Tratado Guadalupe Hidalgo
David Manzanera QuiñonesResumen14 de Septiembre de 2020
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Índice
Introducción 2
Antecedentes Históricos 2
Contexto socio económico 3
Política migratoria mexicana 4
El Álamo y la pérdida de Texas 4
Guerra México – Estados Unidos 5
Primeros enfrentamientos militares 5
Invasión 6
Términos del Tratado de Guadalupe 6
Artículos del Tratado 7
Cambios en el Tratado. 9
Conclusión. 10
Referencias. 11
Introducción
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El Tratado de Guadalupe Hidalgo, firmado entre México y los Estados Unidos el 2 de Febrero 1848, al final de la Guerra de Intervención Norteamericana, estableció que México cedería casi la mitad de su territorio, que comprendía la totalidad de lo que hoy son los estados de California, Arizona, Nevada y Utah y parte de Colorado, Nuevo México y Wyoming. Como compensación, los Estados Unidos pagaría 15 millones de dólares por daños al territorio mexicano durante la guerra.[1]
Entre los aspectos más sobresalientes del tratado, se encuentran los siguientes: se estableció al Río Bravo del Norte o Río Grande como la línea divisoria entre Texas y México; estipuló la protección de los derechos civiles y de propiedad de los mexicanos que permanecieron en el nuevo territorio estadounidense. Además, Estados Unidos aceptó patrullar su lado de la frontera y los dos países aceptaron dirimir futuras disputas bajo arbitraje obligatorio. Sin embargo, cuando el senado estadounidense ratificó el tratado, eliminó el Artículo 10, el cual garantizaba la protección de las concesiones de tierras dadas a los mexicanos por los gobiernos de España y de México. También debilitó el Artículo 9, el cual garantizaba los derechos de ciudadanía de los mismos.
En las siguientes páginas haremos un análisis acerca de los antecedentes históricos de esta disputa, así como en el contexto bélico, económico y social en el que se desarrolló este documento, así como las repercusiones de este Tratado postguerra y en la actualidad.
Antecedentes Históricos
Estados Unidos y México habían pasado por una guerra para conseguir la independencia, pero el camino a partir de lograrla fue muy diferente. Los del norte empezaron pronto a expandirse y a mejorar su economía, mientras que México no terminaba de estabilizarse, con continuos enfrentamientos internos.[2]
La política de inmigración mexicana, junto con el afán expansionista de los Estados Unidos de América, son dos de las principales causas de la Guerra México Americana.
Tras la independencia de México, el país estaba profundamente desgastado tras once años de guerra intestina. La producción de productos manufacturados estaba detenida, el campo estaba en estado lamentable, la hacienda pública estaba quebrada, y las luchas por el poder no hacían más que consumir a la población en la confusión y el miedo. Paralelamente, los Estados Unidos eran un país pujante, con una industria creciente, una economía floreciente, y una población que crecía a ojos vistas. Estados Unidos acababa de adquirir los territorios de la Louisiana a Francia y las Floridas a España, pero aún soñaban con extender sus territorios hasta el pacífico, por cualquier medio que fuera necesario.
Ya desde el gobierno colonial, y aún después de la Independencia, el Gobierno de México tuvo que impulsar la colonización de los vastos territorios del norte, entre ellos las Californias, el Nuevo México y Texas, cuya población total no excedía los 50 000 ciudadanos mexicanos
El tratado de Adam Odonnis Fue el primer intento de fijar unas fronteras estables entre ambas naciones. Se firmó durante la época del virreinato, cuando el nombre era aún Nueva España.
La potencia colonial renunció a varios territorios que le pertenecían, como Oregón o Florida. La frontera quedaba fijada en el paralelo 42º, más o menos al norte de Arkansas. Texas, a pesar de las apetencias estadounidenses, se quedó en la parte española.[3]
Contexto socio económico
La situación de México a principios del s. XVIII era la propia de un país que llevaba años de conflicto interno. La economía se había visto fuertemente afectada por las guerras y el Estado estaba en la ruina.[4]
Sin embargo, en los Estados Unidos se vivía una fiebre expansionista que, tras obtener Florida y Luisiana, ponía los ojos en el Pacífico. De hecho, pronto comenzaron a instalarse colonos estadounidenses en la zona.
