Resumen de El Alquimista

El alquimista trata de un muchacho llamado Santiago que vive en Andalucía. Decidió salir de casa y dedicarse a ser pastor ya que lo que a él le gustaba era viajar, compro ovejas y dedicaba su tiempo a cuidarlas y alimentarlas a cambio ellas le daban compañía y lana para vender. Un día mientras dormía en una vieja iglesia soñó por segunda vez en donde un niño se acercaba a jugar con sus ovejas, después de un rato el niño lo tomaba de la mano y lo llevaba a las pirámides de Egipto donde encontraba un tesoro.

Después de dormir en aquella iglesia abandonada se dirigía a esquilar sus ovejas con un comerciante, antes llegaría a Tarifa en donde recordó que vivía una vieja capaz de interpretar los sueños. Al llegar con ella tuvo un poco de miedo ya que parecía una gitana y la gente contaba que los gitanos siempre engañaban a los demás y tenían pacos con el diablo, el muchacho le conto el sueño a la vieja y ella le dijo que debía ir hasta las pirámides de Egipto en busca de su tesoro y una vez que lo encontrara debía darle una décima parte. El muchacho no le creyó a la vieja y decidió olvidarse del sueño. Se encontraba en el pueblo intentando leer un nuevo libro cuando de repente un anciano se acercó a él, le dijo que era el rey de Salem y le explico muchas cosas sobre su vida, el destino y la Leyenda Personal la cual no muchas personas lograban hacer. El rey convenció al muchacho de ir en busca de su Leyenda Personal y su tesoro, pero él debía de venderle algunas ovejas, le obsequio una piedra blanca y una negra se llamaban Urim y Tumim la negra quiere decir “si” y la Blanca “no” lo ayudarían a tomar decisiones, también le comento que debería seguir las señales que Dios había escrito para él.

El muchacho decidió vender sus ovejas y viajar a Egipto en busca de su tesoro. Llego a un bar en una ciudad al norte de África en donde conoció a un hombre que hablaba español y decidió confiar en el para que lo llevara a las pirámides, le entrego su dinero ya que le dijo que debía comprar camellos. Fueron a un mercado en donde había mucha gente vendiendo cosas y hablando, el muchacho se descuidó unos segundos observando una bella espada y al regresar la mirada a donde se encontraba aquel desconocido ya había desaparecido y se dio cuenta que resulto un ladrón y que había perdido todo. El muchacho triste decidió buscar dinero para regresar a España y se repitió que jamás debió haber abandonado a sus ovejas y que aquel sueño del tesoro era una tontería. Encontró a un vendedor de cristales y empezó a trabajar con el limpiando los cristales, con el tiempo ayudo a tener más venta de cristales y el Mercader le daba una comisión por cada cristal vendido. Después de unos meses el muchacho junto el dinero suficiente para poder regresar España para poder comprar ovejas, pero al final se dio cuenta de que lo que en verdad quería era ver realizada su Leyenda Personal y recordaba lo que el rey le había mencionado “Cuando una persona desea realmente algo, el Universo entero conspira para que pueda realizar su sueño”.

Embarco en una caravana que lo llevaría a Egipto y durante ese viaje conoció a un joven que era ingles y que estudiaba la alquimia y le conto que su sueño era conocer a un alquimista que se encontraba en Egipto, poder aprender a transformar el metal en oro y el lenguaje del mundo. Durante el viaje, algunos días temían por que estaban expuestos a la guerra de los clanes del desierto. Llegaron al oasis el cual al muchacho le pareció mucho mejor de lo que imaginaba. Mientras ayudaba al inglés a buscar al alquimista conoció a Fátima de la cual se enamoró, pasaron los días y él le platico su vida en Andalucía, su Leyenda Personal y el tesoro. Un día el muchacho decidió caminar en el desierto si perder de vista los palmares del oasis y mientras se detenía a descansar tuvo una señal de dos gavilanes que se enfrentaban y también aparecía un ejército, enseguida pensó en que el oasis podría ser atacado y que su amada estaba en peligro. Decidió ir con el jefe del oasis para que se preparara para el ataque, el jefe le menciono que nunca se había atacado al oasis y que si la señal se cumplía le pagaría una moneda de oro por cada hombre caído si no de lo contrario él debía pagar con su vida. El oasis fue atacado, pero salió victorioso y el jefe del oasis premio al muchacho con 50 monedas de oro.

Un día que paseaba

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