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EL MIO CID, EL CAMPEADOR


Enviado por   •  28 de Mayo de 2014  •  455 Palabras (2 Páginas)  •  329 Visitas

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Rodrigo Días de Vivar, el campeador, es prototipo de vasallo fiel y sumiso a la voluntad del rey. Al mismo tiempo, es un hombre enmarcado en el ambiente familiar, político y social de su época. Es un héroe equilibrado y sereno, grave y reposado, profundamente religioso, guerrero aventajado y excepcional sin salirse nunca de la medida humana.

El Cid como personaje histórico

Rodrigo Díaz nació en Vivar, pequeña aldea situada a 7 kilómetros de la ciudad de Burgos en 1043. Hijo de diego Laínez, noble caballero de la corte castellana y de una hija de Rodrigo Álvarez. Se trata de una figura histórica y legendaria de la Reconquista, cuya vida inspiró el más importante cantar de gesta de la literatura española, el Cantar de mío Cid. Ha pasado a la posteridad como el Campeador o el Cid.

Valores y sentimientos del personaje principal

El Cid, fue un personaje histórico y se ha convertido en un verdadero mito nacional. Durante la Baja Edad Media, fue el modelo de todo caballero cristiano en su época, fue un personaje virtuoso y creyente de piedad religiosa, pues poseía en su ser una gran caridad cristiana. Tenía un amor inmenso por su esposa y sus hijas, y lo demuestra haciendo lo imposible por reparar la deshonra que sufren sus hijas a manos de los infantes de Carrión y luego volver a casarlas con los infantes de Navarra y Aragón, ya que quiere lo mejor para ellas.

Como guerrero, fue el más brillante de una sociedad guerrera, cuyas hazañas tienen lugar en un momento crítico de la historia medieval, y muy popular por sus proezas militares. Como guerrero lleva a cabo las mayores hazañas, pues era muy inteligente, y mostraba mucha confianza y fortaleza al batallar junto a sus seguidores, fueran muchos o pocos.

Sin embargo, lo más importante fueron sus cualidades humanas: la lealtad hacia su patria y hacia el rey Alfonso, pese al castigo que este le impuso, y el extraordinario sentido de deber y honor, que lo lleva a aceptar su destierro como consecuencia de su responsabilidad moral, ya que como hombre de corte vela por el cumplimiento exacto de las normas jurídicas de su tiempo, y que al mismo tiempo hace que surja en él el deseo de recuperar su honor y la confianza del rey a toda costa. Su forma de ser y de actuar, hizo que el pueblo se apropiara de su imagen y proyectara sobre ella todas las cualidades que debía tener un caballero, convirtiéndolo en un modelo a imitar, cuya grandeza crecería más y más con el correr del tiempo.

Para sintetizar, el Cid fue un héroe equilibrado y sereno, fiel justo y valiente, profundamente religioso, un guerrero aventajado, inteligente y excepcional, sin salirse nunca de la medida humana.

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