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Autoestima

ocos24 de Octubre de 2012

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LA AUTOESTIMA Y RELACIONES ENTRE IGUALES EN NIÑOS DE TERCERO DE PRIMARIA

Palabras clave: Niños, autoestima, relación entre iguales, cuestionario.

Introducción

La auto-estima parece estar relacionada con la salud mental positiva y el bienestar psicológico. Wells y Peterson, 1989 (en Mruk: 1999) dicen que se ha demostrado repetidas veces que la auto-estima y la salud psicológica se relacionan con consecuencias psicológicas favorables en diversas situaciones psicológicas. Se dice que tal vínculo entre auto-estima y conducta incluye correlaciones entre la autoestima y el alto funcionamiento del ego, el ajuste personal, el control interno, la edad, la autonomía, entre otros. Según el Dr. Branden, 2006 (en: Alvares, 2006) autoestima es confiar en nuestra capacidad de pensar y enfrentarnos a la vida así como confiar en nosotros mismos, es decir, vernos como seres humanos completos. El término autoestima incluye necesariamente una valoración, y expresa el concepto que uno tiene de sí mismo, según las cualidades subjetivables y valorativas Musitu, Román y Gracia, 1988 (en: Cava, 2000). El sujeto se valora a sí mismo, según cualidades que provienen de su experiencia, y que son consideradas como positivas o negativas. El concepto de autoestima se define como la satisfacción personal del individuo consigo mismo, la eficacia de su propio funcionamiento y una actitud evaluativa de aprobación Lila, 1995 (en: Cava, 2000).

La autoestima a lo largo de la vida crece conforme las experiencias del sujeto de cómo interactuamos con el mundo, nuestros semejantes y de cómo ellos nos ven. Mruk (1999) dice que la carencia de esta se relaciona con ciertos fenómenos negativos, como enfermedades mentales y la propia naturaleza humana que ha contaminado el concepto; entenderlo no es más fácil que aplicarlo. Además de nuestros malos hábitos, tenemos déficits importantes en el aprendizaje, la empatía, compasión, saber escuchar y comunicarse con la palabra. Lo ideal es gustarnos a nosotros mismos y así tendríamos una especie de aceptación en nuestra propia naturaleza, se dice fácil pero requiere esfuerzo y tenacidad para ir avanzando (Mruk, 1999).

Auto-estima no es creer que somos superiores a los demás por alguna razón o virtud que poseamos, tampoco es algo que se consigue de un día para otro en cualquier circunstancia o un explicación para todos los males de las personas, no es depender de algo para hacernos sentir que tenemos valor ni compararse con otros, por supuesto tampoco es idolatrar. Al contrario el auto-estima es aceptarse a sí mismo como es, con errores y aciertos intentando mejorar, sentir y entender las necesidades propias y de los demás, una forma de evaluarse a sí mismo y formar un vínculo con el optimismo, la empatía y distintos valores así como también es un elemento que ayuda a la productividad y que depende principalmente de nosotros mismos para llegar a una edad adulta con vida plena y ser consciente de la persona que somos e imponernos retos a nosotros mismos (Mruk, 1999).

La autoestima puede ser considerada una estructura multidimensional, ya que tenemos un concepto de nosotros mismos y una valoración del mismo, diferente en cada uno de los ámbitos o contextos relevantes de nuestra vida, como , por ejemplo el ámbito familiar, el académico, el físico etc., en consecuencia, es necesario potenciar la autoestima en las distintas dimensiones de ésta (Cava, 2000).

Cuenta con un componente emocional que son los sentimientos de agrado-desagrado, un componente mental, cognoscitivo que son las ideas falsas o correctas de uno mismo y un componente conductual-social referidas a las reacciones de comportamiento abierto para relacionarse productivamente con el mundo, combinándose entre sí para generar patrones de utilidad. Por supuesto hay autores que definen distintamente el mismo concepto y que apoyan la idea de que nosotros mismos tenemos alguna idea de lo que es auto-estima como Smelser, 1989 (en: Mruk, 1999) dice que “disponemos de una percepción bastante firme de lo que significa el término tal y como se revela mediante nuestra propia introspección y observación de la conducta ajena. Pero cuesta mucho expresar tal comprensión en términos precisos.

