GORDON FOUNDRY COMPANY

GORDON FOUNDRY COMPANY

Acababa de graduarme en el Instituto Técnico Provincial cuando acepté un empleo en las Fundiciones Gordon, empresa de mediana categoría emplazada en una pequeña ciudad de una de las provincias Orientales. Se trataba de un buen empleo, ya que era el ayudante de Mr. Smith, el cual era Gerente y Presidente de la Empresa, propiedad de su familia. Yo tenía gran interés en aprender el negocio de fundición y, como vivía solo, al poco tiempo se podía decir que prácticamente vivía en la fundición. Yo tenía muchos problemas técnicos, el trabajo era sumamente interesante y mi jefe era una persona excelente.

Los trabajadores de la fundición formaban un grupo muy unido y en su mayoría eran hombres maduros. Varios de ellos habían pasado una buena parte de su vida en la fundición. Muchos estaban emparentados entre sí. Consideraban que conocían el negocio de fundición de cabo a rabo y tenían tendencia a tomar a broma el valor de una educación técnica. Al hablar de los deberes y responsabilidades del puesto, el presidente me había indicado que ningún graduado de Escuela Técnica había entrado nunca a trabajar en la Fundición Gordon. Además añadió: "Usted se dará cuenta de que el personal se compenetra francamente bien.

En su mayoría han estado trabajando juntos más de 10 años, lo cual se sale bastante de lo corriente en una fundición, por lo que hará falta que pase algún tiempo antes de que usted sea aceptado en su círculo. Pero, en conjunto, ya verá que se trata de un grupo de personal excelente".

Al principio los trabajadores me miraron fríamente conforme los fui tratando. También me di cuenta de que ellos cesaban en sus conversaciones cuando yo me aproximaba. Algo más tarde, noté siseos, semejantes a la llamada que se dirige a los gatos, cuando yo pasaba por el pasillo principal de la fundición. Yo opté por ignorar estas muestras de hostilidad por considerarlas tontas y pueriles. Suponía que- si seguía ignorando estas tonterías los trabajadores acabarían por abandonarlas, recapacitarían y verían lo ridículo de su conducta.

Un sábado, cuando hacía aproximadamente un mes que había empezado a rabajar, yo me encontraba en el Taller de Esmalte. Al entrar, observé que un obrero estaba ocupado limpiando el suelo con una manguera de la que salía agua a buena presión. Era corriente "baldear" dicho taller bastante a menudo. Yo me encontraba ocupado cerca de uno de los depósitos de inmersión, cuando de repente, por poco me derriba la fuerza de un chorro de agua. El obrero había dirigido deliberadamente la manguera hacia mí. Por la forma en que se dio la vuelta, como si no hubiera visto lo que había hecho, me di cuenta de que había pretendido alcanzarme.

HECHOS:

Porque meteria a un técnico

Conductas

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