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Cerdo Capitalista


Enviado por   •  18 de Marzo de 2014  •  1.218 Palabras (5 Páginas)  •  364 Visitas

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¿Ahorro o gasto con descuento? No te engañes

Si hay algo que los gastalones aman de manera sobrehumana son las ofertas, por la simple razón de que mientras le dan rienda suelta a su ímpetu firmador, ¡hasta creen que están ahorrando! En el 99.99% de los casos, no es así. Tengo un amigo periodista en sus treintas (más bien pegándole a sus cuarentas) que cada vez que sale con alguien a comer cerca de una tienda o centro comercial, acaba comprando algo. Le pasa especialmente con Mael, quien es el amigo por el cual nos conocemos. Una vez se les “atravesaron” unas botas Dr. Martens —como las que usaba Gloria Trevi en los noventa— que tenían descuento, pero aún así le andaban pegando a los $1 000… la moda, en fin. La siguiente ocasión fueron a una boutique alternativa de la colonia Condesa y como vio unos Nike extravagantes al 2 × 1 y medio, ¡se los tuvo que comprar!… La última vez que lo vi — sólo unas semanas después de los otros encuentros— traía en la mano una bolsa con unas bocinitas que costaron $189, y mientras esperábamos que nos sirvieran el café encontró un disco “buenisísimo”, era un tributo a Led Zeppelin, que compró porque “costaba menos de $100”.

Total que este hombre se pregunta por qué nunca tiene dinero. Pero, ¿cómo va a tener un peso si nomás ve la palabra descuento o el anuncio de “sólo $99.99” en un objeto y decide que es un gran ahorro y lo compra? Es así de sencillo: si no habías pensado comprarlo antes de verlo, al adquirirlo no estás ahorrando, si acaso estás gastando con descuento. Éste es el mismito principio de las ventas nocturnas, las baratas y “aprovechar los meses sin intereses” a la menor provocación: los ahorros sólo son ahorros cuando tenías una compra planeada y esperas a que la rebajen para hacerla, no cuando algo se te aparece con una de esas infames etiquetas de “-10%” o “3 × 2” y no puedes dejar pasar la oportunidad… de gastar de más. Si las baratas realmente funcionaran y fueran un ahorro, la gente que es adicta a ellas tendría una cuenta bancaria de seis ceros. Normalmente no es así, es más, a veces no existe tal cosa en su vocabulario. Si quieres gastar hazlo sin maquillarlo como un ahorro, porque al final es un autoengaño y luego no nos explicamos adónde fue a parar el dinero. O dejamos de gastar o nos declaramos ser gastalones confesos y no de clóset disfrazados de ahorrativos.

Asociaciones “libres”

¿Si vas al cine siempre tienes que comprar palomitas, así vengas de comer? ¿Después del antro los tacos son obligados? ¿Si te vas de vacaciones vas a comprar nuevo traje de baño (aunque ya tengas ocho)? ¿Es de ley el paso por el duty free? ¿Cuántos de estos hábitos mantenemos porque en la cabeza tenemos el letrero de “junto-con-pegado” y no porque lo deseemos? Seguramente, si reflexionas sobre las cosas en las que gastas “en automático”, porque vienen en el paquete, encontrarías una buena cantidad de ahorros.

“Porque me lo merezco” y otras formas de pseudo terapia financiera

¡Ah, qué mal hábito ese de traer cargando la palma del martirio todos los días y luego desquitarnos con la cartera! Sí: “Me voy a comprar ese equipo de sonido de $20 000 porque he trabajado tanto este año que me lo merezco”, “me voy a echar una juergototota en la cantina y voy a invitar a todos, porque toda la semana estuve saliendo

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