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TEMAS DE CRÓNICA DE UNA MUERTE ANUNCIADA


Enviado por   •  30 de Marzo de 2015  •  1.572 Palabras (7 Páginas)  •  2.528 Visitas

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Gabriel García Márquez pretende denunciar lo ocurrido con la ocurrirá con la publicación de la obra, y en este sentido puede hablarse de novela ‘’real’’. Nadie escapa a su crítica, desde el estamento religioso (el Obispo, el cura) hasta cualquier otro asunto de calado social: la discriminación sexual, el problema de la convivencia entre razas, el poder en todas sus variantes, los prejuicios. En definitiva, critica mediante la literatura un código de conducta en que todos son víctimas de la incomprensión y la insatisfacción. Solo el amor salva de la destrucción. La crónica de lo real sirve a García Márquez para ejemplarizar, lo que no deja de ser una constante en su obra. En este caso, es la virginidad (elemento mitificado en una sociedad de tipo tradicional y rural) lo que desencadena el conflicto. Así pues, los núcleos temáticos que destacan son: el honor, la muerte, el amor, la violencia, la religión, el destino o la fatalidad y el racismo.

El tema sobre los que parece girar toda la trama narrativa es el honor, un código que rige la moral del pueblo, con un concepto barroco que gira en torno a la castidad, la virginidad y la pureza de la mujer, asociado a Ángela Vicario, el eje de la tragedia, quien fue educada por su madre. La muerte es la única forma de respuesta a una violación de ese código, basado de forma específica en la exigencia de que la mujer ha de llegar virgen al matrimonio. El honor es un sentimiento sublime y su defensa con sangre se justifica solo ante Dios. Así, los autores del crimen de Santiago Nasar son “inocentes” tal vez ante Dios según el cura Carmen Amador. Los Vicario obran con grandeza y dignidad y devuelven posesión del honor a su hermana y familia.

Pero la violencia no solo se ve reflejada en este crimen sino que se inserta en la cotidianeidad del pueblo de forma mecánica y cruel. La violencia surge como rasgo individual en Santiago Nasar, que desde niño aprendió el manejo de las armas y duerme con una escondida debajo de la almohada, y en la evocación de las guerras civiles, en las que el padre de Bayardo San Román fue un héroe. Se refleja también vinculada a la sexualidad masculina y se refrenda en la valoración del machismo: Santiago Nasar acosa a Divina Flor, como su padre había acosado a Victoria Guzmán. Sobre este tema del machismo encontramos que los hombres habían sido enseñados para ser hombres, y las mujeres para cuidar de ellos mismos y la casa, así como “para sufrir”. A la violencia recurre también Pura Vicario cuando Bayardo San Román le devuelve a su hija. Hay pues, además del hecho concreto del asesinato, todo un haz de referencias que configuran un vasto y heterogéneo telón de la violencia. De ella participa incluso el lenguaje, en especial cuando la narración plasma el registro coloquial (“que nadie me joda” dice Bayardo San Román cuando se despierta de una borrachera; para Victoria Guzmán es “una mierda”). El narrador recuerda cómo Victoria Guzmán “arrancó de cuajo las entrañas de un conejo y le tiró a los perros el tripajo humeante”. Y además, la expresión verbal a base de cuchillos, gritos y perforaciones que ocasionan los Vicario en su masacre al cuerpo de Nasar y que se detallan tanto en la escena del crimen como en la descripción de la autopsia.

Otro de los temas fundamentales que dan estructura a esta obra es la justicia, representada directa o indirectamente en diferentes personajes como son el coronel Aponte, el policía Pornoy, el juez instructor y por supuesto el Palacio de Justicia localizado en Riohacha. Márquez lo lleva a expresar de una manera un tanto irónica. Por un lado está el juez instructor, recién graduado, lo que nos lleva a la conclusión de una clara inexperiencia, al cual llevan hasta el pueblo para intentar resolver el asesinato. En lugar de empezar por cosas más sencillas en las que poder trabajar más cómodamente. En vez de juzgar a los homicidas, juzga a la víctima. Luego, por otro lado está el palacio de justicia, en desuso y malas condiciones (materiales antiguos, inundaciones…) además de contener un sinfín de casos sin resolver, quedando clara su falta de eficiencia (papeles desordenados y sin clasificación). También participan directamente Aponte y Pornoy, este último es un “mandado” del primero (le va a buscar cafés…), atendiendo una multitud de problemas, pero desgraciadamente no relacionados con la justicia. A parte, el coronel y alcalde, en el momento en que se entera de lo sucedido, lo deja pasar como si no fuese su deber, prosiguiendo con sus quehaceres en el casino. Aquí es donde Gabriel hace una dura crítica a la justicia que existía en Colombia en aquella época.

