Susana Y El Cielo Pedro páramo

Susana y el cielo en Pedro Páramo

En Pedro Páramo, los personajes y los objetos se confunden, intercambiando sus funciones. Esto es claro en cuanto a Susana San Juan y el cielo, ambos objetos en el texto oscilan entre objeto y personaje.

Susana San Juan aparece como objeto de deseo, como una bella durmiente que existe para ser contemplada pero nunca tocada, su sensualidad es hacia adentro, la escuchamos disfrutándose en sí misma, en sus recuerdos, pero nunca interactuando, ella solo puede contemplarse pero no poseerse. Pedro Páramo se convierte en el eterno observador, su papel es contemplar y esperar, aunque sabe que nada cambiará, pero es en la espera a donde esta el deseo, es en el deseo donde está la esperanza, aunque su realización sea imposible.

Ni siquiera el despertar al mundo de Susana acabaría con su espera, si despertara, perdería este encanto aurático que la hace tan atractiva, el deseo radica en la imposibilidad de su realización.

Lo mismo sucede con el cielo, que en este texto se convierte en un personaje, como Susana, está ahí todo el tiempo para ser contemplado, ostentando su belleza, gritando su no presencia, la imposibilidad de ser tocado.

Porque el cielo, como Susana, es inasible, lo vemos cambiando sus formas y sus colores, acompañando todas las acciones de los personajes, pero distante.

Todos los personajes aspiran al cielo, al deseo de salvación y aunque saben que no serán salvados, se aferran al deseo, su proceder es ambiguo, sus acciones y sus súplicas buscan el cielo pero con una actitud resignada, sin embargo es la ilusión lo que los sostiene, es la visión del cielo aunque no se pueda tocar y se convierte en una eterna espera desesperada de algo que no será.

De esta manera tanto Susana como el cielo se convierte en personajes principales de la historia, siendo la pasividad su acción más importante, una acción que mueve sutilmente todos los hilos de la trama.

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