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El Principe


Enviado por   •  31 de Mayo de 2012  •  852 Palabras (4 Páginas)  •  318 Visitas

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El príncipe

Para conocer bien la naturaleza de los pueblos hay que ser príncipe, y para conocer bien la de los príncipes hay que pertenecer al pueblo. Acoja Vuestra Magnificencia esta pequeña ofrenda con el mismo ánimo con que yo la envío, pues si la lee y medita con atención descubrirá en ella un vivísimo deseo mío: el de que Vuestra Magnificencia llegue a la grandeza que el destino y sus virtudes le auguran.

De las distintas clases de principados y de la forma en que se adquieren: Todos los estados, todos los dominios que han ejercido y ejercen soberanía sobre los hombres, han sido y son republicas o principados. Los principados son hereditarios. Los nuevos, o son del todo como lo fue Milán bajo Francesco Sforza o son miembros agregados al Estado hereditario del príncipe que los adquiere. Los dominios así adquiridos están acostumbrados a vivir bajo un príncipe o a ser libres.

De los principados hereditarios: Es más fácil conservar un Estado hereditario, acostumbrado a una dinastía, que uno nuevo, ya que basta con no alterar el orden establecido por los príncipes anteriores y adaptarse a los acontecimientos después con los cambios que pueden producirse. Tenemos un ejemplo en Italia, el duque de Ferrara no pudo resistir los asaltos de los venecianos en 1484, ni los del papa en 1510. Porque el príncipe natural tiene motivos y menos necesidad de causar agravios: de donde es lógico que sea más amado a menos de que vicios excesivos le traigan el odio.

De los principados mixtos: Las dificultades existen en los principados nuevos. Y si no es nuevo del todo sino como miembro agregado a un conjunto anterior, origina un principado que podríamos llamar mixto. Los problemas nacen en un principio, consiste en que los hombres cambian con gusto de señor con la esperanza de mejorar y los impulsa a tomar armas contra él, pues luego la experiencia les enseña que han empeorado. Esto resulta que el príncipe se vea obligado a agraviar a sus nuevos súbditos, de modo que tienes por enemigos a todos los que has ofendido al ocupar el principado y no puedes conservar como amigos a los que te han ayudado a conquistarlo. Por estas razones Luis XII perdió Milán con la misma rapidez que la había ocupado. Los territorios rebelados se pierden con más dificultad cuando se conquistan por segunda vez. El que adquiere territorios nuevos si desea conservarlos debe de respetar dos principios: primero, que la descendencia del anterior príncipe desaparezca; después que ni sus leyes ni sus tributos (costumbres, ventajas que gozaban) sean alterados.

Cuando se adquieren estados en una provincia con idioma, costumbres y organización diferentes surgen las dificultades, es preciso tener gran fortuna y mucha habilidad para conservarlos, uno de los mejores y más eficaces remedios sería que la persona que los adquiera fuese a vivir en ellos,

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