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“Sobrevivir para Contarlo”


Enviado por   •  12 de Mayo de 2022  •  Ensayos  •  2.776 Palabras (12 Páginas)  •  133 Visitas

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Immaculée Ilibagiza, una mujer católica que a la edad de tan sólo 22 años logró ser de las pocas sobrevivientes de lo que nació a raíz de la intolerancia y que terminó como el terrible y catastrófico genocidio de Ruanda fechado del 7 de abril de 1994 hasta el 15 de julio del mismo año. En su libro “Sobrevivir para Contarlo”, Immaculée relata su experiencia como víctima de dicho cataclismo y cómo fue que su fe y su relación con Dios la llevaron a soportar el peso de ser perseguida, amenazada y de vivir con un constante miedo de ser asesinada de una manera cruel y brutal por el simple hecho inmerecido de pertenecer a la tribu Tutsi, pero, sobre todo, fueron su fe y relación con Dios lo que la llevaron a mantener la esperanza de alcanzar un nuevo comienzo y una segunda oportunidad. Con su impactante y reveladora historia, Immaculée ejemplifica diversos aspectos antropológicos que llevan al lector a cuestionar, reflexionar y analizar sobre la vida misma. Con esta historia, se pretende encontrar algún tipo de sentido a la humanidad y recordar el valor de la persona y de su dignidad; hacer que la fe y la esperanza en Dios sean el centro en toda situación de nuestras vidas; comprender el valor del de las relaciones humanas; y entender que el sufrimiento siempre va a ser parte de un camino para redireccionar nuestras vidas hacia el propósito para el que fuimos creados.

Esta trágica historia comienza con un vistazo atrás en la vida de Immaculée, donde cuenta que fue criada dentro de una familia católica practicante en la que el respeto y el amor iban por encima de todo; una familia de buen corazón que se entregaba a su comunidad sin espera de nada a cambio y que les enseñaba a sus hijos que una buena educación era fundamental para su desarrollo como personas y que aquél que estuviera a lado suyo valía lo mismo que ellos. Ya en el presente -mientras avanza la trama- uno se puede dar cuenta que no todos recibieron esa misma educación basada en el respeto. Desde pequeña, Immaculée se percata de que hay personas que se dedican a poner etiquetas y ella no comprende el por qué de esto, sin embargo, mientras pasan los años por fin entiende la razón de este acto: la intolerancia y el odio de una tribu hacia otra.

Esta matanza que dio inicio el 7 de abril del año 1994 fue liderada por extremistas de la tribu Hutu; éstos deseaban la exterminación de todos aquellos que formaran parte de la tribu Tutsi, ya que en el pasado hubo conflictos entre ambas tribus que con el paso del tiempo acumularon rencor y odio hasta el punto de desatar una masacre a nivel nacional. Los Hutus dejaron de ver a los Tutsis como personas, erradican su subjetividad y ante sus ojos no eran más que unas “sucias cucarachas” de las que había que deshacerse a toda costa. Esta situación puso a muchas personas entre la espada y la pared, ya que si uno -aún siendo Hutu- no apoyaba esta “causa”, se le asesinaba de igual manera. Cuenta Immaculée -con el debido trauma y confusión- cómo ella no lograba comprender la manera en

