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Golf de la Sierra


Enviado por   •  28 de Mayo de 2013  •  523 Palabras (3 Páginas)  •  697 Visitas

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El club de Golf de la Sierra estaba considerado como uno de los más selectos clubes deportivos de Madrid. Sus magníficas instalaciones permitían practicar el golf, el tenis (el club disponía de 45 pistas de tierra batida), el squash, la gimnasia, el paddle y la natación. Los locales sociales disponían de salas de masaje y sauna, biblioteca, sala de televisión, sala de bridge y de una guardaría infantil. Finalmente, el club ofrecía un servicio de cafetería – restaurante de cierto renombre, que gozaba de un enorme éxito (los socios tenían un excelente servicio <<familiar>> en fines de semana, con una magnífica carta que incluía un menú de 1400 pesetas, un agradable entorno para almuerzos o cenas de negocios y, si se reservaban los comedores con algunos meses de antelación, era incluso posible organizar fiestas de comuniones, cumpleaños o banquetes de boda).

El club, como la gran mayoría de instituciones de este tipo, estaba regido por una junta directiva elegida cada cuatro años por todos los socios mayores de edad. Aunque el presidente y los distintos vocales supervisaban la buena marcha del club, lo cierto es que, desde 1985, el día a día había quedado a cargo de un gerente, Luis García, economista de 38 años e hijo de un antiguo capataz del propio club.

Luis García se conocía todos los entresijos de la casa pues, no en vano, había vivido de los 4 a los 22 años en una de las viviendas situadas dentro del propio club y que se ofrecían a los empleados de más antigüedad. Luis, en los 8 años que llevaba como gerente, creía haberse enfrentado ya a todos los posibles problemas que podían generar los más de 140 empleados (personal de mantenimiento, entrenadores, camareros, personal de vestuarios y vigilancia) y 10.000 socios (¡incluso la Federación Española de Golf le felicitó por el gran trabajo que llevó a cabo su equipo al organizar el Máster de 1992). Por esto se encontraba incómodo ante el conflicto que se le había planteado en la peluquería.

En el vestuario de caballeros los socios podían disfrutar de una peluquería que, desde la fundación del club a principios de siglo, ofrecía un servicio esmerado, barato y, sobre todo, entretenido (para muchos socios participar en la tertulia de la peluquería se había convertido en un verdadero ritual). De siempre, el ambiente que se respiraba en aquel rincón del vestuario era distendido, alegre y, en algún momento, hasta algo ruidoso.

En 1980, Martínez, que se había ocupado de la peluquería desde 1943, enfermó. El servicio se había degradado en los dos o tres años anteriores, había habido alguna que otra queja y por ello se le otorgó la baja definitiva y se contrató a Rodríguez que, con 51 años y treinta de oficio, parecía el candidato idóneo.

Rodríguez no defraudó. Era un peluquero extremadamente hábil, clásico, poco dado a cortes <<modernos>>

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