Santa Teresa
anitacase2 de Octubre de 2013
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Escuela ascética española
Ejercicios espirituales, de San Ignacio de Loyola.
Éxtasis de Santa Teresa de Bernini.
San Juan de la Cruz.
San Juan de Ávila.
Luis de Granada.
San Pedro de Alcántara.
La escuela ascética española es la escuela de ascetismo que se desarrolló a lo largo de la historia del cristianismo en España, fundamentalmente desde la Baja Edad Media y hasta el siglo XVII. La íntima relación entre ascetismo y misticismo, a pesar de su diferencia conceptual (ascética es el intento de llegar a Dios por diferentes vías, especialmente la oración y la penitencia mediante una vida austera y la privación de la satisfacción de las necesidades corporales, mientras mística es la consecución de la unión con Dios); hace que buena parte de los personajes que la componen se denominen místicos españoles y que tanto en su aspecto de corriente religiosa como en su aspecto de escuela o movimiento literario se les identifique también como mística española.
Ha habido distintas doctrinas ascéticas según la orden religiosa que la inspirara: una ascética franciscana, otra carmelitana, otra dominica, otra agustina, otra cartuja (Bernardo Fontova), otra jesuita (inaugurada por los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola), etc. Grandes ascéticos españoles han sido San Juan de Ávila, Fray Luis de Granada, Fray Francisco de Osuna, Santa Teresa de Jesús, San Juan de la Cruz, Fray Pedro Malón de Chaide, Fray Antonio de Molina, etc.
La mística literaria española cuenta con figuras señeras en los siglos de Oro (de mediados del XVI a mediados del XVII), pues desde finales del siglo XVII la mística española entró en decadencia. Previamente había destacado la figura del beato mallorquín Ramon Llull (Raimundo Lulio), cuyo Libro del amigo y el amado es el principal testimonio de la literatura mística en catalán. Ya en el periodo señalado, la literatura ascética y mística floreció sobre todo en la Corona de Castilla, representada por autores como Fray Bernardino de Laredo, Fray Francisco de Osuna, Santo Tomás de Villanueva, San Juan Bautista de la Concepción, Cristóbal de Fonseca, el beato Alonso de Orozco, o fray Juan de los Ángeles. A San Juan de Ávila se le debe tal vez el famoso soneto místico No me mueve mi Dios para quererte.
No me tienes que dar porque te quiera,
pues aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.
A Fray Luis de León, además de poesías sublimes, el tratado en prosa De los nombres de Cristo:
Consiste, pues, la perfección de las cosas en que cada uno de nosotros sea un mundo perfecto... Lo cual es avecinarse la criatura a Dios, de quien mana.1
puesto el atento oído
al son dulce, acordado,
del plectro sabiamente meneado.2
Entre la numerosísima producción de la época, tanto la crítica literaria como la bibliografía religiosa suelen señalar como las cumbres de la literatura mística española a los dos santos carmelitas: Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz.
Teresa de Cepeda, la santa abulense, además de importantes obras místicas en prosa, como Las moradas y Camino de perfección, compuso inspirados poemas aislados:
Vivo sin vivir en mí
y tan alta vida espero
que muero porque no muero.
Tema de atribución discutida, usado por Santa Teresa de Jesús y con alguna variación (y de tal manera espero) por San Juan de la Cruz.3
Quien a Dios tiene
nada le falta
solo Dios, basta.4
Juan de Yepes, el santo de Fontiveros, compuso con sus experiencias místicas el Cántico espiritual y la Noche oscura del alma, comentados por él mismo en prosa, además de otros poemas no menos importantes:
Tras
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