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Tema Personas en Crisis


Enviado por   •  4 de Enero de 2018  •  Resúmenes  •  3.456 Palabras (14 Páginas)  •  100 Visitas

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Universidad Autónoma de Sinaloa[pic 1]

Facultad de psicología

Modalidad Semiescolarizada

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Tema:

Personas en Crisis

Cap. 4 Hospitalización de personas en crisis

Cap. 9 La familia incestuosa

Cap. 10 Víctimas de crímenes violentos


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CAPÍTULO 4

Hospitalización de personas en crisis

Una de las determinaciones clínicas más difíciles que deberá tomar el terapeuta, es la de hospitalizar o no a una persona en crisis. A menudo los profesionales de la salud mental, olvidan que la hospitalización puede ser aterradora para un enfermo y el significado simbólico o real que adquiere en la vida de la persona.

La hospitalización significa que, durante un tiempo determinado, la vida de la persona quedará bajo el control de otras personas que, en la mayor parte de los casos, son perfectos desconocidos. Además, el internamiento de una persona en un hospital psiquiátrico expone a la persona a la amenaza de un estigma difícil de olvidar y puede afectar al individuo por el resto de su vida.

        El psicólogo o psiquiatra debe valorar todas las posibilidades de manera independiente y fundamentar su determinación en lo que considera más adecuado para su cliente.

Como decidir si se debe o no hospitalizar

En esencia, la decisión debe de tomarse basada en consideraciones como: si el terapeuta cree que el estado del cliente puede deteriorarse a menos que sea internado en un ambiente protegido; si el cliente tiene una enfermedad mental que representa un riesgo para sí y los demás; si la persona esta tan incapacitada por una enfermedad mental que ya no puede cuidar de sí misma.

La decisión de hospitalizar no debe tomarse solo porque la persona actúa de manera extraña o que complica la convivencia; el terapeuta tendrá ciertas dificultades para resistir a las presiones de familiares, amigos o vecinos que votan en favor de hospitalizar a una persona que les resulta irritante.

Valoración y plan

        Es aconsejable observar al paciente con detenimiento, al tiempo que nos aproximamos con lentitud. Mientras observamos su conducta no verbal, es importante conservar suficiente espacio personal para que el individuo no se sienta atrapado o confuso.

        Como sucede en otras situaciones de urgencia, el terapeuta debe, ante todo, tratar de establecer un buen rapport, al tiempo que trata de entender que ocasiono el estado de agitación del individuo. Con frecuencia el individuo sometido a valoración no fue quien pidió ayuda, y también es posible que haya recibido un tratamiento brusco o provocativo antes de la llegada del terapeuta.

        Para inicial el proceso de valoración, es útil recordar el consejo de Salamon de “tratar con lo sano” (1976), porque aun una persona que presenta un estado de crisis conserva cierta fortaleza del yo. Lo más aconsejable es abordar la situación de una manera que inspire confianza, y transmitir a la persona el mensaje de que su seguridad y bienestar son lo más importante.

        El éxito de este proceso de valoración dependerá de la capacidad del terapeuta para inspirar confianza y establecer un buen rapport con la persona en crisis.

        El clínico debe adoptar una actitud firme, aunque tranquilizadora, y controlar la dirección y el flujo de la conversación. Las preguntas iniciales serán sencillas, directas y fáciles de responder con frases simples; después, el terapeuta puede proceder, con lentitud, a preguntas más abiertas una vez que se haya establecido la comunicación y la persona en crisis se muestre más tranquila.

        Lo más importante es que el terapeuta conserve el control y se conduzca con propiedad, sin importar lo que haga la persona en crisis.

Hospitalización involuntaria

En Estados Unidos, todos los estados permiten la hospitalización involuntaria debido al peligro personal (suicidas), para los demás (homicidas) o alguna incapacidad grave. Si el terapeuta no es médico y el cliente debe ser evaluado por el psiquiatra en turno del hospital, sería útil proporcionar información necesaria para su evaluación, entre algunas como identificación del paciente, historia clínica, estado afectivo y emocional, procesos mentales, etc.

El individuo peligroso u homicida

        Muchas personas que pierden el control, aun las que se vuelven agresivas u homicidas, tienen miedo de sus impulsos. En muchos casos, esto puede parecer una suposición equivocada, en particular cuando la persona en crisis es corpulenta, fuerte y/o se encuentra agitada.

        El terapeuta deberá hablar con el paciente en un sitio tranquilo, pero no estrecho, debido a que un área cerrada puede provocar pánico en la persona con crisis, quien se sentirá atrapada. También es aconsejable, como dijo Salamon (1976), que el terapeuta de libre acceso a la puerta en el caso de una persona agresiva.

        Si la persona se vuelve agitada y es necesario limitar su movimiento, el clínico no deberá intentar un enfrentamiento individual sino solicitar suficiente ayuda para impedir la resistencia.

        Los antecedentes personales del individuo pueden ayudar al profesional de la salud mental a valorar su peligrosidad potencial.

        Si el psicólogo o psiquiatra descubre que la persona en crisis lleva armas consigo, lo primero que debe recordar es que el paciente porta un arma para protegerse contra los demás; en consecuencia, el terapeuta debe ser muy cuidadoso de no hacer algo que el cliente considere agresivo o atemorizador. Es aconsejable preguntar por qué porta un arma, en vez de pedir que la entregue.

Y debemos recordar que un elemento fundamental para la valoración de la peligrosidad de un individuo es su respuesta al ofrecimiento de ayuda terapéutica.

CAPÍTULO 9

La familia incestuosa

Los impulsos de esta índole, cuando son resueltos en el curso normal de la maduración, mediante el recurso de la fantasía psicológica, pueden ocasionar que la persona se siente atraída o contraiga matrimonio con un individuo muy similar del progenitor del sexo opuesto. Si el progenitor, debido a un mal control, no puede “mantener a raya” estos impulsos, permitirá que se manifiesten en el mundo de la realidad con efectos más nocivos de los que pudiera imaginar cualquier padre o hijo.

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