Repudio A La Cotidianeidad
Pino.Made3 de Julio de 2013
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En ‘Casa tomada’ y ‘No se culpe a nadie’ de Julio Cortázar podemos encontrar a sus protagonistas intentando escapar de sus vidas -o al mismo Cortázar a través de ellos-. A consciencia o inconscientemente todos ellos parten de una situación de la cual se van alejando cada vez más: una vida de la que quieren huir por lo tedioso de lo cotidiano. Por más que los personajes no lo expresen sabemos que de alguna forma todos están tratando de abandonar, de la manera que les sea posible, la realidad que les tocó vivir. Ese es el problema, el inconformismo implícito, el grito de auxilio silencioso con tintes fantásticos, porque es más sencillo culpar a algo o a alguien más que tomar uno mismo las riendas de su vida, como podemos ver en esta cita de ‘Casa tomada’: <<A veces llegábamos a creer que era ella (la casa) la que no nos dejó casarnos>>
La lucha constante entre el lado lógico y el impulsivo del hombre es el principal obstáculo que los personajes deben surtir para escapar con éxito de la monotonía.
En ‘Casa Tomada’ tanto Irene como su hermano llevan una vida convencional, hogareña, tranquila, llena racionalismo, –aburrida, en otras palabras- que no presenta ningún tipo de alteración y está totalmente calculada <<Nos habituamos, Irene y yo, a persistir solos en ella..>>, <<Almorzábamos al mediodía siempre puntuales…>>, <<Irene era una chica nacida para no molestar a nadie>>, con excepción claro del hecho de que algo desconocido los obliga a irse encerrando –liberando, en realidad- en espacios cada vez más reducidos de la casa hasta que ya no les queda otra opción más que abandonarla por completo. La forma de reaccionar de los hermanos es completamente ilógica, es su inconsciente, su irracionalidad, lo que los mueve y así escapan de las vidas monótonas que aceptaban, quizás, por costumbre.
En el caso de ‘No se culpe a nadie’ el protagonista es un hombre que vive atado a las reglas de la sociedad (elegir un pulóver que quede bien con el traje que lleva puesto, apurarse porque se hace tarde, etc.), incluso la manera en que el narrador nos plantea la situación nos hace dar cuenta de que al protagonista se le imponen las cosas y que está atrapado incluso antes de ponerse la prenda <<Hay que ponerse el pulóver azul, cualquier cosa que vaya bien con el traje gris, el otoño es un ponerse y sacarse pulóveres, irse encerrando, alejando.>> ‘Hay que ponerse el pulóver’ porque así se nos enseñó, encerrándonos en lo que la sociedad cree correcto, lo que se debe hacer, alejándonos de cualquier pensamiento distinto, cualquier objeción. Se encuentra desganado y le cuesta ponérselo, y cuando al fin logra pasar una mano no la siente como suya. Es entonces cuando la batalla se desata, la decisión del hombre entre seguir con la vida soporífera que lleva o fugarse de ella. La mano derecha es la que le desobedece haciendo alusión al lado derecho del cerebro, el creativo, el instintivo, el que está completamente cansado de la vida del hombre, de las reglas de la sociedad y, por otra parte, si se sigue está misma idea, la mano izquierda puede representar lo racional siendo el lado del hombre que decide seguir atado a la costumbre. El pulóver en este punto se convierte en una metáfora de todos los límites del protagonista, la jaula de la que no puede escapar aunque eso esté en sus manos –o en su mano- la decisión de liberarse o no. <<Está seguro de que el azul le va envolviendo la boca mojada, los agujeros de la nariz, le gana las mejillas, y todo eso lo va llenando de ansiedad y quisiera terminar de ponerse de una vez el pulóver sin contar que debe ser tarde y su mujer estará impacientándose en la puerta de la tienda.>>, en esta cita podemos dar cuenta de cómo el protagonista se siente ahogado, ansioso, y relaciona eso con su mujer esperándolo y aún más problemas
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