ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

Si bien el hombre resulta ser un ser pensante


Enviado por   •  29 de Mayo de 2012  •  2.222 Palabras (9 Páginas)  •  651 Visitas

Página 1 de 9

Si bien el hombre resulta ser un ser pensante, pero si bien es cierto que el origen del hombre ha sido muy sonado porque aún no se ha comprobado de donde proviene si es ¿de dios o del animal? Lo que si es cierto que día a día se va desarrollando de una forma inexplicable tal es el caso de los estudiantes como yo que solo analizamos las cosas y los intereses en el momento pero no lo productivo que será en el futuro.

La capacidad de aprender y elegir es la esencia de la condición humana, el elemento que nos diferencia del resto de los seres vivos y el núcleo de la libertad. Resulta algo conflictivo pero en realidad es tan sencillo siempre y cuando te guste y le pongas interés.

El ser humano por voluntad propia suele actuar y elegir; por este motivo, el filósofo comienza hablando de un tema diferente que es nuestra condición humana. Así, en la primera parte de este libro intenta describir una antropología de la libertad humana, atendiendo a sus condicionamientos biológicos y simbólicos, sus motivos y su irremediable aptitud.

Este capítulo analiza la voluntariedad de nuestras acciones y su restricción llegando asimismo al concepto del azar como principal limitante de nuestra acción (suma de 2 componentes, que precisamente definen el capítulo, “la incertidumbre y la fatalidad”) Para explicarlo parte de nuevo de la idea de la “acción humana”. Hace en principio una reflexión diferenciando el comportamiento animal del humano, explicando que el animal vive su vida según unos parámetros que los hace actuar con estilo de vida acorde con la especie. El ser humano, en cambio, debe proponerse un estilo de vida propio, necesita un estilo de vida práctico de lo que es y hace para poder ser y hacer.

El símbolo práctico es compartido con los demás, escogemos modelos que tengan en cuenta a los demás individuos porque vivimos integrados en sociedad. Es precisamente por este motivo por el que el lenguaje cobre importancia como factor que lo hace posible Estas dos preguntas resumen la intencionalidad de una acción. Sin intención no hay acción, entendida ésta como la definida en el capítulo I.

El ser humano se caracteriza no por comportarse como paciente de un azar lleno de accidentes, sino por ser agente de una acción intencionada. Pero, ¿cuándo se puede decir que un acto es intencionado? Precisamente cuando el individuo es capaz de responder a las preguntas “¿para qué?” y “¿por qué?” de sus actos. Aristóteles apunta la causa del accidente no encerrado en sí mismo, sino en virtud de otra cosa. Ciertas situaciones se producen por causas ajenas a nuestra voluntad, causas accidentales. Lo que diferencia un acto accidental del que no lo es, es la situación del individuo: ante situaciones que no controlamos somos pacientes de lo que ocurre. Sin embargo, lo propio de lo humano es ser agente, ser sujeto protagonista de acciones intencionadas.

En la acción humana debe existir intención. Lo que determina si un acto es o no intencionado es la posibilidad de responder a las preguntas fundamentales que titulan el capítulo Nuestra capacidad de elegir e inventar acciones es un dispositivo al servicio de la vida “Además de la vida biológica y zoológica que nos identifica como especie y cuya finalidad es la perpetuidad de la misma, el ser humano posee también una vida simbólica que pretende preservar lo individual, perpetuar y propagar lo irrepetible. Si nuestro telos es tan simbólico, ¿puede decirse que existe un arte de vivir? Si admitimos su existencia entonces debe ser parcialmente aprendido, pero sólo unos pocos llegan a vivirlo plenamente como tal. Éstos se convierten pues en modelos, en clásicos, dignos de ser imitados. En este arte podemos señalar dos partes: la higiene, entendida como el mantenimiento, disfrute y reparación de nuestro organismo; y la ética, que incluye aquellas exigencias y compromisos englobados en lo característico de lo humano.

Partiendo de la novela “El hombre que quería ser culpable” de Henrik Stangerup, Savater indica que sin libertad, sin opción de elegir, el concepto de culpa no existe. La denuncia de la novela se centra principalmente en la tendencia de la sociedad a inhibir las responsabilidades negativas de los individuos. Hoy es preferible padecer una enfermedad que asumir un vicio o tomar conciencia de culpa de nuestro comportamiento, “se acepta ser considerado irresponsable”. Todo ello condiciona la concepción de libertad del individuo. Frente al “yo soy yo y mis circunstancias” de Ortega, hoy impera la circunstancia al yo, y ello provoca cierta pasividad del sujeto, que pierde capacidad como sujeto agente.

No obstante, esta inhibición siempre se aplica al sentimiento de culpa, nunca al mérito. Este “determinismo parcial” hace que “seamos excelentes gracias a nosotros pero malos o deficientes a pesar de nosotros”. Esta visión fue ampliamente considerada a lo largo del tiempo, se remonta ya a los tiempos de Sócrates.

Éste creía que la virtud nacía fruto del conocimiento y que la ignorancia era la causa última del mal, por tanto, según esta teoría “el sujeto humano cuando conoce lo bueno, siempre lo prefiere a lo malo”. Hacemos el bien queriendo y el mal dominados por las circunstancias. Platón matizó esta teoría introduciendo elementos pasionales y ya por fin Aristóteles introdujo el concepto de akrasia o debilidad de la voluntad que lleva al hombre a optar por lo malo siendo consciente de que efectivamente lo es.

La akrasia es distinta al akolastos, éste hace referencia a aquel individuo “cuyas reiteradas perversiones lo han llevado a creer que obra bien cuando hace lo peor”. Para Aristóteles nadie es akrates en sus plenas facultades. Platón opta por explicarlo con sus tres facetas del alma: la calculadora o racional, la impulsiva la apetitiva o concupiscente. De modo que las dos últimas pueden velar la faceta racional No hay libertad sino pruebas de libertad. La primera es nuestra conciencia de sabernos libres, con opciones de elección. La segunda prueba la constituyen nuestras obras que dejan un eco en el pasado; nuestra libertad de hoy se cimienta en nuestros actos pasados.

En todo este maremagno pocas veces consideramos la vulnerabilidad humana. Muchos ejercicios de la libertad intentan suplir carencias humanas. Somos dependientes (a pesar de no poder contar con instintos y depender de ellos) de algo creado, la sociedad. Tenemos una memoria simbólica que nos impide vivir de forma independiente a los demás. Somos seres racionales y ello refuerza nuestros vínculos sociales pero fuera de la sociedad procuramos independizarnos de la naturaleza incontrolable.

El principio del hombre a través de tiempo se ha cuestionado ya

...

Descargar como (para miembros actualizados)  txt (13.5 Kb)  
Leer 8 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com