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El francotirador paciente

SlimShady3Resumen31 de Diciembre de 2021

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En la ciudad. 1990

La obra comienza describiendo a dos adolescentes, uno de ellos más alto que el otro, que habían quedado una oscura noche para desempeñar su hobbie favorito, tachar firmas de otros artistas callejeros empleando sus aerosoles. Solían hacerlo juntos, con el objetivo de pisarle el tag a algún grafitero más consagrado, bajo la firma de AKTJ: Adivina Kién Te Jode.

Aquel día terminaron en una oscura calle en donde era otro el que había llegado primero y se dedicaba a dejar su firma en aquel mural. Aquel hombre iba encapuchado, y ya estaba terminando cuando los adolescentes llegaron. En cuanto puso fin a su placa pintando una especie de círculo visor de un mira de rifle en el punto de la “i”, cogió la mochila que había apoyado en el suelo y desapareció rápidamente calle abajo.

Ahí fue cuando los jóvenes se acercaron a la pared donde había pintado aquel misterioso hombre, y el menor de los dos se dispuso a coger el bote de pintura negro para tachar aquel círculo blanco, pero el alto sujetó su brazo y prefirió contemplar aquel grafiti por un instante.

Finalmente, su compañero apretó la boquilla del bote y escribió su firma sobre la mira telescópica de la palabra “Sniper”.

Capítulo 1: Las ratas no bailan claqué.

En este capítulo, el libro presenta a Alejandra Varela, más bien conocida como Lex. Todo comienza cuando Mauricio Bosque, propietario de Birnam Wood, le ofrece un trabajo para ella que le ayudaría a preparar su libro sobre el famoso grafitero Sniper, cuyo nombre real es desconocido por todos.

Al principio Lex se muestra reacia y desinteresada por el trabajo, pues considera que es misión imposible dar con él y el trabajo no llegará a nada. Pero tras una larga conversación con Mauricio donde este le convence de la obra y de lo fructuosa que podría ser en el futuro, ella decide pensárselo y darle una respuesta en otro momento.

En dicha conversación salió el tema de que el hijo de uno de los “rivales” de Mauricio, Lorenzo Biscarrués, había fallecido esa madrugada tras resbalarse en el tejado de la fundación de su padre, tratando de pintar un grafiti en uno de los spots de dicho tejado para dejar escrito su firma: “holden”.

Cuando terminó de hablar con él, dio con un grafitero bastante próximo a Daniel Biscarrués, el joven fallecido. Este, que se hacía llamar SO4, le comentó que eran compañeros desde hacía tiempo y que la razón por la cual Daniel había subido al tejado de la fundación de su padre para dejar su firma a la vista de todos había sido idea de ese tal Sniper, algo así como una actuación convocada por él. Sniper simplemente daba la idea, se corría la voz y el grafitero más intrépido intentaba efectuarlo. Pero esa actuación tenía sus riesgos, y así fue en el caso de Daniel.

SO4 afirmó que su compañero quiso ir solo y es por ello por que él desconoce la causa real de su muerte, aunque supone que fue por un resbalón.

Estuvieron un buen rato charlando acerca de la identidad y el paradero de Sniper, pero Lex no consiguió sacar ninguna pista de ello. Este también le habló acerca de los inicios del artista, cuando comenzó pintando en vagones de tren, o colocando obras suyas en el interior de museos. Cuando se fue haciendo conocido en este mundillo, la concejal de Cultura de Madrid le invitó públicamente a intervenir en una exposición oficial de pintura al aire libre, pero la respuesta de Sniper fue la siguiente: durante cinco noches consecutivas, se dedicó a tachar todas las paredes que contenían piezas suyas, sumado al bombardeo de pedestales de monumentos de la ciudad y, para terminar, el autobús turístico del Ayuntamiento amaneció ese día con la diana de rifle pintada y dos frases en sus laterales que decían: “Si es legal, no es grafiti” y “Las ratas no bailan claqué”.

Después de hablar con SO4, Lex regresó a su casa y comenzó por agrupar información de diversa procedencia sobre el artista en cuestión. También encontró en otra carpeta su tesis para el doctorado en Historia del Arte por la Complutense de Madrid sobre el grafiti. Después de un rato leyéndola para refrescarse la memoria, encontró por el pasillo de su casa unas fotos con una antigua amiga, Lita, con la que compartió buenos momentos y pintadas en vagones años atrás. Recordó todos esos momentos juntas y, cuando dieron las once de la noche, cogió su teléfono y llamó a Mauricio para decirle que aceptaba el trabajo.

Capítulo 2: Si es legal, no es grafiti.

Días más tarde, Lex se pasó a visitar a un antiguo amigo suyo, el inspector jefe de la policía Luis Pachón, a su despacho.

