La existencia del cine

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El film-ensayo o cine-ensayo, que no cine de (arte y) ensayo, es el correlato cinematográfico de la larga tradición del ensayo literario.

Se trata de películas que no ofrecen una narración dramática (como el cine de ficción), ni tampoco una representación del mundo histórico (como el documental), sino una reflexión sobre el medio. Este programa es el primer acercamiento realizado en España, y uno de los primeros en Europa, a una de las prácticas menos cartografiadas del audiovisual contemporáneo. Los títulos seleccionados permiten caracterizar el ensayismo fílmico y observar su evolución durante la última década, haciendo comparecer a cineastas como Jean-Luc Godard (París, 1930), la figura que más ha contribuido a popularizar esta forma, y Mariano Llinás (Buenos Aires, 1975); documentalistas personales como Ross McElwee (Carolina del Norte, 1947) y Albertina Carri (Buenos Aires, 1973); cineastas vanguardistas como Barbara Hammer (Hollywood, 1939) y Angela Melitopoulos (Múnich, 1961); y videoartistas como Shelly Silver (Nueva York, 1957), Sean Snyder (Virginia Beach, 1972) y Deborah Stratman (Washington, D.C., 1967).

Según Alain Bergala, el film-ensayo es “una película libre en el sentido de que debe inventar, cada vez, su propia forma, una que sólo le valdrá a ella. El filme-essai surge cuando alguien ensaya pensar, con sus propias fuerzas, sin las garantías de un saber previo, un tema que él mismo constituye como tema al hacer esa película”.

Así, la imagen en movimiento demuestra que contar historias, como dicta la industria, no es su única vocación, sino que también puede servir para discutir ideas y generar un conocimiento, quizá más valioso que el ofrecido por la voz demiúrgica del documental tradicional, en tanto en cuanto aparece encarnado en una voz poética y tentativa que ensaya una escritura experimental.

La existencia del cine ensayístico es una idea intrigante y atractiva, una vieja utopía que ya formularon, en la década de los cuarenta, Hans Richter (Berlín, 1888; Muralto, 1976) y Alexandre Astruc (París, 1923) y que luego vislumbró André Bazin a partir de uno de los primeros filmes de Chris Marker, el gran ensayista del cine. Pero la génesis del concepto y la praxis del cine-ensayo tienen muchos otros afluentes. Debió recibir el impulso de Godard en su proceso de alejamiento del cine narrativo convencional; las aportaciones de mavericks del cine de autor como Pier Paolo Pasolini (Bolonia, 1922; Roma, 1975) y Orson Welles (Kenosha 1915; Hollywood, 1985); la influencia del cine-diario lírico del vanguardista Jonas Mekas (Semeniškiai, 1922); la conversión del documentalismo -sobre todo norteamericano- al modo performativo y a la primera persona y, por último, el creciente interés de artistas por la utilización del vídeo como medio para explorar

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