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Enviado por   •  8 de Marzo de 2012  •  468 Palabras (2 Páginas)  •  308 Visitas

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México al igual que algunos países latinos ha tenido su propio proceso de industrialización, como país capitalista se encuentra inevitablemente enlazado con la economía mundial y de manera muy especial con la de Estados Unidos. No es desconocido el hecho de que la Segunda Guerra Mundial representó para México la coyuntura esperada a fin de iniciar una etapa de industrialización acelerada, “el desarrollo y la estructura actual de la industria mexicana han estado fuertemente determinados por los cambios que ha venido sufriendo el sistema capitalista internacional a partir de la crisis 1929-33, período en el que se inicia una nueva etapa en el desarrollo global del capitalismo” (Cordera y Orive 1981: 154). El gobierno mexicano en este período asumió desde el principio el papel de vanguardia de los intereses históricos de una burguesía contradictoria y débil, incapaz de realizar las transformaciones que exigía el desarrollo capitalista del país. Vía la llamada reforma agraria, la expropiación petrolera, la organización de los trabajadores en sindicatos y su integración al aparato del poder, lo que favoreció la acumulación de capital (Cordera y Orive 1981).

La industrialización para los países de América latina era como el paso necesario para crear un mecanismo primero de “desarrollo hacia dentro” con la Primera Guerra Mundial. Después a través de lo que conocemos como sustitución de importaciones, con la Segunda Guerra Mundial y en la posguerra. Se presentó entonces la necesidad de hacer coincidir las exigencias de la estructura económica con la llamada “superestructura” de la sociedad (Dos Santos 1970), diríamos en ajustar las formas de trabajo, con las formas de vida. Fue durante los años veinte que en México se empezaron a hacer algunas grandes fortunas, sobre todo en el marco de la reconstrucción económica y de las reformas del gobierno callista , de las viejas fortunas porfirianas casi no quedó ninguna. Para 1967 la mayoría de las fortunas eran nuevas, mismas que empezaron a formarse en 1939, aunque concentradas en el Distrito Federal incluía otros estados entre ellos Puebla y Veracruz como los más cercanos a Tlaxcala (Aguilar 1988).

La aparición de esta nueva clase, requería también establecer vínculos con el partido político en el poder que les permitiera asegurar su futuro, lo que le faculta afirmar a Alonso Aguilar (1998) (con información reunida por otros autores), que muchos de los nuevos ricos de esa época “están en el PRI y prácticamente todos están con el PRI” (Aguilar, 1988: 76). Estar ligados al gobierno y al partido oficial les permitía obtener favores que los hacía cada vez más poderosos políticamente. No obstante este pequeño grupo de capitalistas empezaba a estrechar relaciones con consorcios del exterior y prefería el extranjero en educación para sus hijos, al igual que para compra de enseres, ropa, viajes, consumo cultural, diversión en

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