Benjamín Coriat. El Taller Y El Cronómetro (extractos /1). Protocolo

Benjamín Coriat, profesor de la Universidad de París XIII, reconocido por libros que se han vuelto clásicos en la lectura administrativa como, El Taller y El Robot (1976), El taller y el cronómetro (1989) y Pensar al revés. Economista Francés nacido en 1948 en Rabat, Marruecos.

En su libro “El taller y el cronómetro” Coriat busca hacer una muestra de cómo se recibió la llegada del taller y el cronómetro a la clase obrera, que repercusiones trajo sobre estos y cuál era el principal objetivo con esta introducción. Divide su exposición en dos partes:

En la primera hace un bosquejo de la manufactura y el oficio que se manejaba en Estados Unidos un poco antes de la llegada de Taylor; la base fundamental desde la que comienzan los fabricantes a buscar “soluciones” es la de que es indiscutible que el obrero es necesario para que exista una producción o mejor el obrero de oficio se hace la figura necesaria para la manufactura.

Durante muchos años la manufactura fue inestable y débil pues para obtener la mano de obra y no solo eso, sino a obreros especializados debían desplazarse los fabricantes y en muchas ocasiones construirles lugares cercanos a sus viviendas, para poder acceder a ellos con mayor facilidad y esto era más que obligatorio pues sabían que el obrero y su oficio eran una fuente de la que el capital debía alimentarse; debido a esto se presentan muchas situaciones como la de querer acumular a estos obreros y no dejarlos ir, así las condiciones monetarias no fueran la necesarias para el sostenimiento de ellos y de la riqueza misma.

Este reconocimiento que se le da al oficio como condición de la industria viene de todas las partes asociadas a el desarrollo de capitales y aquellos obreros que conocían de su oficio eran conscientes del tesoro que tienen por lo que se niegan a compartirlo y menos con lo extranjeros pues Estados Unidos comienza a recibir personas de otras naciones, además que es este país uno de los más afectados por la falta de suficientes obreros de oficio e incluso de los obreros a secas.

Es ahí donde el oficio se comienza a ver como un obstáculo para la acumulación del capital, pero al mismo tiempo lo empresarios empiezan a observar personas asentadas en colonias con altos deseos de trabajar y a los que se le pudiera pagar menos.

Los obreros que buscan guardar y atesorar sus secretos construyen la organización obrera que en Estados Unidos es por excelencia la AFL (American federation of labor) donde se agrupan varias profesiones, es decir, obreros con oficios especializados, pues la mano de obra no especializada no puede hacer parte de esta asociación.

La AFL tiene como función primordial la de subcontratistas, buscando garantizar el aprovisionamiento de la fuerza de trabajo a cambio de una tarifa sindical respetada por los fabricantes, sus negociaciones giran en torno al sello: que se daba si las tarifas eran respetadas y los trabajadores contratados hacían parte de esta asociación, pues en caso contrario era rechazado. Esto permitió grandes campañas de boicot por parte de los obreros que llevaron a comerciantes a la quiebra.

El capital detenido en su desarrollo por el oficio y por el obrero que lo atesoraba busca varias salidas hacia su crecimiento y más hacia su acumulación, por lo que introducen a las maquinas, a los niños y a los destajistas, prácticas con las que no consiguieron obtener su objetivo, puesto que, en primer lugar la máquina concebida desde un principio como herramienta para aplacar “las líneas de resistencia levantadas por el oficio”, atacar la insubordinación y la indisciplina existente, que en resumen, con la máquina simplemente intentan

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