ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

¿A quién le habla la poesía escrita por nuestra generación?


Enviado por   •  6 de Mayo de 2015  •  1.541 Palabras (7 Páginas)  •  181 Visitas

Página 1 de 7

Las líneas que siguen intentan ser una reflexión en voz alta acerca de las circunstancias que enfrentamos -en medio del fragor de estos días terribles que nos ha tocado vivir- los poetas pertenecientes a la generación de los años ochenta en Venezuela, tanto en el territorio del ejercicio de la ciudadanía como en el campo de lo que ha convenido en llamarse el compromiso de los escritores. Al confesar esto, me es necesario aclarar que este intento excluye toda intención de normativa moral que atienda lo que semántica e históricamente se ha entendido como compromiso. Está lejos de mi intención el asumir un papel fiscalizador acerca de deberes y derechos. Se trata más bien de compartir mi preocupación acerca de algunos abismos. Propongo, en resumidas cuentas, una discusión abierta acerca de los logros del período y del avance en el terreno de la independencia del campo intelectual, lo cual busca poner en el tapete la antigua discusión acerca del carácter de voz de la tribu que tiene el poeta, concepto que cierta tradición ha puesto en boga desde hace ya algunas décadas y que me ha servido de punto de partida para ubicar mi oficio en las circunstancias actuales.

Por eso, he evitado -en la medida de lo posible- nombrar directamente a los personajes, interesado como estoy en proponer una lectura no estética sino más bien desde el punto de vista social y político. Acá se presenta otro inconveniente. Estoy seguro de que estos dos vocablos no disfrutan de prestigio alguno entre los compañeros de generación. Pero son pocas las alternativas. Por más que no sea de nuestro agrado o interés, y más allá de que tengamos o no conciencia de ello, toda literatura conversa de alguna forma con su circunstancia espacial y temporal. Por eso, el siguiente texto intenta evitar la primera persona del singular, con el deseo de buscar resonancias en el lector. Me ha sido imposible evitar el tono de ironía en algunos párrafos. Soy conciente de ello y lo asumo plenamente. En fin de cuentas, uno no escoge sus perversiones.

¿A quién le habla la poesía escrita por nuestra generación? ¿Con cuál país conversa? ¿Cuál es el país que fundan los poetas al re-escribir su imaginario? ¿Cuáles son los logros? ¿Cuáles los desaciertos?

.Lo que sigue es un alto en mi camino. Me preocupa lo que pasa en el país. En eso no me diferencio del resto de los mortales que viven en esta Venezuela que se debate entre su puesta en duda de la modernidad, su precaria intención de rescribirla y su franca vocación posmoderna. Quizás en la puesta en escena de estas reflexiones me acompañen algunos lectores y en el camino pueda responderme una pregunta que me agobia en las noches: ¿para qué y para quién escribo ahora, en estos tiempos de indigencia?

Silva criolla

Nuestra generación, aquella que se ha convenido en llamar la de los poetas de los años ochenta, ha despertado de un sospechoso, cómplice ­-o al menos particular- letargo, marcado por un desdén infinito por lo que ocurría en el otro país, el real, el de todos los días. De manera gratuita o cerebral, inocente o presumida, habíamos execrado de nuestro interés poético a la Venezuela postpetrolera que ocultaba, bajo un manto de primorosa y pulcra retórica, las excentricidades y torpezas de una clase dirigente que, a su vez, había decidido execrar de su campo de interés a gran parte de la gente común y corriente, incluyendo a sus escritores e intelectuales, condenándolos (desde los años del Instituto Nacional de Cultura y Bellas Artes, inc iba) a los bares, a las universidades, a las publicaciones periódicas o de libros, a los subsidios y a pequeñas y mediocres canonjías. En otros casos, los poetas se ofrecieron como cuadros medios o altos en la gerencia de todo tipo de asuntos burocráticos, incluyendo por supuesto los de carácter cultural, para mayor o menor ventura personal y colectiva, asumiendo -sin saberlo- los roles propios de lo que Ángel Rama ha llamado los oficios de la ciudad letrada. Mientras nos entreteníamos en este juego de arañas, los mismos personajes que presumíamos haber dejado en el siglo xix han venido desmantelando poco a poco al país, dejándonos sólo su recuerdo o, cuando más, un leve sabor en la boca.

Los indicios de este desdén lo encontramos cuando notamos -en los poemas escritos en el período- la poca presencia de toponímicos, nombres de plantas y animales, ritmos musicales, o referencias al gran libro de nuestra historia y de nuestra cultura. Cierto que hubo quienes nombraron al cristofué o a los lugares de la infancia, pero la excesiva presencia de alondras o de sitios como Venecia es preocupante. De entre los otros que se salvaron de tales omisiones, algunos lo hicieron con cierta desconfianza

...

Descargar como (para miembros actualizados)  txt (9 Kb)  
Leer 6 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com