Asi Habla

Friedrich Nietzsche fue uno de los pensadores modernos más influyentes del siglo XIX. Su obra sigue siendo estudiada hoy en día en todo el mundo, como un pozo de sabiduría, reflexiones y sobre todo, una feroz crítica hacia la sociedad. A pesar de los años que han transcurrido desde su “Así habló Zaratustra”, hoy en día se pueden aplicar absolutamente todas las situaciones que allí aparecen. Ahora, para atraer a un público diferente y distinto de la filosofía, la editorial Herder ha comenzado a traer lo que llamamos “manga filosófico”, una suerte de seinen que adapta ensayos y poemas épicos de filósofos a nuestro tiempo, en formato manga, lo que es aún más novedoso.

La primera vez que me aventuré en un manga filosófico, fue en “La divina comedia”, de Dante Alighieri. Mi primera experiencia fue vitalizante y muy constructiva. Saqué en claro que el manga podía llegar a ser una herramienta influyente en las aulas de filosofía para principiantes, un aliciente para querer investigar más y para acercarte a un complicado y denso mundo que se esconde tras todo este entramado de siglos y siglos de reflexiones. Fue tan buena mi opinión general, que quise comprobar por mí mismo qué se sentía leyendo “Así habló Zaratustra”, la gran obra de Nietzsche, trazada bajo las manos de un estudio de animación japonés. Cuál fue mi sorpresa al encontrarme a Zaratustra engalanado con un diseño más bien shounen (un alterego de Bleach) y una actitud deleznable para con su hermano, sobre quien pesan los rumores sobre su condición de adoptado. La familia de Zaratustra no podía ser más cristiana: se trata del párroco de la iglesia y su esposa, y como único trabajo, se dedican a pedir el diezmo a sus fieles, los cuales pronto comenzarán a ahuyentarse de la parroquia por la impertinente actitud de Zara (como lo llaman cariñosamente). Cuando los problemas comienzan a hacerse mayores, los rumores alcanzan a toda la familia, ya no sólo su pobre hermano, dócil y fiel, y la madre de Zara, para atajar con los problemas, termina admitiendo frente a los fieles que encontraron a Zara, llorando en plena calle, dentro de una cesta. Así es cómo descubrimos que Zara es realmente el hijo adoptado de la familia, y a partir de ese momento, su vida se tuerce irremediablemente. Cuando los años pasan y vemos a Zaratustra convertido en un vándalo al más puro estilo de “La Naranja Mecánica” (es más, hay una escena totalmente inspirada en la película de Stanley Kubrick en la que Zaratustra patea con un bastón a un mendigo que duerme en plena calle, ayudado por sus amigotes traicioneros), nos llega a sorprender la rabia que reina en su interior, por donde el autor transmite su pensamiento revolucionario. La fiera crítica hacia la hipocresía de la iglesia y la introducción del pensamiento del Yo que Nietzsche mantenía, se ven manifestadas en mitad del manga, con virulencia e ímpetu, tan impetuoso como el propio Zaratustra.

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