Libro: La humanización del espacio urbano (Jan Gehl)

Clara Barrio García-Castro                Ciudad y Urbanismo – Grupo D

Libro: La humanización del espacio urbano (Jan Gehl)

A la hora de diseñar un espacio urbano es fundamental entender el comportamiento de la sociedad ante la configuración de dicho espacio. ¿Qué atrae a las personas a un lugar simplemente para pararse a observar? Para que un espacio sea atractivo debe tener cierta calidad, y esta calidad se relaciona directamente con el número de actividades que se desarrollan en el espacio.

Un buen espacio urbano debería estar pensado para ser ocupado por personas, y que éstas pudieran desarrollar el máximo número de actividades posibles: no solo las “actividades necesarias” como las tareas cotidianas, sino otras “actividades optativas” que inviten a la gente a sentarse, comer, relacionarse con otras personas, etcétera.

Uno de los enemigos del autor es el automóvil, no como concepto, sino como obstáculo en el espacio urbano. En numerosas ocasiones comenta diversos estudios que concluyen en que las actividades sociales son mucho mayores en una vía con poco tráfico, e incluso se observa una red de contactos más amplia entre el vecindario que en una calle con mucho volumen de tráfico. A diferencia de las ciudades medievales, diseñadas para congregar personas en espacios públicos, las nuevas áreas urbanas se caracterizan por las grandes distancias, tanto entre personas como funciones. Como resultado, el uso del automóvil para desplazarse de un lugar a otro produce la reducción de las actividades exteriores.

Actualmente sería imposible eliminar el automóvil de nuestras vidas diarias, por lo que el autor plantea que el sistema más eficaz para integrar la circulación rodada es organizar espacios Woonerf: se permite que los automóviles lleguen hasta las viviendas, pero con una velocidad baja y las calles pertenecen a los peatones.

En cuanto a nuestra percepción del espacio, en el libro se habla de cómo influyen los sentidos, comunicación entre personas y dimensiones entre elementos. Cuando la gente camina por calles estrechas y a corta distancia, el ambiente se considera más íntimo y personal; a diferencia de las calles anchas y edificios altos, que se considera un ambiente más frío. Otro factor que influye a la experiencia es el tiempo que dediquemos a procesar estas percepciones: de nuevo, un automóvil a gran velocidad no nos permite pararnos a observar y a relacionarnos con el espacio urbano.

Por lo tanto, para fomentar el contacto en el entorno físico se deben eliminar muros, manejar distancias cortas, trasladarse en velocidades bajas, moverse en un solo nivel de altura y tratar de orientar a todos los ciudadanos en un mismo sentido.

El hombre es un animal social, y como tal, se siente atraído por el gentío: es probable que donde se está produciendo una gran actividad social, ésta aumente tanto en número como en duración. De la misma forma, nadie se siente atraído por lugares inhóspitos, y aquellos espacios que pierden el interés suelen atraer la delincuencia.

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