Ensayo Circe Julio Cortázar

Uriel David Meléndez Antúnes

16/Oct/2017

Lectura y Escritura 2

Marina del Carmen González Martínez

Veinticuatro siglos y contando

Dicen que a los hombres nos atrae entre muchas variedades de la vida, el peligro. Y  respecto a los vínculos amorosos, no creo que sea la excepción. ¿Porqué nos encantan aquellas relaciones que se tornan misteriosas, peligrosas ó difíciles?. Es definitivamente una buena pregunta que a pesar de tantas disertaciones de filósofos y sabios, no se ha llegado a responder totalmente. Mujeres que vienen a nuestra vida apareciéndose como aquella enigmática diosa griega, como “Circes” en nuestra existencia, como el peligro latente que nos encanta y nos cautiva. Y yo creo que el autor del cuento homónimo, Julio Cortázar, quiso entre muchas cosas, que nosotros como lectores notáramos eso en este “tablero de juego” .

Mario, el personaje del que quiero comentar, se halla en una situación de cierto desconcierto. Han muerto ya dos hombres en la vida de Delia, la mujer que él corteja, tal vez él sea el tercero, pero eso no importa, con tal de verla cerca, de estar con ella aunque sepa que tal vez sea lo más extremo que hasta ese momento ha hecho.  Delia como diosa griega se apodera de su pensamiento, de su tiempo, y hasta de su confianza. ¿Qué podría ser más riesgoso que aceptar uno de esos licores o bombones, de esa mujer que quizá provocó, directamente o no, la muerte de sus anteriores novios?. Colocándome en el lugar de Mario, muchas veces aceptamos gratamente aquellos “brebajes“ que finalmente son amenazadores, y a pesar de que conocemos el desenlace,  fielmente seguimos a nuestro verdugo, como aquellos corderos a su matador. Tantas “Circes” siguen presentándose aunque han pasado veinticuatro siglos desde la mención de la primera, y lo más seguro es que esto no se detenga hasta el fin de los tiempos.  Mujeres que se sienten queridas, se saben necesarias en la vida de tantos “Marios” y hasta cierto punto, saben que pueden hacer de los hombres esos conejillos de indias para su propia satisfacción.  Sinceramente para un hombre que se encuentra en tal situación es difícil salir, no importa cuántas razones nos de el mundo para retirarnos de aquel vínculo, la mayoría de las ocasiones hay una más fuerte para quedarse, aunque parezca ilógica ó incoherente. A muchos hombres nos gusta las relaciones con un toque de problemas, así como a Mario, nos gusta coquetearle a la ruina. Una lucha constante que provoca desvelos y hasta paranoias,  una lucha con uno mismo sobre estar o no con nuestra Circe.

Al final quien puede negarse a los desvaríos irracionales del corazón, para darle lugar a la lógica de la mente, logra zafarse del poder encantador de Circe. La fascinación ya no es suficiente. Y así como Mario lo hizo, retirarse suele ser la mayor de las victorias, aunque parezca que las cosas mejorarán, aunque todo se proyecte alentador. En ocasiones hay que ceñirse el carácter,  ser valientes y apartarse, a pesar de las engañosas lágrimas que procuren de nuevo nuestro sometimiento.

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