La Injerencia Del Sobreendeudamiento Económico En El Deterioro De La Calidad De Vida

La injerencia del sobreendeudamiento económico en el deterioro de la calidad de vida

Frente a un mundo en desarrollo, la crisis de deuda se presenta como un obstáculo crucial para el progreso económico en general; con relación a este fenómeno en Colombia, casi todos los habitantes que han experimentado severas aflicciones económicas durante los últimos años, han tenido al menos una cosa en común: deudas muy grandes, dinámica que se percibe no sólo en las familias y las empresas, sino también en el mismo estado, el cual se ve obligado a recortar el presupuesto en todo lo relacionado con la inversión social en los campos de la salud, la educación, los servicios públicos y la vivienda, efectos que acrecientan la inseguridad y el subdesarrollo social en todos los niveles de la vida nacional; a su vez, la inversión en infraestructura como carreteras, hospitales y colegios se ha frenado durante mucho tiempo, situación que no ayuda al crecimiento económico, toda vez que la infraestructura ha dejado de impactar y estimular la inversión en nuevas unidades productivas; de allí que el sobreendeudamiento de las unidades económicas individuales genera, sin duda alguna, deterioro en la calidad de vida de las mismas, lo que lleva a pensar en la necesidad de implementar nuevas herramientas que ayuden a replantear la cultura del endeudamiento. ( 1 )

Con frecuencia en las relaciones cotidianas priman las falsas creencias en la mente de la mayoría de las personas de que los bienes materiales se consiguen con la ley del menor esfuerzo, pues el conformismo ha invadido el pensamiento ante todo de la mayoría de los adultos de las actuales generaciones, quienes han formado a sus hijos en dicha cultura, lo cual ha llevado a que vivan en un estado de apariencia y no de esencia, esto conduce a que progresivamente olviden el sentido de la autorrealización, situación que crea una orientación de irresponsabilidad cuando se adquieren deudas de consumo, como carros, ropa de marca, artículos electrónicos, entre otros, elementos de consumo que muchas veces buscan alimentar su manera de ‘tener’ mas no de ‘ser’; a esto se añade que no se les ha educado en el conocimiento del manejo económico, con el fin de que tomen decisiones correctas cuando adquieran obligaciones crediticias, puesto que en la realidad se destaca que muchos de ellos se han convertido en deudores morosos, entonces ocurre lo que se presenta en la actualidad colombiana, en la cual, más de la mitad de los hogares poseen deudas que se acercan al límite del endeudamiento, situación que genera un alto nivel de desconfianza frente a las entidades financieras y a la sociedad en general. (El País, 2013, 1 de agosto).

De acuerdo con los dos aspectos anteriormente citados, ha surgido también en el país la cultura del paternalismo del estado en varios frentes, como en el caso de los ladrones de cuello blanco, a quienes el estado les permite negociar el pago de los dineros sustraídos de manera ilegal; en otros casos, a quienes se alcanzan en los pagos de impuestos en algunos servicios públicos de propiedad del Estado, se les financian los pagos a costa del beneficio social; pero hay más, en los casos de las infracciones al tránsito cuando estos organismos regionales promueven exenciones de impuestos; agregado a estos hechos, también el paternalismo salta a la vista, cuando aparecen los subsidios a muchos artículos y productos; pero lo que más deja un sabor amargo en la opinión crítica del estado, son los subsidios de familias en acción. Todas estas acciones convierten al país en un estado de derecho, en contravía del principio constitucional, que dice: “Colombia es un Estado social de derecho”, se exime así el concepto social por un concepto particular de bienestar que aumenta el desmejoramiento de la calidad de vida de muchos ciudadanos, a quienes también deberían llegar los beneficios sociales del estado, pero los efectos que causan en últimas todas esas medidas, se dirigen a someter al Estado al sobreendeudamiento, cada día más, con la banca internacional.

Cabe considerar que el sobreendeudamiento trae consigo efectos tanto patrimoniales como extra-patrimoniales que inciden en la vida personal, al causar diversos traumas psicológicos al momento de vivir un alto grado de angustia por no hallar solución a su insolvencia o iliquidez económica, lo cual produce resquebrajamientos en los lazos familiares que hace que el problema se desplace al entorno social; en otras palabras, los perjuicios patrimoniales llevan a los individuos a vivir fuertes estados de depresión, ansiedad y estrés que afectan la salud mental y física de todo el núcleo familiar, que además, manifiestan actitudes agresivas que desbordan en acciones violentas en las diversas relaciones humanas. (Franco, 2009). Agregando a lo anterior, las personas sobreendeudadas presentan altos índices de ausentismo laboral que los somete a llamados de atención y hasta la pérdida del empleo, en algunos casos; pero más todavía, en su desesperación muchos de ellos se convierten en esclavos de la necesidad, a tal punto que se vuelven indelicados con las pertenencias ajenas; del mismo modo, un buen número de estas personas también se adentran en el mundo de las adicciones, en los juegos de azar, la drogadicción y el alcoholismo. (Banco Santander, diapositiva 4). En el caso de los deudores morosos se observa que muchos de ellos cuando se endeudan crean efectos extra-patrimoniales, pues su condición de vivir en déficit les trae deterioro en su salud, la cual presenta fenómenos que el individuo no puede financiar, quedando a cargo del Estado, el cual, dado el poco margen que le queda del PIB, se ve abocado a reformas tributarias que cada vez gravan al sector productivo, estrechando la capacidad de pago y la capacidad de

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