Juan Darien

Tema: Juan Darién

Historia:

Aquí se cuenta la historia de un tigre que se crió y educó entre los hombres, y que se llamaba Juan Darién. Asistió cuatro años a la escuela vestido de pantalón y camisa, y dio sus lecciones correctamente, aunque era un tigre de las selvas; pero esto se debe a que su figura era de hombre.

Trama:

Una vez, a principio de otoño, la viruela visitó un pueblo de un país lejano y mató a muchas personas.

Y una pobre mujer joven y viuda llevó ella misma a enterrar a su hijito, lo único que tenía en este mundo. Y la pobre mujer, que continuaba sentada, alcanzó a ver en la oscuridad una cosa chiquita y vacilante que entraba por la puerta, Sin pensar bien en lo que hacía llevó al cachorrito a su seno y lo rodeó con sus grandes manos. Después una serpiente le dijo – por haber salvado una vida del universo, Nada temas, ve tranquila. Desde este momento tu hijo tiene forma humana; nunca lo reconocerán.

Así las cosas, cuando la criatura iba a cumplir diez años, su madre murió. Juan Darién sufrió lo que no es decible.

A su escuela llego un inspector que empezó a sospechar que Juan Darién era un animal salvaje, de ahí empezó todo el inspector mando llamar a un domador de animales salvajes, entonces las voces fueron corriendo de boca en boca, y Juan Darién comenzó a sufrir sus efectos.

Y ya no solamente huían de él, sino que los muchachos le gritaban:

-¡Fuera de aquí! ¡Vuélvete donde has venido! ¡Fuera!

Las personas fueron a sacar a Juan Darién de su casa para llevarlo a la casa del domador.

Juan Darién protestaba y lloraba porque los golpes llovían sobre él, y era una criatura de doce años. Pero en ese momento la gente se apartó, y el domador, con grandes botas de charol, levita roja y un látigo en la mano, surgió ante Juan Darién. El domador lo miró fijamente, y apretó con fuerza el puño del látigo.

-¡Ah! -exclamó-. ¡Te reconozco bien! ¡A todos puedes engañar, menos a mí! ¡Te estoy viendo, hijo de tigres!

Y ahí fue cuando empezó todo el dolor para Juan Darién ya que todos lo golpeaban y le lanzaban piedras. Las gentes lo arrastraron hasta la linde del bosque, abandonándolo allí para que los chacales devoraran su cadáver y su corazón de fiera.

Pero el tigre no había muerto. Cuando se sintió por fin curado, Trepó a un árbol de los alrededores y esperó largo tiempo inmóvil. Hasta que paso el domador saltó sobre el llevándoselo a la selva, haciéndole lo mismo que él le hizo.

Al

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