En el interior del mismo se encuentra una de las paredes pintada al completo con un inmenso grafiti que la cubre de arriba abajo. Pachón le cuenta que ese mismo dibujo fue realizado por un grafitero que fue pillado in fraganti delinquiendo en un vagón de tren, y que a cambio de eso le dejaría salir libre.

Después de aquella anécdota, Lex introdujo rápidamente el tema de Sniper en la conversación para llevársela ya a su terreno. Pachón le comentó que no tiene idea de donde puede estar escondido y que es un caso muy complicado de tratar pues no se sabe siquiera su identidad. Esto se debe a que en todos sus años en las calles nunca se le atrapó, tampoco cuando era más “novato”.

Además, según Pachón, la policía no está detrás de él por el mero hecho de que jurídicamente no comete ningún delito cuando “organiza” esas ideas, entre las cuáles estaba la del hijo de Biscarrués, y ni siquiera se presenta físicamente allí con el resto. Lo único que pueden saber es que él tiene la iniciativa, pero no pueden probarlo.

Por último, como él tenía unos amigos en Lisboa, ciudad donde cabe la posibilidad de que estuviera escondido, Pachón le dio el contacto a Lex para que ella pudiera mover hilos allí.

Minutos más tarde, la ayudante del inspector le trajo un álbum de fotos, para refrescarle la memoria y ayudarle a recoger información de Sniper. Uno de los detalles más curiosos fue que él inventó el “palancazo”, una técnica que consistía en encontrarse en el interior del tren, y cuando este pasaba justamente por el lugar donde estaban sus amigos coger la palanca de emergencia, golpear el cristal para frenar el tren y pintarrajearlo de arriba abajo junto al resto.

Como es evidente, no siempre actuaba en solitario, sino que en muchas ocasiones iba acompañado de un amigo cuya firma es Topo75. Este si fue identificado y se sabe que se alejó de la ilegalidad años atrás. Nunca tuvo tanto éxito ni estilo como tiene Sniper, y es por ello que ahora tiene una tienda de aerosoles, rotuladores, camisetas, etc.

Lex no terminó del todo satisfecha con la conversación con Pachón, pues sentía que no le había contado la verdad absoluta, y que sabía más de lo que aparentaba sobre el grafitero.

Al día siguiente, Alejandra se dirigió hacia la tienda señalada el día anterior por Pachón en busca de Topo75, para continuar con la recogida de pistas y posterior búsqueda de Sniper. Topo se encontraba, como de costumbre, en su tienda, llamada Radikal.

Este le hizo a Lex un breve resumen de la época en la que se movían juntos, y numerosas anécdotas que había vivido de aquella. Ella le hizo preguntas varias sobre identidad, fotos o detalles sobre él con la excusa de que quería hacer el libro y él también aparecería en caso de encontrarle, pero ni con esas consiguió sacar información de esa índole, pues según sus amigos Sniper nunca se dejaba hacerse fotos y su identidad no la desvelaría ninguno de ellos para no traicionar los códigos que tenían.

Le contó que con el paso de los años se fueron distanciando, y eso fue mayormente provocado por el cambio de actitud del grafitero a costa de ciertos viajes que realizó entonces. Topo añadió que se volvió más agresivo, pero igualmente siempre lo admiró y reconoce su habilidad y estilo.

En cuanto a si sigue una ideología o no, él dijo que no sabría si llamarlo así, aunque cabe esa posibilidad porque nunca abandonó el grafiti agresivo ni su manera de pensar y actuar.

La única razón por la que Topo le guardaba rencor a Sniper es porque él piensa que más que un escritor de grafiti, era un paracaidista en las calles, y dio con el grafiti como podría haber dado con una pistola cargada.

Además, sospecha que la honradez y el desinterés por el dinero y reconocimiento terminará por acabarse en un tiempo, así como el grafitero Banksy hizo, organizando una subasta de todas sus obras y hacerse cobrar una millonada.

Capítulo 3: Los grafiteros ciegos.

En su viaje a Lisboa, Lex se dirigió a la Casa dos Bicos junto con el contacto de Pachón en la ciudad.

Lo primero que comentó este sujeto fue que, tras el bombardeo de Lisboa por parte de Sniper y el resto de “secuaces”, y que los costos derivados del estropicio se acercaron al medio millón de euros.

Este le comentó que el Ayuntamiento y el Departamento de Conservación del Patrimonio hizo todo lo posible allí para contentar a los escritores de paredes y así aminorar vandalismos. Los grafiteros autóctonos fueron dispuestos de zonas exclusivas para la pintura y así darle una imagen legal de grafiti sin represalias policiales, pero en el caso del reciente bombardeo, Sniper no tuvo compasión con ello.

Evidentemente, de cien personas, unas doce fueron detenidas in fraganti con el spray, pero ningún delató nada de Sniper, simplemente citaban internet como fuente de información para la quedada y para el propio bombardeo.

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