COMPRADORAS COMPULSIVAS
Luna_Ruiz29 de Mayo de 2013
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Capítulos o desarrollo
¿A QUE LLAMAMOS COMPRAS COMPULSIVAS?
Se le llama compra compulsiva a toda compra que proviene de un impulso irrefrenable por comprar sin necesidad objetiva del producto.
“Un comprador compulsivo se define por una pérdida de la capacidad para controlar los impulsos, que se traduce en una compra compulsiva. Éste tipo de comprador no valora los objetos que adquiere y se define por una profunda ansiedad de adquisición y un hambre voraz de comprar”.
El también llamado trastorno de adquisición anormal, consiste de los impulsos de adquirir de forma frecuente artículos innecesarios, en ocasiones de elevados costos, costos que el consumidor en ocasiones no está en posibilidades de adquirir, es decir una compra compulsiva es aquella en la que el consumidor gasta de manera excesiva dinero con el que no cuenta, no es necesaria la existencia de fechas festivas o celebraciones familiares como pudiera ser la navidad. Y aunque en esta fechas el consumidor se enfrenta a gran bombardeo de publicidad visual y auditiva, sin embargo si puede llegar a considerarse un factor causante del aumento de dicho trastorno, y sobre todo en México pues se tiene una gran gama de festividades en las cuales participar y de no ser así se puede llegar a sentir la falta de pertenecía al entorno.
La impulsividad y la ansiedad caracterizan la compulsión, que responde a una insatisfacción vital intensa, a la carencia de alicientes o estímulos en nuestra rutina diaria, a la ausencia de actitud crítica y a un alto grado de credulidad y vulnerabilidad ante una publicidad comercial que identifica felicidad, seguridad en uno mismo y bienestar emocional con consumo. Intervienen también otros factores, como el deseo de estimulación social o interés por los lugares donde se congregan muchas personas (el centro comercial o las tiendas), y la inseguridad respecto al propio atractivo físico. La desvalorización y déficit de la autoestima también pueden estar detrás de este consumo irracional.
Aunque las primeras manifestaciones del consumo compulsivo comienzan a registrarse en los años veinte, no será hasta los ochenta cuando se convierte en poco menos que una enfermedad social, que alcanza a todo tipo de personas. La mayor vulnerabilidad de los jóvenes podría deberse a que en la adolescencia resulta más difícil controlar los impulsos. Los jóvenes consumistas gustan de frecuentar los centros comerciales y sienten el deseo permanente de ir de compras y adquirir cosas nuevas. En realidad, este comportamiento es el resultado de la insatisfacción personal, de la sensación de tedio y la falta de autocontrol, así como de la ausencia de alicientes, de estrategias de gestión del tiempo libre y de la escasa responsabilidad en el ámbito económico. Además, en los jóvenes se añade su mayor vulnerabilidad ante los mensajes publicitarios, en una etapa vital muy cambiante y marcada por la inestabilidad personal.
La adquisición de manera compulsiva se ha llegado a considerar una adicción psicológica en toda regla que, si bien en su máxima expresión afecta a poca gente, es más común de lo que pudiera pensarse. Es la consecuencia de un acto irreprimible y poco consciente del que después uno se arrepiente, porque se compran cosas poco útiles o se gasta más de lo que se puede.
Las conductas adictivas se caracterizan por la capacidad que tienen para producir gratificación inmediata o alivio de algún malestar. Las adicciones se inician como conductas placenteras pero, posteriormente, en un plazo variable para cada una de ellas, esclavizan al sujeto, que se siente obligado a repetirlas, a pesar del malestar que le están ocasionando, pudiendo crear situaciones conflictivas: endeudamiento, ruptura del equilibrio personal y familiar, crisis de pánico... Si la persona queda atrapada en esta conducta repetitiva, termina por crearse una auténtica adicción. Se habla de adicción cuando la conducta adictiva implica en tan gran medida al sujeto que le conduce a una dependencia. La persona reduce progresivamente su campo de intereses y sus obligaciones, de manera que la conducta adictiva termina por acaparar su vida. Es una relación negativa, incluso destructiva, que el sujeto se muestra incapaz de controlar
El trastorno de compras compulsivas (TLC) se observa en personas de todo el mundo y muestra una prevalencia a lo largo de la vida del 5,8 % en la población general estadounidense. La mayoría de los pacientes estudiados clínicamente son de sexo femenino (aproximadamente, el 80 %), aunque esta diferencia de sexo puede ser resultado de un artefacto.
Los pacientes que sufren TCC señalan una preocupación excesiva por la realización de compras, una tensión o ansiedad antes de la compra y una sensación de alivio después de ella.
