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Аrrafos de una carta de Manuel Pedro de la Peña a su sobrino Francisco Solano López


Enviado por   •  19 de Octubre de 2011  •  Reseñas  •  549 Palabras (3 Páginas)  •  762 Visitas

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árrafos de una carta de Manuel Pedro de la Peña a su sobrino Francisco Solano López

«Voy a echarte en cara esa reprensible conducta observada con Panchita Garmendia».

«Debes saber que ésta es hija del honrado comerciante vizcaíno don Juan Francisco Garmendia y de la señora Dolores Duarte, cuyos consortes tuvieron tres hijos».

Aquí cuenta de la familia y de los acontecimientos que motivaron la orfandad de los niños y que fueron adoptados por Doña Manuela Díaz de Bedoya y Barrios, una de las principales matronas de Asunción, y continúa:

«En este invulnerable alcázar de la virtud y el decoro fue criada y educada Panchita, muchacha esbelta, coronada de belleza y atractivo, revestida de honestidad y honradez».

«Era el hechizo de cuantos la miraban, todos la adoraban y respetaban; pero tú que nada respetas tomaste el empeño de corromperla, la invadiste por todos lados, le estorbaste las uniones matrimoniales ventajosas que se le presentaban y has sido el obstáculo constante de su felicidad».

«Ella como una roca ha resistido siempre el embate de tus diabólicas pasiones, se te ha hecho invisible y se encuentra adornada de brillantes virtudes en medio de ese piélago de tus corrupciones».

«Viéndote burlado de la hermosa Judith paraguaya, adoptaste el recurso de aprisionar y desterrar a su hermano Juan Francisco con el fin de que ocurriera ante ti a implorar su libertad. Ella lo comprendió así y sin trepidar un instante se acompañó de su madre adoptiva, señora Bedoya, y se le presentó a hacer sus plegarias y ruegos por obtener la libertad de su hermano».

Tú, derretido de fementidos halagos, te mostraste clemente y le prometiste concederle lo que pedía; pero al salir de tu casa, le hiciste decir secretamente con tu rufián coronel Aguiar, que si hubiese venido sola, no se le hubiera negado la libertad solicitada».

«La prueba es que hasta hoy se encuentra el virtuoso joven Garmendia, sufriendo la pena de su cautiverio, y la infeliz hermana llorando su adversa suerte, nada más que por haber sabido conservarse pura».

Folio 124 de las «Memorias» de Juan Crisóstomo Centurión

«Me dirigí entonces, al cuartel general. Encontré al Mariscal de pie en el corredor cerca de uno de los horcones o pilares de madera labrada. Le manifesté el objeto que me llevaba ante él. Enseguida, en un pedazo de papel blanco, escribió a lápiz contra el horcón, los nombres de Pancha Garmendia y de las hermanas Barrios y me entregó con la orden de mandar ejecutar. Me causó esto un gran dolor y una profunda pena; pero por dura que fuese, el caso no tenía remedio.

»Le hice una venia y me retiré. Llamé a mi segundo, el comandante Barrios, a quien entregué

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