La Matemática de Grecia
zarderSíntesis26 de Febrero de 2014
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146. CAPITULO XXVII Cómo un sabio Historiador interroga a Beremiz. El geómetraque no podía mirar al cielo. La Matemática de Grecia. Elogio deEratóstnes. Solucionado el primer caso con todas sus minucias, el segundosabio inició el interrogatorio de Beremiz. Este ulema era historiadorfamoso que había dado lecciones durante veinte años en Córdoba ymás tarde, por cuestiones políticas, se trasladó a El Cairo, dondepasó a residir bajo la protección del Califa. Era un hombre bajo, cuyorostro bronceado aparecía enmarcado en una barba elíptica. Tenía losojos mortecinos, sin brillo. He aquí las preguntas que el sabio historiador dirigió a Beremiz: -¡En nombre de Allah, Clemente y Misericordioso! ¡Se engañanquienes aprecian el valor de un matemático por la mayor o menorhabilidad con que efectúa las operaciones o aplica las reglas banalesdel cálculo! A mi ver, el verdadero geómetra es el que conoce conabsoluta seguridad el desarrollo y el progreso de la Matemática através de los siglos. Estudiar la Historia de la Matemática es rendirhomenaje a los ingenios maravillosos que enaltecieron y dignificarona las antiguas civilizaciones que por su esfuerzo e ingenio pudierondesvelar algunos de los misterios mas profundos de la inmensaNaturaleza, consiguiendo, por la ciencia, elevar y mejorar lamiserable condición humana. Logamos además, por medio de laspáginas de la Historia, honrar a los gloriosos antepasados quetrabajaron en la formación de la Matemática, y conservamos elnombre de las obras que dejaron. Quiero, pues, interrogar alCalculador sobre un hecho interesante de la Historia de laMatemática. “¿Cuál fue el geómetra célebre que se suicidó al nopoder mirar al cielo?” Beremiz meditó unos instantes y exclamó: -Fue Eratóstenes, matemático de Cirenaica y educado al principioen Alejandría y más tarde en la Escuela de Atenas, donde aprendiólas doctrinas de Platón. Y completando la respuesta prosiguió: -Eratóstenes fue elegido para dirigir la gran Biblioteca de laUniversidad de Alejandría, cargo que ejerció hasta el fin de sus días.
147. Además de poseer envidiables conocimientos científicos y literariosque lo distinguieron entre los mayores sabios de su tiempo, eraEratóstenes poeta, orador, filósofo y –aún más- un completo atleta.Basta decir que conquistó el título excepcional de vencedor delpentatlón, las cinco pruebas máximas de los Juegos Olímpicos. Greciase hallaba entonces en el periodo áureo de su desarrollo científico yliterario. Era la patria de los aedos, poetas que declamaban, conacompañamiento musical, en los banquetes y en las reuniones de losreyes y e los grandes jerarcas. Conviene aclarar que entre los griegos de mayor cultura y valor elsabio Eratóstenes era considerado como un hombre extraordinarioque tiraba la jabalina, escribía poemas, vencía a los grandescorredores y resolvía problemas astronómicos. Eratóstenes legó a laposteridad varias obras. Al rey Ptolomeo III de Egipto le presentó una tabla de númerosprimos hechos sobre una plancha metálica en la que los númerosmúltiplos estaban marcados con un pequeño agujero. Se dio por esoel nombre de “Criba de Eratóstenes” al proceso de que se servía elsabio astrónomo para formar su tabla. A consecuencia de una enfermedad en los ojos, adquirida a orillasdel Nilo durante un viaje, Eratóstenes quedó ciego. El que cultivabacon pasión la Astronomía, se hallaba impedido de mirar al cielo y deadmirar la belleza incomparable del firmamento en las nochesestrelladas. La luz azulada de Al-Schira jamás podría vencer aquella nubenegra que le cubría los ojos. Abrumado por tan gran desgracia, y nopudiendo resistir el pesar que le causaba la ceguera, el sabio y atletase suicidó dejándose morir de hambre, encerrado en su biblioteca. El sabio historiador de ojos mortecinos, se volvió hacia el Califa ydeclaró, tras breve silencio: -Me considero plenamente satisfecho con la brillante exposiciónhistórica
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