El Sexto breve novela de Jose Maria Arguedas
Vivian1998Resumen19 de Agosto de 2014
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El Sexto
,
breve novela
de
Jose Maria Arguedas
(1961), cuenta las experiencias de Gabrieldurante su prisión en la conocida cárcel limeña. La fetidez, el aspecto sombrío, el envilecimiento de lapersona son las notas primeras que diseñan la forma de la cárcel y su mundo cerrado. Gabriel ingresa enella a causa de su actividad como líder estudiantil: al hacerlo, tiene la impresión de haber penetrado enuna ciudad turbulenta y desconocida. Los personajes que encuentra (criminales, maleantes,degenerados, presos políticos y estudiantes), su conducta, los hechos insólitos convertidos en normacarcelaria, la estratificación del penal –especie de jaula rectangular dividida en tres pisos horizontales– endonde se distribuyen, de abajo hacia arriba: vagos y asesinos, maleantes no avezados, y detenidospolíticos; la noche y la mañana contempladas desde la celda, todo esto, por fin, en frente de Gabriel, y almismo tiempo en su contorno, lo impele a buscar perspectivas –íntimas y externas– para ordenar lasecuencia de figuras disformes que lo cercan...Esa realidad –que no es paisaje natural– cosificada en el volumen oscuro de la cárcel, lo incita alrecuerdo de la infancia serrana, bajo el sol brillante que fustiga el campo. La lluvia menuda, el cielodescolorido le recuerdan que la cárcel está en Lima; el ruido de los automóviles, la torre de la iglesiacercana, no obstante su proximidad, le recortan el espacio y lo insertan en el paisaje de la prisión, cruceroprincipal de la ciudad moderna. El Sexto, erguido y voluminoso, se le antoja un monstruo que tritura a sushuéspedes impertubablemente. En diálogo con Cámac, su compañero de celda, sindicalista minero,intuitivo y serrano como él, Gabriel aprende las más claras lecciones sobre la cárcel y la vida. Cámactenía un ojo enfermo que l le supuraba sin pausa; pero por el sano irradiaba una luz convincente, de tenazrebeldía. La opacidad y el fulgor de sus ojos impresionan a Gabriel y trasuntan la lucidez y el desvarío delas pláticas; entretanto, el monstruo cosificado adquiere otra significación: en él se apretuja la estructurahumana y económica del Perú contemporáneo, sólo que, paradójicamente, el sector popular ocupa elnivel más alto, cual si se hubiese invertido la pirámide.Gabriel ensambla su análisis con las desordenadas observaciones de Cámac, y reconoce que leconfieren razón al minero; mas, aparte el acuerdo conceptual, percibe que una fuerza emotiva, no-lógica,lo aproxima a éste y otros hombres de distintos credos, y que en cambio lo separa del frío sustentoanalítico que caracteriza a los dirigentes de los partidos organizados en el penal. En la tabulación de lascostumbres carcelarias, de la conducta de los reclusos, y de las amistades y los odios, entra en juego unconjunto de apreciaciones y sentimientos pertinazmente serranos. Las tres figuras capitales: Gabriel,Cámac, Juan, son de origen andino. La intuición y el sentimiento, la reminiscencia y la furia despojada dedoctrina, hermanan a estos hombres en su percepción del país como secuencia de espacios (sierra-costa), y como espacio con profundidad, en el prisma de base rectangular que es el Sexto y todo el Perú.La vida carcelaria debería ser entonces una experiencia compartida, mas, puesto que en ella se revelanigual que al microscopio los vicios y virtudes del país, Gabriel descubre que el suyo, como el problema delos otros políticos, no es un caso personal, no es un caso de conciencia, y sin embargo está anegado deindividualismo. "La soledad no se goza; la soledad se sufre": junto a la escoria humana, en El Sexto sehallan los seres más idealistas del país; sin embargo, la discrepancia en las cuestiones prácticas aleja alos hombres más que las ideas, y lo que distingue a la persona, –para Gabriel ¡intelectual!– no son lasteorías, sino la conducta. Frente al monstruo cosificado, los hombres se autodefinen y
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