El TCC se asocia a una comorbilidad psiquiátrica significativa, especialmente a trastornos del estado de ánimo y de ansiedad, trastornos relacionados con sustancias, trastornos de la conducta alimentaria y otros trastornos del control de los impulsos. La mayor parte de las personas que sufren TCC parecen cumplir los criterios de un trastorno del Eje II, aunque no se ha definido una personalidad especial «de compra».
La compra compulsiva suele afectar a grupos familiares, que también presentan con frecuencia trastornos del estado de ánimo y trastornos relacionados con sustancias. No hay ninguna forma de tratamiento estándar.
Se están realizando activamente estudios sobre el tratamiento psicofarmacológico y también se han desarrollado modelos cognitivo-conductuales grupales, que han dado lugar a resultados prometedores. El grupo Deudores Anónimos, los denominados círculos de vida sencilla, la biblioterapia, la orientación económica y la terapia conyugal también pueden desempeñar un papel en el tratamiento del TCC.
¿QUIÉNES SON LOS ENGANCHADOS A LAS COMPRAS?
[1]Así como en otros trastornos psicológicos, los compradores compulsivos necesitan estar solos para actuar. La presencia de un tercero, testimonio eventualmente crítico o moderador, estropea su placer. Acompañados tendrían que justificarse, dar buena cuenta de sus compras. Prefieren el secreto, que permite disimular el alcance de los gastos y las deudas. El pacer de la adicción, es así un placer solitario. Están deprimidos? No todos, pero es cierto que la compra compulsiva es en muchos casos, una manera de luchar contra el aburrimiento y aveces incluso la depresión. “Compro mas cuando me aburro, cuando estoy triste o mal conmigo misma”, nos decía Claire. El comprador compulsivo pasa el umbral del almacén en un espíritu ambiguo, dividido entre la esperanza de un bienestar o de un consuelo y la vergüenza de volver a caer. Este recurso de la compra-consuelo, es una de las causas principales de la compra compulsiva.
Lo que los psicólogos conductistas llaman un “condicionamiento operativo”, encuentra aquí una ilustración ejemplar: La compra-remedio a una tristeza pasajera o a una verdadera depresión. Comprar da seguridad, satisface e incluso puede producir una breve euforia, este efecto positivo, transitorio, incluso si es seguido rápidamente por un cierto sentido de culpabilidad, refuerza la conducta de compra.
Se refuerza el circulo vicioso, hasta el ciclo infernal de tristeza-compra-culpabilidad-tristeza-compra, que conduce a que las compras sean eternas e incluso a acrecentar su importe, para obtener de ellas un placer superior.
Las compras compulsivas dan lugar a un sentimiento de exaltación en un 44% de los sujetos; a un sentimiento de su propia importancia y aun crecimiento de sus autoestima en un 17%,y son vividas finalmente, como una distracción de los problemas cotidianos en un 14% de los sujetos.
No es sorprendente pues, que los vínculos entre depresiones y compras compulsivas sean estrechos. Nueve de cada diez compradores compulsivos, han estado en algún momento de sus vidas gravemente deprimidos. Las compras pueden ser contemporáneas al inicio de la depresión. Más a menudo aparece secundariamente, cuando esta evoluciona después de varios meses.
EL SENTIDO DE LAS COMPRAS
No todas las compras compulsivas están relacionadas con la depresión. Karl Abraham, discípulo cercano de Freud, se interesó por los adolescentes cleptómanos y detecto traumatismos graves, en sus infancias. Los compradores compulsivos cuentan también en su haber como dificultades en su infancia (violencia, traumatismos sexuales o sentimiento de abandono o de desinterés por parte de sus padres).
Gastar su dinero y especialmente el de los demás, puede expresar también una cierta agresividad.
LA COMPRA COMPULSIVA ES UN TRASTORNO BIOLOGICO
La pregunta es provocadora y como siempre en este caso, la respuesta es matizada. Aunque existen numerosos trabajos sobre compras compulsivas, ningún estudio a fondo ha tratado sobre los eventuales sustratos neoro-bioquimicos de semejante trastorno ni tampoco sobre su tratamiento con fármacos. A decir verdad nadie lo ha demostrado y hasta hoy ningún tratamiento farmacológico cura las compras compulsivas
[1]Ades, Jean. ]Las nuevas adicciones: internet, sexo, juego, deporte, compras,trabajo,dinero. Recuperado de http://books.google.es/books?id=fCihGc3bB5cC&pg=PA42&dq=compras+compulsivas&hl=es&ei=8ZPWTeupJsro0QHkopSwBw&sa=X&oi=book_result&ct=result&resnum=3&ved=0CDYQ6AEwAg#v=onepage&q=compras%20compulsivas&f=false
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