LA POROTA

LIBRO “LA POROTA”.

CAPITULO l: EL CUARTO DE POROTA

Porota era una niña rubia de grandes trenzas, de ojos claros , nariz corta y dientes pequeños.

Tenia una pieza amoblada en el segundo piso de la casa, ella estaba contenta allí. miraba hacia el jardín. Le gustaba darles migas de pan a los gorriones del patio y decía que había que alimentarlos porque en el cielo, de donde venían, no tenían alimento.

En la pieza de Porota había una cama blanca, siempre limpia, una silla pequeñita en un rincón, unos cuantos muebles donde su mama guardaba los vestidos de la niña y también había muchos juguetes como una jirafa, un oso, un piano, una cocina, pero lo más importante para ella era su muñeca Mimí ya que la consideraba su amiga, se despedía al acostarse y la saludaba al despertar.

Una mañana al despertar Porota no vio a Mimí en su camita y comenzó a llamarla. Apareció su mamá y le dijo que, seguramente, la había olvidado en otro lugar de la casa pero Porota se acordaba de haberla dejado durmiendo en su cama de juguete la noche anterior.

CAPÍTULO 2: EL SECRETO DE MIMÍ

A mediodía el padre de Porota regreso de su trabajo y entró a la biblioteca. Luego de un rato llamó a su hija . Cuando llegó Porota le preguntó si había visto a Mimí, a lo cual el padre respondió que estaba junto a la chimenea y la trató de distraída.

Porota esta muy disgustada con su muñeca y la hizo dormir. Después fue a verla y como aún dormía, fue hasta el jardín a ver a los gorriones.

Más tarde fue a despertarla y empezó a preguntarle por qué había desaparecido de su cama y que le contara qué había hecho durante la noche. La muñeca empezó a hacer movimientos con los ojos y la boca, la niña se asustó un poco y de pronto la muñeca empezó a decir el nombre completo de la niña. Porota quiso saber cómo aprendió a hablar y le contestó que escuchando a la gente, pero que tenía que ser un secreto entre las dos, le contó además que salía todas las noches cuando Porota se quedaba dormida a la ciudad donde vivían todos los muñecos de trapo como ella y que esa noche irían las dos a esa ciudad.

CAPÍTULO 3: EL EXTRAÑO VIAJE.

Porota estuvo todo el día muy nerviosa esperando que llegara la noche para ir con Mimí a la ciudad de los muñecos de trapo, no quería ir a verla por temor a que ya no hablara, estuvo en el jardín, se hacía muchas preguntas acerca del lugar que iba a visitar.

Al fin la noche llegó, después de bañarse su madre la acompañó a su pieza a rezar como todas las noches, se despidió de su muñeca y cuando la mamá salió, empezó a preguntarle cosas a su muñeca, ella le dijo que era mejor que durmieran un rato porque se irían a la medianoche.

Así fue, salieron al jardín y subieron a un coche tirado por unos caballos de trapo, durmieron durante el viaje y al legar a las puertas de la ciudad fueron recibidas por unos soldados de trapo.

Mimí se presentó y también a Porota con su verdadero nombre (Beatriz María Magdalena de los Angeles Osorio y Castroviejo), las dejaron pasar, en el camino Mimí era saludada por los muñecos, era conocida porque su papá era el gobernador de la ciudad.

Llegaron a un palacio y subieron hasta el cuarto de Mimí a cambiarse de ropa, la sorpresa fue grande para Porota ya que la pieza era igual a la de ella. Luego Mimì le regalo un vestido, y al vestirse con el, parecía una verdadera muñeca.

CAPÍTULO 4: EL GOBERNADOR

Cuando bajaron hasta el salón del palacio, estaba esperándolas un muñeco alto y grueso vestido de verde que era el Gobernador Pirulo, el padre de Mimí.

Pirulo le contó a Porota el problema que tenían, unos vampiros de trapo le chupaban el aserrín del cuerpo de los muñecos, ellos viven en el mundo de los humanos y vienen cada noche a matar a los muñecos. Porota les dijo que ella los ayudaría, y El Gobernador Pirulo le pide que vayan a la ciudad de los humanos para ver donde vivían los vampiros.

CAPÍTULO 5: LA FÁBRICA DE LOS MUÑECOS.

Fueron a la ciudad de los humanos, a la fábrica de muñecos de trapo que pertenecía a don Pedro, entraron, estaba llena de todo tipo de muñecos de trapo pero los vampiros no estaban por ninguna parte; ya habían ido a la

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