Aleph: Universo narcótico tras la muerte. Reseña Literaria.
CharlyMVReseña24 de Enero de 2016
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Reseña literaria
El universo narcótico escondido tras la muerte
¿Qué es todo lo que puede venir después de la muerte de un ser querido? ¿Y cómo afrontamos dicho suceso? Es lo que me hizo preguntarme a mí mismo el escritor argentino Jorge Luis Borges con su texto “El Aleph”. En cuya explicación (al final del cuento), Borges nos inquiere que se trata de algo infinito por lo que se extiende al universo y por consecuencia a la totalidad. Esto lo respalda con referencias matemáticas e históricas intentando atraer al lector después de una divagación a causa tras leer la profunda descripción del Aleph del sótano. En dicha descripción y tras el trasfondo del narrador y de Carlos Argentino, podemos caer en conclusión de que el Aleph lo es todo, al mismo tiempo que no lo es, es decir, es único y exclusivo. “Un falso Aleph”, menciona Borges en una detallada descripción que contradice dicha afirmación.
El Aleph comienza con una frase que nos indica la muerte de una mujer llamada Beatriz. Tras esto, Borges nos da una explicación de lo que hizo después de la pérdida de dicha mujer y su compromiso con Carlos Argentino (Primo de Beatriz). Borges, quizá en añoranza, visitaba frecuentemente la casa de Beatriz. En cierto tiempo, el poeta Carlos telefonea al narrador, quien expresa una especie de disgusto por la llamada, menciona un desprecio al teléfono que antes le había producido la voz de la mujer fallecida.
Borges y Carlos se reúnen y comienzan a analizar poemas y textos de una manera extravagante, que es como define a Carlos, haciéndonos entender que en realidad no es un buen poeta y que su trabajo no es apreciable por su poesía, directamente, sino por su manera de vender la poesía. Su labia extravagante que había hecho hacer pasar su poesía por una poesía extravagante, refiriéndonos ahora como buenos poemas. Menciona: “… el trabajo del poeta no estaba en la poesía; estaba en la invención de razones para que la poesía fuera admirable”. Después viene a conversación “El Aleph”. Uno de los requisitos que Carlos exigía para que Borges pudiese apreciar “el universo” era tomar una especie de veneno. Borges lo ingirió.
Podemos dividir el cuento en tres partes. La primera, que más que nada es una serie de pensamientos y acciones al azar. En una primera lectura lo único que podríamos rescatar es: “incoherencia”. Podríamos definir esta parte como “Relleno indispensable”. A lo que viene la segunda parte, el momento en que observa el Aleph. Esta parte ya resulta más atractiva y digerible para el lector, incluso Borges hace un parte aguas diciendo: “Arribo, ahora, al inefable centro de mi relato; empieza, aquí, mi desesperación de escritor.” A partir de este momento comienza una narración descriptiva muy amigable, pudiendo así llamar a esta segunda parte: “El cuento real”. Viene la tercera parte, a la que me atrevo a denominar “Relleno concluyente”, pues se trata de una conclusión que recae en una lectura un poco más pesada e incoherente, además informativa, dando referencias del significado universal de “Aleph”.
Siendo El Aleph el texto más popular de Borges, ¿Por qué el jugo del fruto está rodeado de capas innecesarias, que realmente son necesarias? Las primeras partes, “Relleno indispensable” y “Relleno concluyente” respaldan la interpretación que capté del cuento. Borges comienza diciendo que Beatriz ha muerto, jamás nos menciona la relación que tuvo con la mujer, pero por la manera en que la describe nos damos cuenta que ella era importante para él. Después viene el primo, que es un poeta no bueno que ha vendido su poesía como buena debido a su manera de exponer la poesía. Pero no tenemos referencia previa a la muerte de Beatriz del poeta. Teniendo pláticas y comentarios incoherentes que nos llevan a la segunda parte del cuento, El Aleph. Borges tiene la necesidad de drogarse para poder apreciar el Aleph, al principio no lo ve y cree que Carlos Argentino quería matarlo, pero pasan unos segundos y hace una referencia indirecta a que la droga surtió efecto: “Cerré los ojos, los abrí. Entonces vi el Aleph.”, describiendo a la esfera como algo de un fulgor eterno y prácticamente pequeño donde cabía todo el universo en su forma y tamaño original, en donde podía apreciar todo sin barreras de tiempo ni espacio. No obstante jamás nos hace mención de haber visto algo desconocido, describe algo en su periplo que nos indica, es un recuerdo, todo lo es, pero esto lo especificó: “…las mismas baldosas que hace treinta años vi…”. Con todo esto, la interpretación que doy a El Aleph, como universo, es una especie de catarsis, un encuentro de lucidez que tienes contigo mismo bajo el influjo de un narcótico, argumento que respalda un verso del poema de Carlos Argentino: “pero el voyage que narro, es... autour de ma chambre”, que al traducirlo del francés: “Pero el viaje que narro, es… alrededor de mi habitación”. Los diálogos del poeta y teniendo en cuenta que encontró el Aleph ya desde hace tiempo y era un secreto que guardaba hasta confiárselo a Borges, me dan a entender que se trata de un drogadicto ofreciendo una ayuda alternativa a un conocido que sufrió una pérdida común de un ser querido.
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