El jurista y el simulador.
AndrechReseña6 de Noviembre de 2016
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El jurista y el simulador
Es un libro escrito por Ignacio Burgoa Orihuela, publicando su primera edición en el año 1988.
A pesar de ser un libro corto e interesante no forma parte de mis libros favoritos por el vocabulario que este doctor en derecho utiliza, ya que por las frases y palabras que emplea no es fácil comprender algunos párrafos del libro, utilizando también algunas frases o términos en latín, donde no en todas da su significado, lo que hace que te llegues a perder en la lectura, y esto es algo que se puede notar desde que se comienza la lectura.
El libro está dividido en cinco capítulos, primero nos plantea la importancia del derecho, de un orden jurídico en la sociedad, pero este debe ser un derecho cambiante, ya que como sociedad nuestras ideas cambian y el derecho debe atender a estas modificaciones, en lo que estoy muy de acuerdo ya que los ideales o pensamientos de las personas de este siglo no son iguales a las del pasado, ya que se podría decir que la sociedad actual ha comenzado a ser un poco más abierta a diversos temas que causaban polémica en el pasado, aunque no del todo, ya que aún le seguimos temiendo a algunos temas en los que preferimos mantener nuestra postura conservadora, como lo es el matrimonio entre personas del mismo sexo o la legalización de algunas drogas como lo es la marihuana.
Por otra parte nos habla ya de “el jurista”, mencionando algunas características que este debe de tener, dice que este principalmente como abogado debe ser libre, no estar sujeto a las decisiones ni intereses de los demás sino al del cliente y al de uno propio, mencionando que los abogados que “no son libres” no son abogados; esta idea planteada por el Doctor Burgoa, me puso a pensar en algo que jamás había reflexionado, lo primero que vino a mi cabeza fueron los abogados de oficio, lo que me causo conflicto, ya claramente estos no son completamente libres de decidir a qué cliente quieren representar, pero de alguna forma u otra están para la defensa de alguien que requiere sus servicios, por lo que aún no se si estar de acuerdo o no con esta idea.
Otra característica que debe tener el jurista es la autenticidad, para que de esta manera sea confiable, y creo que es un punto importante ya que en la actualidad los abogados tienen tan mala fama que ya u pocas personas confían en sus servicios, lo que nos lleva a la siguiente característica que es que además de lo anterior el jurista debe ser honesto, haciendo mención de lo que conlleva a la corrupción, tema visto en clase como lo plantea este autor, estado completamente de acuerdo en este punto.
Y de esta manera concluye uno de los capítulos que más me interesó de esta obra, dando inicio a un terceo denominado “cultura jurídica” donde se nos habla del derecho como arte, como ciencia, como moral y como fenómeno social.
Siendo de estos tres el derecho como moral ya que nos habla de que en ningún momento se deben afectar a terceros, ya que se habla de una “colectividad social” donde debe sobresalir la justicia que es “dar a cada quien lo suyo” cita de Ulpiano, que había escuchado con anterioridad en mis clases de Derecho Romano, que por cierto siempre me ha parecido una idea muy filosófica.
Casi para terminar, Burgoa nos habla del jurisconsulto, que es considerado como el sabio de la ciencia jurídica, quien puede ser o no abogado, juez o maestro, diciendo que esta sabiduría se consigue con el permanente estudio y experiencia, diciendo que puede haber muchos doctores o licenciados en derecho pero pocos auténticos abogados, ya que la responsabilidad de aprender no termina al obtener el título. Idea con la que estoy completamente de acuerdo, ya que como se mencionó antes, el derecho permanece en constante cambio adaptándose a la sociedad, por lo que los que estudiamos derechos , los que queremos dedicarnos y los que se dedican a la abogacía debemos responder a los cambios de nuestra materia para poder ser realmente eficientes.
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