El destino o la fatalidad es otro de los más importantes núcleos temáticos. Sobre Santiago Nasar pesa esa fatalidad por una inverosímil acumulación de errores, casualidades, odios, rencores… No se trata tanto de una fuerza ciega como de un paulatino suceder de hechos que convergen en un nefasto final, creando una atmósfera un tanto truculenta: La parada del obispo habría podido detener, por respeto, a los hermanos Vicario, pero el obispo sigue el viaje; Plácida Linero cierra la puerta de casa a su hijo porque Divina Flor le asegura que está dentro. Tampoco ve el papel de advertencia que alguien ha echado por la puerta; Cristo Bedoya no logra dar con Santiago, le pierde el rumbo, y no puede matar a Pedro Vicario porque no sabe disparar; Yamil Shaim no lo avisa porque teme “crearle una alarma inútil”.

Aparece también el tema de la religión. Se detecta en la visita del obispo y las expectativas que provoca su presencia entre la gente. Santiago Nasar madruga para verlo llegar; el pueblo lleva “gallos bien cebados”, que eran su plato favorito: al pueblo “acuden las autoridades y los niños de la escuela”; Bayardo quiere que el obispo celebre la ceremonia de su casamiento, y Santiago Nasar se siente defraudado cuando el prelado pasa de largo. No hay que olvidar la significativa onomástica de muchos personajes (María, Poncio, Santiago, Pedro, Pablo…) y la dimensión del sacrificio que parte de la crítica ha señalado a propósito de la muerte de Santiago (las heridas en las palmas de la mano y la cuchillada en el costado). El tema se manifiesta a modo de fe con mucho de fetichista, ceremonial y milagrera. Y el autor no oculta el tratamiento humorístico, paródico o irónico-crítico. En tal óptica hay que situar que el obispo deje burlados a sus feligreses mientras el barco dejó ensopados a los que estaban en la orilla. Que Santiago Nasar vaya a verlo porque “es como en el cine” o que el cuerpo de María Alejandrina sea “el refugio apostólico” del narrador, y no menos irónico es que el cura declare inocentes a los asesinos “tal vez ante Dios”. Pero la religiosidad santurrona y protocolaria se ve contrastada con la presencia del espíritu supersticioso. La superstición orienta la visión de la realidad, termina el vivir y el morir, está inserta en la estructura mental y en las creencias (profundidad de muchos personajes). Lo sobrenatural es vivo y actúa en ellos: Santiago Nasar padece la circunstancia fatal de que su madre malinterpreta sus sueños pues “no les puso atención a los árboles que había en ellos” y no advierte el augurio aciago; Luisa Santiaga, madre del narrador, posee telepatía y artes de adivinación (sabe la noticia sin salir de casa) pero no logra transmitir “el pálpito de la tragedia”; El Coronel Aponte está trastornado por la “práctica solitaria del espiritismo”; Santiago Nasar interpreta unas luces lejanas como el “ánima en pena de un barco negrero que se había hundido con un cargamento de esclavos”; Luisa Santiaga advierte a los hermanos Vicario de que esa costumbre de peinarse de noche “retrasa los navegantes”; En una visión del mundo en la que tiene una absoluta manifestación la creencia de lo onírico, lo invisible, lo telepático, lo sobrenatural. Tal creencia está arraigada en los personajes al lado de la fe religiosa del sentido del honor y de lo ingobernable del destino. Además, el padre Carmen Amador abandonó su carrera de medicina para ordenarse cura, pero en el pueblo no muestra su deber al abandonar a sus feligreses (Santiago Nasar). Este hombre justifica el asesinato de los Vicario sosteniendo que “el único que puede juzgar es Dios y ante Él están todos perdonados”. La gente del pueblo no era muy religiosa (Ángela Vicario no quiere que la case el obispo).

El tema del racismo se hace presente contra los árabes, ya que tienen pensado hundirlos y culparlos de lo sucedido si les ocurre algo a los Vicario durante su estancia en la cárcel. También se expresa racismo en el personaje de Victoria Guzmán sobre Santiago Nasar (“Suéltala blanco”).

Por último, se encuentra también el tema del amor, protagonizado por la pareja que provoca la muerte, que irónicamente después triunfará en su deseo de unirse. A Ángela Vicario le brota el amor cuando Bayardo la arrastra a su casa: ”los puñetazos me dolían menos porque sabía que eran por él”; y, cuando de nuevo lo ve en Riohacha: “me volví loca por él, loca de remate”. Así la historia sangrienta de amor agraviado acaba con la madurez de un final feliz. Además, destacamos el amor verdadero, incondicional y eterno de los Xius, así como el amor maternofilial de Santiago y Plácida Linero.

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