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SEGUNDO RESUMEN DE “EL SEXTO” - JOSÉ MARIA ARGUEDAS


Enviado por   •  14 de Julio de 2014  •  Resúmenes  •  802 Palabras (4 Páginas)  •  502 Visitas

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SEGUNDO RESUMEN DE “EL SEXTO” - JOSÉ MARIA ARGUEDAS

El Sexto, breve novela de Arguedas (1961), cuenta las experiencias de Gabriel durante su prisión en la conocida cárcel limeña. La fetidez, el aspecto sombrío, el envilecimiento de la persona son las notas primeras que diseñan la forma de la cárcel y su mundo cerrado. Gabriel ingresa en ella a causa de su actividad como líder estudiantil: al hacerlo, tiene la impresión de haber penetrado en una ciudad turbulenta y desconocida. Los personajes que encuentra (criminales, maleantes, degenerados, presos políticos y estudiantes), su conducta, los hechos insólitos convertidos en norma carcelaria, la estratificación del penal –especie de jaula rectangular dividida en tres pisos horizontales– en donde se distribuyen, de abajo hacia arriba: vagos y asesinos, maleantes no avezados, y detenidos políticos; la noche y la mañana contempladas desde la celda, todo esto, por fin, en frente de Gabriel, y al mismo tiempo en su contorno, lo impele a buscar perspectivas –íntimas y externas– para ordenar la secuencia de figuras disformes que lo cercan.

Esa realidad –que no es paisaje natural– cosificada en el volumen oscuro de la cárcel, lo incita al recuerdo de la infancia serrana, bajo el sol brillante que fustiga el campo. La lluvia menuda, el cielo descolorido le recuerdan que la cárcel está en Lima; el ruido de los automóviles, la torre de la iglesia cercana, no obstante su proximidad, le recortan el espacio y lo insertan en el paisaje de la prisión, crucero principal de la ciudad moderna. El Sexto, erguido y voluminoso, se le antoja un monstruo que tritura a sus huéspedes imperturbablemente. En diálogo con Cámac, su compañero de celda, sindicalista minero, intuitivo y serrano como él, Gabriel aprende las más claras lecciones sobre la cárcel y la vida. Cámac tenía un ojo enfermo que le supuraba sin pausa; pero por el sano irradiaba una luz convincente, de tenaz rebeldía. La opacidad y el fulgor de sus ojos impresionan a Gabriel y trasuntan la lucidez y el desvarío de las pláticas; entretanto, el monstruo cosificado adquiere otra significación: en él se apretuja la estructura humana y económica del Perú contemporáneo, sólo que, paradójicamente, el sector popular ocupa el nivel más alto, cual si se hubiese invertido la pirámide.

Gabriel ensambla su análisis con las desordenadas observaciones de Cámac, y reconoce que le confieren razón al minero; mas, aparte el acuerdo conceptual, percibe que una fuerza emotiva, no-lógica, lo aproxima a éste y otros hombres de distintos credos, y que en cambio lo separa del frío sustento analítico que caracteriza a los dirigentes de los partidos organizados en el penal. En la tabulación de las costumbres carcelarias, de la conducta de los reclusos, y de las amistades y los odios, entra en juego un conjunto de apreciaciones y sentimientos pertinazmente serranos. Las

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