que sus amigos y conocidos Hutus la rechazaban con desprecio al anteponer la etiqueta de “cucaracha” antes que la de su persona, “¿Cómo podía mi mejor amiga haberse vuelto contra mi? Nos habíamos querido como hermanas, ¿cómo era posible que un corazón se endureciera tan rápidamente?”. (Ilibagiza, 2007, p. 65). De un día para otro Immaculée pasó de tener un nombre propio que la concebía como persona, a formar parte de una sucia plaga. ¿Cómo es posible que el hombre pueda llegar a despreciar al que es igual que él? ¿Qué tan dañado tiene que estar uno para despreciar a los demás de esa manera y desear su muerte? El autor, Carlos Llano, hace hincapié en su escrito sobre la dignidad humana diciendo: “El hombre es digno por encima de todas las cosas mundanamente consideradas porque está dotado de espíritu” (Llano, 2003, p.18). Tal cual como lo expresa Llano, es como deberíamos de ver a todos aquellos que nos rodean: personas diferentes a mí, pero que en esencia son iguales a mí; no podemos rebajar el “estado” de alguien más simplemente por un historial de disconformidades; es importante poner el acento en que “La dignidad de la persona deriva en su ser, se manifiesta en su obrar y reclama de las restantes personas, más que respeto y veneración”. (Apuntes AF, 2021) Asimismo, Llano expresa esta idea basándose en algunos de los escritos evangélicos de San Mateo acerca de la relación con el prójimo: “...el prójimo, no por ser otro hombre, es menos hombre que yo” (Llano, 2003, p. 27). Es claro que el fuego de este odio de los Hutus para con los Tutsis es alimentado por la intolerancia y por la indiferencia; atentar contra la dignidad del otro se convirtió en un derecho para los Hutus, cosa que, termina siendo contraproducente, ya que, al denigrar a mi prójimo, también lo hago conmigo mismo.

Analizando un poco más a fondo la situación, uno se podría preguntar ¿cómo es que este odio y discriminación hacia una tribu se pudo propagar con semejante magnitud?, pues Immaculée misma se da cuenta de esto al escuchar hablar al hijo del pastor, pues dada la conversación que tuvo con su padre se podía concluir que éste despreciaba a los Tutsis como cualquier otro extremista Hutu, “Sabía que él no era totalmente culpable por su ignorancia, puesto que había aprendido a despreciar a los Tutsis en la escuela [...] Los jóvenes Hutus aprendían desde muy temprana edad que los Tutsis eran inferiores...” (Ilibagiza, 2007, p.94). Ahí recae gran peso de los motivos de esta masiva hecatombe; no se entendía el valor de la persona, no se conocía bien ni se hizo un juicio correcto en cuanto a lo que verdaderamente significa la dignidad humana; uno de los grandes problemas es que ésta “se entienda y se aplique bien, y no que se distorsione a conveniencia de unos cuantos”. (Apuntes AF, 2021).

Ahora la pregunta es, ¿cómo soportar tanto odio?, ¿qué hubiera hecho uno si hubiese estado en la posición de un Tutsi inocente en medio de tanto caos? El ejemplo de Immaculée es grandioso. Porque como se mencionó anteriormente, fue su Amor por Dios lo que la sacó adelante. La oración es

un hábito fundamental de la voluntad en la vida de un miembro de la Iglesia Católica, ya que es lo que le permite a uno tener un espacio de intimidad y confianza en Dios. Dentro de la formación de la voluntad que propone Ramón Lucas en libro Explícame la Persona, se habla de “concretar el fin”, ¿qué iba a hacer Immaculée para mantener su esperanza, su motivación?, ¿qué medios iba a utilizar para recobrar su paz? Al estar en una situación como la de ella y la de miles de Tutsis, podría haber sido muy fácil caer en la desesperación, sucumbir al miedo e incluso dejar que el corazón se llenase de ira y odio. Sin embargo, para Immaculée no fue siempre así. Ella sabía y conocía que el Amor de Dios todo lo puede, y depositó toda su confianza en Él para que la sacara viva de esta terrible situación. Era evidente que Immaculée deseaba salir con vida, y bien, como presenta Lucas en su libro: “Querer es poder. La causa profunda de nuestra debilidad e impotencia está en la flaqueza de nuestro querer. Cuando se quiere de veras brotan fuerzas insospechadas aún en personalidades débiles” (Lucas, 2010, p. 103). No hay reacción más natural del hombre que querer sobrevivir cuando la vida misma está siendo atentada, y en este caso, Immaculée sí tenía ganas de vivir, quería vivir. Estas fuerzas insospechadas de las que habla Lucas son las mismas que empujaron a Immaculée a luchar por un mañana durante los tres meses que estuvo escondida en un baño. Este acto de querer lo explica Lucas de la siguiente manera:

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