Un viejo objeto de deseo era Texas, muy poco poblada y que se había quedado en el México independiente.[5]
Política migratoria mexicana
Muchos historiadores señalan que la torpe política migratoria de los gobiernos de México contribuyó a que perdiera parte de su territorio. La falta de población en vastos terrenos venía ya desde la época colonial y afectaba especialmente a las Californias, Nuevo México y Texas.
Las autoridades del virreinato inauguraron una política para repoblar estas regiones, que luego fue seguida por las administraciones tras la independencia. Entre las medidas tomadas estaba atraer a extranjeros, que podían comprar la tierra a bajo costo y nacionalizarse mexicanos rápidamente.
El único requisito era que fueran católicos y que hablaran español; muchos estadounidenses se acogieron a ese plan. Solo en Texas, 300 familias recibieron una concesión para instalarse allí de una sola vez.
El resultado fue que en 1834 el número de estadounidenses en Texas superaba ampliamente al de mexicanos: 30 000 por 7.800.
El Álamo y la pérdida de Texas
Los sucesos que acabaron con la pérdida para México de Texas vienen precedidos por las manifestaciones de descontento de sus habitantes hacia el entonces presidente Antonio López de Santa Anna.
El movimiento independentista texano dio el primer paso efectivo al atrincherarse en la misión de El Álamo en 1836. Allí declararon su oposición a Santa Anna y declararon su independencia.
El ejército de México consiguió desbaratar esa intentona, pero acabó siendo vencido en la batalla de San Jacinto. Las tropas mexicanas, comandadas por el propio Santa Anna, no pudieron hacer frente a las fuerzas texanas y estadounidenses que cruzaron la frontera para apoyarlos.
Al finalizar la batalla, Santa Anna es hecho prisionero y acaba firmando los Tratados de Velasco. Aunque estos fueron rechazados por la administración del país y no reconocieron la independencia texana, lo cierto es que hasta 1845 ese territorio se gobernó autónomamente.
Guerra México – Estados Unidos
El asunto de Texas siguió enfrentando a los dos países hasta la elección como presidente estadounidense de James K. Polk en 1844. Este político había prometido en su campaña que anexionaría Texas a los Estados Unidos.
Así, en febrero del año siguiente el Congreso estadounidense aprueba que el territorio pase a ser parte del país, a pesar de las protestas mexicanas. Las relaciones diplomáticas quedaron rotas y la guerra parecía inevitable.
La última oferta estadounidense no hizo más que agravar la situación: propusieron comprar la Alta California y Nuevo México a cambio de saldar la deuda que México mantenía con los colonos llegados desde Estados Unidos. La propuesta fue rechazada.
Primeros enfrentamientos militares
A partir de ese momento todo estaba abocado al conflicto bélico. Al comienzo de 1846 los estadounidenses movilizaron sus tropas y penetraron en una zona en disputa.
De acuerdo con los escritos dejados por el general Ulysses S. Grant (estadounidense), el presidente de su país buscaba provocar la guerra con sus maniobras, pero sin parecer que ellos habían atacado primero.
Los mexicanos respondieron el 24 de abril con una emboscada a una patrulla del país vecino al norte del río Bravo. Finalmente, el 3 de mayo el ejército de México sitia el Fuerte Texas.
El 13 de mayo de ese mismo año el Congreso de los Estados Unidos declara formalmente la guerra a México. Este, a su vez, lo hace 10 días más tarde.
Invasión
Tras la declaración formal de guerra, los estadounidense penetran en México. Su intención era llegar hasta Monterrey y asegurar la zona del Pacífico. Mientras tanto en California, los colonos llegados de los Estados Unidos imitan a los texanos y declaran su independencia, aunque rápidamente pasan a formar parte del país del norte.[6]
En marzo de 1847 el puerto de Veracruz es bombardeado. Toda la invasión se lleva a cabo con suma facilidad, dada la superioridad militar sobre los mexicanos. Santa Anna se repliega y se dispone a proteger la capital.
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