Los Gallinazos Sin Plumas

Cuando dan las seis de la mañana, toda la ciudad se levanta y comienza a hacer sus labores diarias. A esta misma hora el señor don Santos levanta a sus dos nieto Efraín y Enrique dando un fuerte grito. En seguida los dos muchachos se ponen de pie y se van a la acequia a lavarse la cara e inmediatamente cada uno coge una lata y se van a la calle a recolectar desechos y trastos de comida que hay en los basurales. En el camino se distraen trepándose a los árboles para arrancar moras o recogiendo piedras.

Cuando llegan a la calle los dos hermanos se dispersan para así poder encontrar mas cosas.

Luego de haber recogido tomates podridos, pedazos de sebo , extrañas salsas, etc, regresan al corralón.

Al llegar a las seis de la tarde, cuando la niebla se disuelve, toda la ciudad regresa a sus casas luego de haber concluido con sus labores diarias.

En el corralón Don Santos los esperaba con el café preparado. Los dos muchachos entregan a su abuelo lo que recolectaron durante el día. Y esos restos de comida se lo da a su cerdo Pascual

Cuando llego el invierno el cerdo estaba convertido en una especie de monstruo insaciable, todo le parecía poco, y el abuelo se vengaba en sus nietos haciéndolos levantar mas temprano. Los dos muchachos se fueron al muladar, y en ese lugar recolectaron mas comida para el cerdo Pascual. Al anochecer regresaron los dos con las latas llenas de comida.

El abuelo los felicitó por su excelente trabajo y dijo que habrá que repetir esto dos o tres veces por semana.

Un día al regresar de la calle, Efraín sintió un dolor fuerte en la planta del pie, un vidrio le había causado una herida.

Al día siguiente Efraín no podía caminar muy bien, y el abuelo le dijo a Enrique que tenia que hacer el trabajo de Efraín. Cerca del medio día Enrique regresó con los dos cubos repletos. Se había encontrado un perro flaco y sarnoso al cual le había puesto de nombre Pedro, al ver el abuelo al perro cogió su vara y exclamó:.

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