Principios De Administracion I
ncryg11 de Septiembre de 2012
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Indicadores de pobreza
Alfonso Dubois
Todo método de medición de pobreza requiere una previa definición conceptual de aquella realidad social que pretende medir. Por ello los indicadores de pobreza remiten ineludiblemente a los paradigmas o enfoques de la pobreza. Según las dimensiones que componen la definición de pobreza, la metodología de medición planteará unos u otros procedimientos e indicadores.
A lo largo de este siglo se ha producido una evolución en la comprensión de los contenidos de la pobreza que puede agruparse en tres grandes categorías: a) la pobreza contemplada desde la perspectiva del ingreso o renta y que considera exclusivamente los requerimientos mínimos; b) la pobreza que parte de las necesidades básicas, desde las más elementales como educación, salud y vivienda, hasta la inclusión de otras exigencias para una adecuada vida social, y c) la privación relativa, que establece una visión más global de la persona y que define la pobreza desde las capacidades más o menos plenas de las personas para desarrollarse (PNUD, 1997:18).
Una distinción importante es si se parte o no de un concepto de pobreza absoluta. La hegemonía de la pobreza absoluta como referencia de los estudios de pobreza ha sido la nota característica hasta nuestros días. Se entiende que se parte de un concepto absoluto cuando la definición de pobreza contempla un nivel o techo que delimita con nitidez el conjunto de necesidades que se tienen en cuenta o la cantidad de renta estimada para considerar que una persona es pobre. La delimitación se realiza en base a los criterios que cada sociedad establezca y que reflejan su concepción de lo que deban ser las condiciones mínimas de vida de las personas. Lo característico de la pobreza absoluta es que, una vez fijado el baremo, la medida permanece fija y no depende de otra referencia.
La pregunta convencional a la hora de elegir el método más adecuado para determinar los niveles de pobreza es si se debe partir de la renta o del consumo. Es decir, si resulta más apropiado tener en cuenta la capacidad potencial de satisfacer las necesidades, o si efectivamente se ha producido su satisfacción. Desde una perspectiva conceptual no parece haber duda de que el consumo ofrece una base mejor para determinar la situación de una persona que la renta. La renta puede resultar engañosa por su carácter variable, ya que presenta niveles muy distintos según el momento en que se haga la observación; por ejemplo, en el caso de trabajadores temporales. En cambio, el comportamiento del gasto suele ser más estable, o por lo menos no tan voluble como el ingreso, sobre todo cuando se trata de las necesidades más elementales. Las familias adecuan sus estrategias de manera que puedan garantizarse los niveles de consumo básico a lo largo del tiempo (ver estrategias de afrontamiento; sistemas de sustento).
De acuerdo a lo anterior, son dos los procedimientos fundamentales para establecer los niveles absolutos de pobreza (Sen, 1981): a) el método indirecto, que llega al concepto de pobreza a través de un elemento intermedio como es el ingreso del que disponen las personas u hogares, que permite establecer si potencialmente alcanza para adquirir los bienes y servicios considerados mínimos, y b) el método directo, que parte del dato de los resultados de satisfacción, es decir, de las necesidades efectivamente cubiertas, para lo que utiliza los datos de consumo reales.
La realidad es que, por razones de índole práctica, la mayor facilidad de medición y la disponibilidad de datos, el método más utilizado ha sido el método indirecto que se basa en los niveles de renta como criterio para determinar la pobreza. Esta elección no oculta todos los inconvenientes y deficiencias que el ingreso comporta. Pero, a pesar de estas deficiencias, la mayoría de los analistas siguen la convención de contemplar la pobreza como una función de los niveles de renta insuficientes para asegurar los bienes y servicios básicos (Blackwood y Lynch, 1994:568).
1) El método indirecto
La herramienta básica de este concepto de pobreza es la llamada línea de pobreza. La línea de pobreza permite determinar quiénes son pobres (hogares o personas). Y, a partir de este dato, se elaboran los indicadores que se consideren más adecuados para reflejar la pobreza de un país. El concepto de “línea de pobreza” consiste en determinar la renta teórica necesaria para cubrir los requerimientos mínimos de calidad de vida de una persona o un hogar en un país determinado. Así, una línea de pobreza establece la cantidad constante real de renta por debajo de la cual se considera que una persona u hogar es pobre. Se suelen distinguir dos niveles: la pobreza extrema o de indigencia, que se corresponde con la renta necesaria para cubrir las necesidades alimentarias y la pobreza moderada, o simplemente pobreza, que comprende además las necesidades mínimas no alimentarias. Por lo tanto, habrá que especificar qué línea ha servido de base para la medición; en caso de no señalarse nada, se entiende que se refiere a la pobreza moderada, o simplemente pobreza.
