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El autor de la poesía a Rosas


Enviado por   •  8 de Junio de 2014  •  Síntesis  •  613 Palabras (3 Páginas)  •  193 Visitas

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El autor de la poesía a Rosas escribió también un poema que tituló ‘Adrogué’ y que forma parte del libro El Hacedor (1960). En esa ciudad, cabecera del partido de Almirante Brown, la familia de nuestro escritor tenía una vasta residencia, con grandes patios, cabañas y un molino de viento.

Por Horacio Raúl Campos

Lomas de Zamora, abr 12 (AUNO) – Borges jugaba y descansaba en una quinta de Adrogué que, por sus dimensiones, se asemejaba a una miniestancia ubicada a escasos kilómetros de la Capital Federal.

En los albores del siglo XXI apenas si se puede sospechar lo que era esa ciudad hace treinta o setenta años, donde algunas familias del patriciado oligárquico tenían allí sus más que dilatadas residencias apacibles, cobijadas por verjas de hierro forjado, con parques y aromatizadas por eucaliptos.

Esos verdaderos ‘paraísos’ estaban también a resguardo de todos los violentos ruidos que tenían como epicentro la Capital Federal, por cuyas calles se movilizaban los obreros producto de la industrialización.

“Nadie en la noche indescifrable tema / que yo me pierda entre las negras flores/ del parque, donde tejen su sistema / propicio a los nostálgicos amores”. Así empieza el poema, en cuyos cuatro primeros versos quedan encerrados la noche, la inmensidad del parque con sus flores y el posible espacio destinado al amor. Todo bajo la metáfora de un ‘paraíso’ perdido.

Ese lugar, apto para la modorra de la clase que mandaba y manda en la República, podía ser propicio para los amores “o al ocio de las tardes, / la secreta ave que siempre un mismo canto afina, / el agua circular y la glorieta, / La vaga estatua y la dudosa ruina”. Lo que posee allí densidad ideológica son los tres primeros versos.

El primero ratifica lo que ya sabemos que hacen los propietarios terratenientes que ‘fundaron’ la Nación; en el segundo, insiste con un tema trillado: la posibilidad de que algo sea para siempre lo mismo (una sociedad, un pueblo, una civilización). Aquí la ideología conservadora se traduce por el canto de un pájaro, que jamás podrá ser el mismo por la sencilla razón de que lo hará de una manera cuando tiene dos meses y de otra antes de morir o simplemente cuando se avecina una tormenta.

En el tercero, reitera su viejo fanatismo por las circularidades, que en este caso es la descripción del agua de un aljibe, que además ofrece la quietud, otro oneroso lugar común borgeano.

Después insiste con otro lugar con el que cansó su literatura: Asocia aquí la profusión de eucaliptos que despiden “ese olor antiguo”. Se sabe que para Borges lo antiguo y en el contexto de la literatura argentina es el siglo XIX, la centuria añorada por nuestro escritor.

Lo “antiguo” para Borges también son las literaturas clásicas, el Imperio Romano, la Odisea y Virgilio, en tanto poeta del poder que le cantó a la vida pastoril. El olor antiguo nombra el tiempo de las quintas, escribe.

Los dueños del ayer

Los propietarios decimonónicos a veces pueden estar contenidos en metáforas, aunque sabemos que cuando Borges incursiona en política (en poesías o prosas) suele ponerse poco metafórico y la reafirmación de su dogma pastoril deja de ser sueño: “Duermen del otro lado de las puertas /aquéllos que por obra de los sueños / son en la sombra visionarios dueños / del vasto ayer y de las cosas muertas”. La ideología estanciera está expuesta con todo su esplendor en esos cuatro enfáticos versos.

Los dueños del vasto ayer (el mundo oligárquico del siglo XIX) son también propietarios “de las cosas muertas”: Leemos allí un lamento, tal vez sería mejor decir un vagido, por lo que ya no está, aunque esos dueños de la cosas siempre se en

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