalupe incluye y contiene la historia de la antigua Tonantzin, con su pelo y su lana, lo que no se ha advertido por estar su historia dispersa en los escritores de las antigüedades mexicanas."

Con dicho sermón pretendía demostrar que el culto guadalupano era prehispánico, al igual que el cristianismo, y por lo tanto no había motivos por los cuales agradecer a España, puesto que el imperio azteca era ya cristiano antes de 1519. Sus ideas no recibieron críticas negativas en principio; pero una semana después de haber pronunciado el sermón, el arzobispo Dr. Alonso Núñez de Haro (quién en palabras de Mier "sentía aversión por todo lo criollo") le acusó de herejía y blasfemia ante el Santo Oficio, por lo cual se le excomulgó, se le redujo a prisión, se le despojó de sus libros y fue condenado a diez años de exilio en España. Intentó disculparse, pero fue en vano lo que le ocasionó el abandono de sus familiares y amigos y después se promulgó un edicto de condena pública que fue leído en toda la Nueva España menos en Nuevo León, el obispo de ahí era amigo suyo. Tras pasar dos meses en la fortaleza de San Juan de Ulúa el 7 de junio de 1795 embarcó a Veracruz, rumbo a Cádiz.

Fray Servando intentó apelar su condena, puesto que tanto los cargos como el procedimiento fueron ilegales, al ser miembro del clero regular no podía ser sentenciado por el obispo de México (clero secular), además de que fue sentenciado sin previo juicio.

En castigo por haber pronunciado el sermón guadalupano, el arzobispo Alonso Núñez de Haro condenó a Teresa de Mier a diez años de exilio en el convento dominico de Las Caldas, actual Cantabria, España. Además, se le prohibió a perpetuidad el ejercicio de la enseñanza, la enunciación de sermones o la realización de confesiones. Igualmente, fue despojado de su grado de doctor.

Escapó del convento de Caldas rompiendo los barrotes de la celda con martillo y cincel; pero fue capturado y fue encarcelado de nueva cuenta. Esta vez fue confinado en el convento de San Francisco, en Burgos. En su nueva cárcel se le concedieron mayores libertades, por lo que pudo presentar su caso al Consejo de Indias.3

La tesis de su sermón fue revisada por teólogos de la Inquisición, quienes determinaron que no hubo blasfemia ni herejía; sin embargo las influencias ejercidas por el obispo Nuñez de Haro impidieron su absolución.4 Por lo que en 1801 se escapó y se refugió en Bayona, Francia. De Bayona pasó a Burdeos y de Burdeos a París. En esa ciudad se mantuvo trabajando como intérprete del potentado peruano José Sarea, conde de Gijón.

Junto con Simón Rodríguez, antiguo profesor de Simón Bolívar, Teresa de Mier abrió una academia en París para la enseñanza de la lengua española. Tradujo Atala de François-René de Chateaubriand. Mier también escribió una disertación contra Constantin-François de Chasseboeuf, conde de Volney. En París conoció a Lucas Alamán, en aquél entonces estudiante, futuro político fundador del partido conservador mexicano. También conoció a Alejandro de Humboldt, al duque de Montmorency y al mismo Chateaubriand. En 1802 dejó la orden dominica y se pasó al clero secular en Roma.

Cuando volvió a Madrid, fue preso por tercera vez, debido a una sátira en apoyo a la causa independentista mexicana. Fue enviado a un reformatorio en Sevilla, de donde escapó en 1804. Nuevamente fue arrestado y puesto en prisión, donde purgó una pena de tres años. Entonces, el Papa lo nombró su prelado particular, porque había convertido a dos rabinos al catolicismo.

En plena guerra entre Francia y España, Teresa de Mier, que se encontraba en Lisboa, volvió a la península como militar del cuerpo de Voluntarios de Valencia. Se presentó a numerosas batallas, entre otras a la batalla de Alcañiz, el 23 de mayo de 1809, en la que compuso unas famosas estrofas en honor a Fernando VII. Fue hecho prisionero en Belchite por los franceses, pero pudo escapar nuevamente. Se presentó ante el general Blake, quien lo recomendó a la Junta de Sevilla por sus servicios. La Regencia de Cádiz le proporcionó una pensión de tres mil pesos anuales. Se incorporó a la Sociedad de Caballeros Racionales, con sedes en Cádiz, Londres y Baltimore. Asistió a algunas sesiones de las Cortes de Cádiz y posteriormente se trasladó a Londres, donde colaboró con José María Blanco White en El Español, un periódico que apoyaba los movimientos independentistas en los dominios españoles en América.

Servando Teresa de Mier se encontraba en Cádiz durante los preparativos para la celebración de las Cortes constituyentes; cuando llegó la comisión de América, Mier vio que en ella se encontraba Lucas Alamán, un novohispano criollo con el que había entablado amistad en París -y que

posteriormente sería su encarnizado rival político -. Alamán lo invitó a unirse a la bancada americana, de esta forma Mier participó en las cortes de Cádiz.5

Otro miembro de la diputación americana era Miguel Ramos Arizpe, un criollo con el que Teresa de Mier entabló una amistad que duró hasta su muerte. Ambos con ideología liberal, Mier y Arizpe se convertirían en rivales

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