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Nuestra Señora De Notre Dame


Enviado por   •  30 de Agosto de 2011  •  884 Palabras (4 Páginas)  •  678 Visitas

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Nuestra Señora de Notre Dame es tal vez la mejores novela de Victor Hugo, y un clásico de la literatura del romanticismo, por antonomasia. La novela nos propone adentrarnos en la historia de Esmeralda, una gitana desventurada, y Quasimodo, un jorobado sordo, no menos desdichado. El escenario elegido por el genial escritor es el lúgubre París del siglo XV. Fue publicada en 1831, y escrita en tan solo seis meses de extenuante labor creativa. El resultado no fue otro que una ficción fuertemente arrolladora, donde la marginalidad es una protagonista primordial. Aquel cuadro de lascivia y desengaño sería el paradigma inexcusable a seguir por los escritores románticos que aparecieron después. Quasimodo, siervo del archidiácono, es forzado por este a raptar a la hermosa Esmeralda. Algo sale mal, la misión de tomar por la fuerza a la gitana fracasa, y el jorobado termina apresado y llevado a la plaza para ser flagelado, mediante innumerables azotes. Allí soporta estoicamente toda clase de humillaciones, del odio de un pueblo (superlativamente descrito por Victor Hugo) que lo detesta por su fealdad. Casi al borde del desfallecimiento, Quasimodo suplica por un poco de agua. La multitud inmisericordiosa se burla, se ofende, exige otra vuelta de nuevos castigos. Fue allí cuando vagamente, nuestro sordo jorobado vislumbra que una muchacha se aproximaba hacia él. No era otra que la gitana que había intentado raptar la noche anterior; el desventurado Quasimodo creía que estaba sufriendo aquel castigo, por haber privado de la libertad a la muchacha; sin embargo, no era cierto ni mucho menos, tan solo se le estaba juzgando por la desgracia de ser sordo y por haber sido considrerado por un sordo. El pobre Quasimodo estaba convencido que ella estaba allí para vengarse...Ella, sin pronunciar palabra alguna, se aproximó al reo, que se arqueaba en vano para librarse de ella, y dejando suelta una calabaza que a modo de recipiente tenía atada a la cintura, la arrimó muy lentamente a los labios resecos del desdichado... Entonces, de aquel ojo tan huraño y sin vida hasta entonces, se vio desprenderse una lágrima que fue lentamente deslizándose por aquel rostro deforme y contraído hacía ya mucho por la desesperación. A partir de allí sobrevendrá luego un asesinato, una imputación injusta, una contrición engañosa, en donde un inocente cargò con un hecho infame; y la salvación final de la mano de la Dama de París, Nuestra Señora de París, donde todos los desconsolados tarde o temprano hallan consuelo. Pocas historias culminan de un modo más sorprendente. La imagen final de Nuestra Señora de París nos acompaña eternamente como lectores. Su desarrollo, aquel en el que un sordo es juzgado por otros sordos, cuyos defectos no son naturales sino elegibles; exalta aún más la tragedia final del pobre Quasimodo: ese abrazo final, decisivo, al exánime cadáver de su amada. Nuestra Señora de Paris no es otra que la por todos conocida catedral

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