Economia Cerrada
sonnia19 de Julio de 2012
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Brasil es la economía cerrada más grande del mundo en términos de comercio internacional (las exportaciones son menos del 10% del PIB). Chile es una pequeña economía muy abierta (las exportaciones constituyen 35% del PIB). En el caso de los índices accionarios de estos dos países, más del 40% del Bovespa brasileño está compuesto por empresas productoras de materias primas exportables, mientras que en el Ipsa chileno no hay ninguna productora de cobre (que representa 55% de las exportaciones del país) y el resto de la minería, metálica y no metálica "pesa" menos del 15%.
el proceso de reformas económicas que
Chile emprendió desde mediados de los años setenta, y se derivan lecciones
de esta experiencia. Hace tres décadas en Chile se puso en marcha un
proceso de reformas económicas integrales. En ese entonces la economía
chilena era muy cerrada y con un alto grado de intervención estatal. A partir
de la década de 1940 en Chile (y en la mayoría de los países latinoamericanos)
se adoptó la estrategia de la Cepal de sustitución de las importaciones
e industrialización dirigida. Las nuevas autoridades económicas modificaron
radicalmente el modelo. Se liberalizaron los precios, se redujeron los
aranceles, se privatizaron empresas estatales; se realizó un ajuste fiscal, una
reforma tributaria, una reforma del sistema de pensiones, un proceso de
liberalización financiera, etc. Se introdujeron reformas en la educación, en
la salud y en muchas otras áreas, todas con una orientación de libre mercaRODRIGO
VERGARA 151
do. Chile fue el primer país latinoamericano que adoptó este tipo de modelo,
pero a fines de los años ochenta y comienzos de los noventa muchos
países siguieron sus pasos.
Los resultados fueron muy exitosos. A mediados de la década de
1980 Chile comenzó a vivir un período que más tarde se conoció como la
era dorada de la economía chilena. Entre 1984 y 1997 Chile creció a una
tasa anual promedio de 7,2%, la inversión y el ahorro experimentaron un
boom, la inflación se redujo a un rango de 2%-4%; el desempleo disminuyó
considerablemente y la cantidad de personas que viven bajo la línea de
pobreza descendió de más del 40% en 1987 a alrededor del 20% a fines de
los años noventa. Sin embargo, se requirió tiempo para alcanzar estos resultados.
En efecto, inmediatamente después de aplicadas las reformas iniciales
a mediados de los años setenta se registró un boom en la economía, pero
pocos años después, a comienzos de la década de 1980, aquélla se encontraba
sumida en una profunda recesión que obedeció a razones externas e
internas. Entre estas últimas se pueden citar la laxitud de la regulación y de
la supervisión bancaria. El costo de la crisis bancaria fue enorme y la
lección aprendida, muy clara: la liberalización financiera debe ir acompañada
de una adecuada regulación y supervisión financiera.
La experiencia chilena también enseña a ser pacientes. A menudo se
requiere tiempo para poder apreciar los efectos de la aplicación de las
reformas. Lo más probable es que los beneficios vengan después de los
costos. No obstante, a la postre el balance es muy positivo. Desde una
perspectiva a largo plazo, Chile representa el ejemplo de un proceso de
reformas altamente exitoso. El grado de consenso en el país en torno a esta
idea es tan alto que el modelo se mantuvo en la era democrática a pesar del
hecho de que había sido aplicado durante una dictadura.
Desgraciadamente, la era dorada parece haber llegado a su fin. Se ha
registrado un período de cinco años de
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