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Novelas Pedro Y Juan, San Manuel Bueno, Martir


Enviado por   •  1 de Octubre de 2013  •  1.042 Palabras (5 Páginas)  •  1.284 Visitas

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San Manuel Bueno, mártir

Ángela Carbanillo es una joven de Lucerna de Valverde, hasta que cumplió los quince años estudió en un colegio de monjas pagado por su hermano, Lázaro. Cuando dejó de estudiar volvió a su pueblo donde se reencuentra con amigos, familiares, vecinos y con un personaje muy conocido, el párroco, Don Manuel conocido como San Manuel Bueno Mártir.

Cuando Angelita cumple veinticuatro años Lázaro vuelve al pueblo para llevarse a ella y a su madre a la ciudad pero no logra convencerlas y decide quedarse.

Con el transcurso del tiempo se crean controversias entre Lázaro y Don Manuel pero al demostrarse una gran amistad terminan difuminándose aunque siguen manteniéndose algunas diferencias ya que Lázaro sabe, y a su vez Ángela lo sospecha, que Don Manuel no es creyente.

Antes de morir, Don Manuel, le dice a Lázaro que su mayor deseo es que la gente tenga fe y, así, mantenga su esperanza; a pesar de que el no la tenga. Le dice que no lo contó a nadie porque creía que rompería con las esperanzas de todo el pueblo y para él, Don Manuel, era tan importante creer en la vida como creer que hay algo después de la muerte.

Pide que le lleven a la iglesia para realizar su última misa y poder despedirse de su pueblo. En la iglesia predica el Evangelio entre lágrimas y sollozos, el pueblo lo escucha hasta que finalmente cierra sus ojos y muere.

Tras su muerte, Lázaro lo va a visitar todos los días a su tumba. Lázaro en una conversación con su hermana le dice que él no puede creer en Dios, como Don Manuel, porque no tiene pruebas de su existencia..

Conclusion

Ángela Carballino escribe la historia de don Manuel Bueno, párroco de su pueblecito, Valverde de Lucerna. Múltiples hechos lo muestran como “un santo vivo, de carne y hueso”, un dechado de amor a los hombres, especialmente a los más desgraciados, y entregado a “consolar a los amargados y atediados, y ayudar a todos a bien morir”. Sin embargo, algunos indicios hacen adivinar a Ángela que algo lo tortura interiormente: su actividad desbordante parece encubrir “una infinita y eterna tristeza que con heroica santidad recataba a los ojos y los oídos de los demás”. Un día, vuelve al pueblecito el hermano de Ángela, Lázaro. De ideas progresistas y anticlericales, comienza por sentir hacia don Manual una animadversión que no tardará en trocarse en la admiración más ferviente al comprobar su vivir abnegado. Pues bien, es precisamente a Lázaro a quien el sacerdote confiará su terrible secreto: no tiene fe, no puede creer en Dios, ni en la resurrección de la carne, pese a su vivísimo anhelo de creer en la eternidad. Y si finge creer ante sus fieles es por mantener en ellos la paz que da la creencia en otra vida, esa esperanza consoladora de la que él carece. Lázaro, que confía el secreto a Ángela, convencido por la actitud de don Manuel, abandona sus anhelos progresistas y, fingiendo convertirse, colabora en la misión del párroco. Y así pasará el tiempo hasta que muere don Manuel, sin recobrar la fe, pero considerado un santo por todos, y sin que nadie, fuera de Lázaro y de Ángela, haya penetrado

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