Cómo "Romance De Abenámar" Ejemplifica El Romanticismo

El movimiento romántico plasmó una variedad de emociones e ideas concentradas en los temas de nacionalismo, el “yo,” y el amor frustrado. Quizás la mejor representación de este movimiento es el poema “Romance de Abenámar” de poeta anónimo. La estructura basada en el diálogo, en combinación con su foco en el rey como fuente de nacionalismo y la metáfora de Granada y la mujer como fuente de amor frustrado, evidencia el poema ser ejemplo ideal del movimiento romántico.

Ambas la falta de estrofas en este poema y su estructura simple revelan su raíz como poema oral y demuestran su estilo romántico. Porque el movimiento romántico sucedió antes de la alfabetización generalizada, la mayoría de sus poemas fueron contados oralmente y luego transcritos. Por eso, el poeta original era a menudo anónimo. Este poema muestra esta progresión; utiliza el diálogo como recurso estructural para organizar el poema y separar las dos partes distintos: la del rey conversando con Abenámar y la del rey conversando con la mujer llamada “Granada.” Además, hay otras técnicas literarias que ayuda con su memorización. Primero, consiste en cuarenta y seis versos octosílabos, una estructura típico al Romanticismo. Segundo, tiene un esquema de rima asonante la cual funciona como resultado del imperfecto en los versos impares. Esta esquema sencilla habría ayudada a los hablantes iniciales del poema para recordarlo. Pero el poema no sólo exhibe sus rasgos estructurales románticos, sino también exhibe otras características propias del romanticismo.

La selección del rey como personaje principal expone el nacionalismo y pone énfasis en el “yo,” demostrando una vez más la base del poema en el romanticismo. Las connotaciones asociadas con un rey son conocidas: el poder, la ambición, la esperanza de ampliar su reino. El rey es el figurón del reino, el ejemplo perfecto del nacionalismo. Es más, el nacionalismo, y el idea similar del “yo,” son rasgos propios al romanticismo. La única pregunta del poema—la cual es destacada por ser la única—tiene que ver con el nacionalismo y la ambición del rey. “¿Qué castillos son aquéllos?” él inquiere, “¡Altos son y relucían!” (23-24). Es claro que el rey desee los castillos, pero para enfatizarlo el poeta emplea un cambio de conversación, una utilización del diálogo para mostrar importancia. En vez de Abenámar, el rey empieza a hablar con “Granada,” una mujer metafórica quien ilustra las similitudes entre el nacionalismo—o sea, el amor patrio—y el amor entre hombre y mujer. De hecho, el rey le pide, “Si tú quisieras, Granada, contigo me casaría,” revelando a la vez su nacionalismo y su amor para la mujer (39-40). Aunque él la quiere, el estatus de este amor prueba aún más el estilo romántico del poema.

La metáfora principal del poema—es decir, la comparación entre Granada y la mujer—es un ejemplo perfecto

...