Las primeras construcciones de líneas de pobreza se centraron en el nivel de renta mínimo necesario para mantener la mera existencia física. Las elaboradas por Booth y Rowntree a fines del siglo XIX fueron las pioneras. Desde entonces la noción de “línea de pobreza” ha evolucionado reflejando los cambios en los estándares de vida a través del tiempo y de los países, aunque sin alteraciones esenciales. En América Latina, a partir de Altimir (1979) y con el impulso de la CEPAL, oit y PREALC, las líneas de pobreza se han elaborado en casi todos los países y han constituido el instrumento central en la medición de la pobreza.
Aunque el concepto de “línea de pobreza” resulta claro en su formulación, los problemas se acumulan a la hora de proceder a su construcción. En primer lugar porque no es posible establecer las bases de una línea de pobreza sin hacer juicios de valor que prioricen y seleccionen los factores a considerar. En segundo lugar, porque existen diferentes metodologías para elaborarlas.
Las metodologías que se han utilizado en los países en desarrollo han aplicado uno de los dos siguientes procedimientos: a) partir de la determinación de una referencia básica de necesidades reales –conocida como canasta básica– que se valora en moneda local; b) partir de la determinación de una cantidad fija absoluta para todos los países, con lo que se pretende dar respuesta a la comparación de las líneas de pobreza entre países, que se dificulta cuando cada uno la establece por su cuenta.
Siguiendo este último procedimiento, el banco mundial propuso una línea de pobreza única y universal en su Informe sobre el Desarrollo Mundial 1990, cuya fijación respondió a criterios muy precisos y simples. En primer lugar, la línea de extrema pobreza o indigencia para la que fijó un nivel de 275 dólares per cápita (medido en dólares PPA, Paridad de Poder Adquisitivo, de 1985) que se correspondía con la línea de pobreza de la India. En segundo lugar, fijó otro nivel más alto de 370 dólares para la línea de pobreza, que resultaba del promedio de una serie de países como Bangladesh, Egipto, India, Indonesia, Kenia, Marruecos y Tanzania. La elaboración de líneas de pobreza nacionales se ha extendido en la mayoría de los países y, aunque presentan diferencias en los métodos de cálculo, todas ellas parten de la fijación en valor de la moneda local de una canasta básica de alimentos que se multiplica por un determinado coeficiente para considerar las necesidades mínimas no alimentarias.
2) Indicadores de pobreza
Las líneas de pobreza ofrecen un criterio claro e inequívoco de pobreza con lo que se dispone de un mecanismo para determinar quiénes son pobres. La cuestión siguiente consiste en cómo utilizar esa información para obtener uno o varios índices de pobreza, es decir, una serie de medidas globales que señalen la importancia o alcance de la pobreza y que permitan conocer su evolución a lo largo del tiempo y su sensibilidad a las políticas que se pongan en práctica. Los principales indicadores o medidas agregadas de la pobreza se elaboran a partir de las líneas de pobreza y se agrupan en dos categorías: simples y compuestos.
2.1) Indicadores simples
a) Incidencia de la pobreza
La incidencia o extensión de la pobreza expresa el porcentaje de hogares, o de población, que no alcanza el nivel de la línea de pobreza. Su expresión matemática es bien sencilla:
H = % número de pobres (personas u hogares)
/población total
Es la medida más utilizada por su simplicidad y capacidad de comunicación, ya que resulta muy fácil de entender el significado que tiene el hecho de que un determinado porcentaje de la población se encuentra por debajo de la línea de pobreza. La utilidad del indicador no es cuestionable en sí misma; las reticencias surgen cuando se convierte en la referencia principal o única para medir la pobreza. Las deficiencias más pronunciadas son dos. Una, que no dice nada sobre si esos pobres tienen carencias semejantes o muy diferenciadas; si hay una mayoría cercana a la línea de pobreza y una minoría con carencias muy graves, o, por el contrario, la mayoría se encuentra muy alejada de la línea de pobreza. Dos, el análisis temporal, que es fundamental para conocer la evolución de la pobreza, que ofrece H es muy limitado. El valor de H permanece constante en un período de tiempo aunque haya empeorado la situación de todos los pobres en ese tiempo, simplemente porque el porcentaje de pobres no ha variado. A todo ello hay que añadir por último, pero no por ello de menor importancia,
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