La Familia Telerín deseaba emprender un negocio en Tonalá, Jalisco y debido al conocimiento previo que tenían de la industria restaurantera, decidieron abrir una restaurant.
fabianrizo93Ensayo9 de Noviembre de 2016
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La Familia Telerín deseaba emprender un negocio en Tonalá, Jalisco y debido al conocimiento previo que tenían de la industria restaurantera, decidieron abrir una restaurant.
En Marzo del 2014 iniciaron operaciones encargando a Carina, la hija mayor, la contabilidad y administración del negocio. Durante los primeros meses, los gastos operativos parecían absorber el ingreso obtenido de las ventas lo cual, aunado al aumento de personal que se dio en los primeros meses y a algunos gastos que no se tenían contemplados en un principio, comenzó a preocupar a Carina al grado de pensar que no podría continuar con el restaurante.
Antes de tomar una decisión, Carina pensó que existía la posibilidad de que el Estado de Resultados tuviera algunos errores y en realidad la situación fuera diferente de como ella pensaba. Ella se preguntaba:
“¿Qué estoy haciendo mal?”
“¿Hay algo que no esté contemplando?
Si mis ventas están creciendo, ¿por qué tengo pérdidas?
¿Conviene continuar con el negocio?”
La Familia Telerín estaba formada por tres hijos: Carina, la mayor, recién graduada de la carrera de Contaduría Pública; Omar estudiante de la carrera de Administración y Mizraim estudiante de Administración Financiera, El Sr. Telerín se había graduado de la carrera de Economía y trabajaba en el Gobierno del Estado , mientras que la Señora Verónica se dedicaba al hogar, esto le permitía pasar gran parte del tiempo en casa de su mamá, quién tenía un restaurant propio
Debido a que la casa de la familia Telerín se encontraba ubicada en una de las principales avenidas de la cabecera municipal de Tonalá, Jalisco; el ruido provocado por los automóviles y autobuses siempre había molestado a los papás de Carina. Además, los espacios de la casa comenzaban a parecerles insuficientes y ya que tenían la posibilidad económica de hacerlo, el papá de Carina decidió cambiarse con su familia a una zona residencial diferente, localizada a aproximadamente veinte minutos en automóvil de la que era su actual casa.
El Sr. Telerín comenzó a pensar en la posibilidad de establecer un negocio en la casa que estaban por abandonar, con la finalidad de obtener un beneficio adicional y aprovechar la calle en que ésta se ubicaba ya que ofrecía diferentes beneficios: cercanía a una universidad, acceso de autobuses,
Proximidad al centro de la ciudad y además, conectaba cuatro colonias importantes. Tras algunos meses de estudio, y debido al conocimiento previo que tenían de la industria restaurantera, decidieron abrir un restaurant y así continuar con la tradición familiar.
Los procedimientos necesarios para abrir el negocio fueron comisionados a Carina:
Contratación de personal, registro ante la Secretaría de Hacienda, compra de artículos de cocina, muebles, entre otros. Se le puso de nombre El Santo Pollote: una tradición jalisciense. La tradición restaurantera provenía de la familia de la mamá de Carina.
Los abuelos de Carina tenían más de 40 años vendiendo comida todos los fines de semana en la cochera de su casa. El lugar era de aproximadamente 70m2 y contaba con recursos limitados de iluminación, sillas y personal. Sin embargo, la gente que los visitaba, en palabras de Carina, “eran personas que iban por el sabor y no por el lujo”.
La mamá de Carina conocía el secreto de los ingredientes y preparación de la comida y tanto Carina como sus hermanos habían ayudado en algunas ocasiones como meseros cuando el lugar se llenaba. Por esto, y debido a los planes de abrir un negocio, la familia creyó que sería bueno ofrecerles a los abuelos la posibilidad de ampliar su negocio y formar una sociedad, trasladándolo de una casa a otra y dividiendo en partes iguales las utilidades.
Los abuelos, sin embargo, no aceptaron esta propuesta. Para ellos era imprescindible quedarse
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