Ensayo sobre la ceguera
OmaruPoot7 de Mayo de 2014
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Los que han leído algo de Saramago (suponiendo que mantiene un estilo similar en todos sus trabajos) seguro notaron que su forma de narrar es bastante particular, y alejada de todas las reglas universalmente utilizadas. Carece de respeto por los signos de pregunta y exclamación, omite al máximo todos los signos que entorpezcan la lectura de las letras; utiliza frases que desafían a cualquiera, algunas de varias lineas, con sus respectivos párrafos que duran páginas. Pese a todo, es un estilo tan depurado, tan único, y tan “incopiable“, que resulta un verdadero placer leerlo. Al principio me costó un poco adaptarme, sobretodo porque no incluye guiones de diálogos u otros signos. Los diálogos están, y son notables (mención aparte tienen las lacónicas conversaciones de los internos del manicomio. ¡Cielos!, esas escenas eran tan tensas que te dejaban desganado de todo. Se respiraba un extraño y fascinante pesimismo), pues desnudas completamente el alma de los protagonistas. Realmente vale la pena seguir adelante con la lectura.
La chica de las gafas oscuras y el niño estrábico.
Un libro complejo.
Debo reconocer que me costó terminar el libro. Ensayo sobre la ceguera no es una historia fácil de leer. En ningún momento se hace pesada, o tediosa, sin embargo no se devora ni nada por el estilo. Es de lectura calmada, reflexiva, pausada, en donde el lector debe estar constantemente atento porque todo nos devela pistas sobre hacia dónde se encamina la reflexión de Saramago. Intenté leer dos veces: la primera, no pasé la página cien; la segunda, completada, tardó también un poco. Cuando me faltaban poco más de cien páginas para terminar, comencé a cansarme. En medio de una semana de exámenes deseaba leer un thriller liviano, de esos que se leen prácticamente solos. Tomé entonces En el blanco, y cuando lo terminé me sentí con ganas de terminar Ensayo. Esas poco más de cien páginas me duraron un par de días, y quiero señalar que lo mejor que podría haber hecho fue darle tiempo al libro. Me encantó haber conocido esta historia, y pese a que me demoré en la lectura, no fue en vano, para nada.
Finalmente el lector sentirá que la ceguera no es más que “ceguera que simboliza ceguera”, pues el libro nos dice que no somos capaces de ver nuestros defectos, quiénes somos, o qué queremos ser. Las miserias de la humanidad son invisibles para la propia humanidad. Solo son visibles por personas que poseen una concepción más universal, más panorámica y reflexiva, como la de la mujer del médico. El último párrafo del libro encierra TODO el sentido de la obra, y lo incluyo al final de la lista de citas. No revela nada de la trama, por cierto.
No sé hacia dónde proseguir con esta reseña. Creo que mi opinión ha quedado bastante clara, sin embargo no quiero terminar sin mencionar algunas de las reflexiones que más me llamaron la atención dentro del libro.
La gente joven se conforma rápidamente, tiene toda la vida por delante.
Las palabras son así, disimulan mucho, se van juntando unas con otras, parece como si no supieran adónde quieren ir, y de pronto, por culpa de dos o tres o cuatro que salen de repente, simples en sí mismas, y ya tenemos ahí la conmoción ascendiendo irresistiblemente a la superficie de la piel y de los ojos..
El miedo ciega, dijo la chica de las gafas oscuras, Son palabras ciertas, ya eramos ciegos en el momento en que perdimos la vista, el miedo nos cegó, el miedo nos mantendrá ciegos.
El siguiente es más bien un fragmento.
Le dices a un ciego, Estás libre, le abres la puerta que lo separaba del mundo, Vete, estás libre, volvemos a decirle, y no se va, se queda allí parado en medio de la calle, él y los otros, están asustando no saben dónde ir, y es que no hay comparación entre vivir en un laberinto racional, como es, por definición, un manicomio, y aventurarse
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