Branden (2009) define seis componentes principales de la autoestima. El primero es vivir conscientemente. La consciencia es el instrumento de supervivencia básico. Su significado primario se refiere al estado de ser consciente de algún aspecto de la realidad. También puede considerarse como una facultad, el atributo de ser capaz de ser consciente. Si no vivimos de manera consciente, nuestro sentido de eficacia personal y de respeto hacia uno mismo se ve opacado, así como sentirnos competentes y valiosos. El vivir conscientemente también implica ser responsables y reconocer lo que existe, lo que implica no confundir lo subjetivo con lo objetivo. El segundo es la aceptación de sí mismo. La autoestima, sin la aceptación de sí mismo es imposible, la aceptación de sí mismo es algo que hacemos, a diferencia de la autoestima que es más bien algo que experimentamos. Significa estar de nuestro lado, implica valoración de uno mismo y compromiso resultante del hecho de estar vivo y consciente; se podría considerar como un egoísmo natural, es la negativa a estar en una relación de confrontación con uno mismo, es una disposición a experimentar y aceptar nuestros sentimientos, en vez de negarlos o ignorarlos. El tercero implica la responsabilidad de sí mismo. Significa experimentar una sensación de control sobre la vida, de asumir la responsabilidad de la propia vida y el bienestar, de nuestras acciones, deseos y elecciones. No significa que somos responsables de todos los aspectos de nuestra vida y todo lo que nos sucede, sino de lo que está bajo nuestro control. El cuarto es la autoafirmación. La autoafirmación significa respetar los deseos, necesidades y valores propios, y buscar su forma de expresión adecuada en la realidad. Significa la disposición a valerse por uno mismo, a ser quien se es abiertamente, a tratarse con respeto en todas las relaciones humanas. No significa agresividad inadecuada o querer pasar encima de los demás, ni ser indiferente a sus derechos. El quinto es vivir con propósito. Si no vivimos de esta forma, prácticamente vivimos a merced del azar, nuestra orientación a la vida es reactiva en vez de proactiva. Vivir con propósito es utilizar nuestras facultades para la consecución de las metas que hemos elegido, las metas que nos impulsan, las que nos exigen aplicar nuestras facultades, implica interesarse por identificar las acciones necesarias para conseguir nuestras metas, controlar la conducta para verificar que concuerda con nuestras metas, y prestar atención al resultado de nuestros actos para comprobar que conducen a donde queremos llegar. Y el sexto y último sería la práctica de la integridad personal. La integridad consiste en la concordancia entre los ideales, convicciones, normas, creencias etc., y la práctica de estos. Antes de esta integridad, necesitamos juicios sobre las acciones correctas e incorrectas. La energía para todos estos aspectos solo puede proceder del amor a nuestra vida.

Acevedo y Carrillo (2010) realizaron un estudio sobre la adaptación , ansiedad y el autoestima en niños de 9 a 12 años comparando una escuela tradicional y el Montessori la finalidad del estudio era saber si estos 3 elementos se relacionaban y si influían ambos escenarios; se evaluaron a través de test y cuestionarios en distintas escalas permitiendo encontrar que a manera que incrementa el autoestima decrece la ansiedad en una escala de Alfa Cronbach encontrado que un nivel bajo de adaptación y/o autoestima afecta el funcionamiento personal , escolar , social y familiar de los niños.

Tejeda Lagonell (2010) investigó a estudiantes de la 1 etapa de educación básica (niños de 1º,2º y 3º de primaria) de Caracas definiendo la autoestima como conjunto de vivencias y sentimientos generados por experiencias, el objetivo principal del autor era indagar el nivel de escolaridad y el género en relación con el autoestima que apoyan el cambio evolutivo de la autoestima (reflexión de sí mismo) y experiencia por lo que la escuela juega un rol importante que se considera generadora de autoestima mientras que la escolaridad y el género no mostraron algún cambio significativo.

La niñez media es aproximadamente de los 6 a los 12 años, a este periodo de vida que va desde los seis hasta los doce años se ha denominado años intermedios, edad entre el tumulto de los años preescolares y la adolescencia (Guy, 1999).

Un estudio de Estrada, G. L y Lomán, R. M. R. (2004) con el objetivo de iniciar el desarrollo de una prueba para la medición de la autoestima en niños entre las edades de 9 a 14 años de 4to a 6to grado de primaria, con un cuestionario. Se identificó que de acuerdo a las respuestas de los niños que la autoestima mantiene una estructura multidimensional donde se identifica una variedad de facetas o factores. Apoyando al modelo del “yo” para mejorar el aprovechamiento en la escuela identificando su autoestima se ajusta con base a su desarrollo en el salón de clases.

Se tiende a considerar el desarrollo de la personalidad como una función de la interacción del individuo con su ambiente social, también a los años en la escuela primaria como años cruciales para importantes tareas de desarrollo. Kagan y Moss, 1962 (en: Rau, 1979) sugieren que los primeros cuatro o cinco años de escuela parecen ser un periodo crítico para el niño. Se ve obligado a romper algunos de sus vínculos de dependencia con su familia, a aprender habilidades académicas

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