Aura
immanuel7777Resumen1 de Junio de 2014
896 Palabras (4 Páginas)223 Visitas
Aura es una novela en la cual podemos entrar a un mundo misterioso.
En la novela, por pertenecer al género literario: realismo mágico, podemos notar que el autor de este, utiliza muchas formas de expresarnos este texto; la historia relata a Felipe Montero, un historiador que lee un anuncio de trabajo, pero, al mismo tiempo nos incluye en la historia cuando habla en segunda persona.
En el momento en el que el protagonista de esta historia entra en contacto con Consuelo y Aura, todo ha cambiado y ha entrado otro mundo, desconocido para él y nos damos cuenta, por como lo describe.
Su acción breve y esquemática, desarrolla de forma clara el proceso de “conocimientos-iniciación” que experimenta Felipe Montero en la casa de la vieja Consuelo, tras el cual el personaje alcanza la trascendencia del tiempo y de la muerte.
Ya en la primera página se adule directamente al título “el llamado”, reflejado en el anuncio que lee el protagonista:
Se necesita historiador joven… Conocedor de la lengua francesa… Juventud, conocimiento del francés, preferible si ha vivido en Francia algún tiempo…
Felipe reconoce que en él sólo falta su nombre:
Parce dirigido a ti, a nadie mas… Sólo falta que las letras más negras y llamativas del aviso informen: Felipe Montero (Aura, p. 11)
Este anuncio funciona a modo de “llamada mágica” que moviliza al personaje hacia la “aventura” posterior, cuyo primer paso será el viaje.
En Aura ésta instancia se manifiesta en el recorrido que efectúa el protagonista hasta la casa de la señora consuelo. El destino es un lugar en el “centro” de la ciudad, donde se halla la mansión, que aparece así caracterizada desde el primer momento con el símbolo propio del “templo” o “zona sagrada”.
El viaje de Montero adquiere así las características de un desplazamiento desde un “mundo profano” a un “mundo sagrado” donde, como se verá, le esperan al personaje las fuerzas desconocidas a las que tendrá que enfrentarse en la siguiente etapa.
Tras su llegada a la casa se remarca especialmente el momento de el cruce del umbral, en cuyo pomo se erige la efigie del “perro guardián”:
Tocas en vano con esa manija, esa cabeza de perro en cobre, gastada, sin relieves: semejante a la cabeza de un feto canino en los museos de ciencias naturales. Imaginas que el perro te sonríe y sueltas su contacto helado. La puerta cede al empuje levísimo, de tus dedos, y antes de entrar miras por última vez sobre tu hombro… Tras, inútilmente de retener una sola imagen de ese mundo exterior indiferenciado. (Aura. Pp. 13-14)
Al pasar la puerta, Felipe montero se halla en un mundo distinto, dominado por la oscuridad, y donde sus sentidos “objetivos” le son insuficientes para guiarse. Aquí sucederán las experiencias iniciáticas de la segunda parte. Atrás ha quedado la existencia cotidiana del el, descrita en las dos primeras páginas de la novela como una vida rutinaria y sin alicientes, que viene a representar el “mundo profano” que el héroe ha de abandonar en su aventura como primer paso en su “camino de iniciación”.
Una vez que el protagonista ha accedido al lugar sagrado, se actualiza en la novela el nuevo título “el viaje”, que adopta en este caso la forma de un proceso de “descubrimiento” paulatino que desemboca en el “conocimiento” final, convirtiéndose así en el estructurador general de esta segunda parte.
Durante su estancia en la mansión, Felipe concederá en primer lugar a los personajes, Aura y Consuelo, que se le presentan rodeados de un cierto “halo mágico” (pp. 14 a 20). Poco a poco irá descubriendo los distintos muebles y objetos del lugar:
Empujas esa puerta – ya no esperas que alguna se cierre propiamente;
...