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Bartra Y El Exocerebro


Enviado por   •  20 de Mayo de 2014  •  2.039 Palabras (9 Páginas)  •  488 Visitas

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Bartra y el Exocrebro

“¿Es el hombre solo vaso e instrumento […] o posee también fuerza propia?”

Herman Nohl

Roger Bartra (2011) en su artículo: “Antropología del cerebro: determinismo y libre albedrio” (p. 1) propone el estudio de la conciencia desde lo que se podría llamar una perspectiva exocerebral en discordancia con los modelos de explicación deterministas y de tipo religioso y metafísico. Tal perspectiva se ve fundamentada en:

…la idea de que la conciencia existe en las redes que vinculan los circuitos neuronales con lo que llamado el exocerebro. Las decisiones que podemos llamar «libres » son procesos que ocurren precisamente en este exocerebro, es decir en el conjunto de redes que unen a ciertos circuitos neuronales con una parte de las estructuras culturales. (Bartra, 2011, pp. 4).

Bartra da razón de esta tesis respaldado por diversos hechos:

La condición de los autistas, que parecen tener atrofiadas precisamente las redes neuronales sociodependientes, o la de los individuos afectados por el llamado síndrome de la personalidad antisocial y que los estudios han mostrado que se caracterizan por una reducción significativa de la materia gris prefrontal.

Las formas de plasticidad en circuitos neuronales que requieren de las experiencias provenientes del medio externo para completarse en forma normal.

El hallazgo realizado por Rizzolatti y su equipo (1996) de las llamadas neuronas espejo (Bartra, 2011, pp. 5).

De tales evidencias, el autor deduce la existencia de una particular interacción entre las redes neuronales y las estructuras culturales (exocerebro).

Para dar cabida al carácter funcional de esta relación desarrolla el concepto de “incompletitud”, basado en las investigaciones realizadas por Ramanchandran (1998), sobre el miembro fantasma. Bartra, en el 2011, plantea que según el concepto de incompletitud “los circuitos neuronales requieren de redes externas para completarse” (p. 6). En otras palabras, estos sustituyen ciertas funciones del cerebro potenciando la capacidad de los circuitos cerebrales.

Una vez el autor, ha asumido la interacción entre el cerebro y el exocerebro, se ve en la tarea de explicar la manera en que los impulsos nerviosos se transforman experiencia subjetiva (qualia), en otras palabras ¿Qué unifica la mente y el cerebro? Ante esta interrogante, y en contrapartida a autores como Ramanchandran, el autor expone lo siguiente:

Hay que destacar el hecho de que una parte importante, y acaso fundamental, del aparato traductor no se encuentra oculto en el interior del cráneo, sino que funciona ante nuestras mismas narices bajo la forma de un amplio abanico cultural integrado por lenguajes, arte, mitos, memorias artificiales, razonamientos matemáticos, órdenes simbólicos, relatos literarios, música, danza, mecanismos clasificatorios o sistemas de parentesco (Bartra, 2011, pp. 8).

Para Bartra (2011), las representaciones mentales pueden ser traducidas a su nivel neuronal, no obstante solo es en la dimensión cultural o exocerebral donde estas cobran tal sentido, debido a que “las representaciones y el arte nos permiten traducir lo que parece intraducible” (p. 8). En otras palabras es dentro de los mecanismos exocerebrales donde se produce la mediación traductora entre el lenguaje cerebral y el lenguaje mental.

Seguidamente, Bartra (2011) establece este carácter de dependencia exocerebral como algo típicamente humano, diferenciándolos, por ejemplo de los simios, los cuales “son capaces de usar un exocerebro lingüístico si se les proporciona, y se adaptan a su uso. Pero no tienen circuitos nerviosos caracterizados por su incompletitud y su dependencia de circuitos exocerebrales.” (p. 9).

Por último, el autor ubica la solución al problema del libre albedrío en el exocerebro asegurando que el ser humano a pesar del enorme espectro de circunstancias condicionantes es capaz de ser libre. Sin embargo, esta libertad solo es posible en el entorno sociocultural. Tal como lo plantea el autor: las redes socioculturales representan una nueva dimensión de la realidad, que si bien proviene de una base material, posee su propia dinámica, conformada, a su vez, por sus propias leyes, normas y estructuras. Y es precisamente por esta razón que se hace factible guiar la investigación sobre el libre albedrio y la conciencia a través, de esta nueva dimensión explicativa, que a la larga ayudara a comprender mejor las dimensiones neurofisiológicas y biogenéticas. (Bartra, 2011).

El texto de Roger Bartra (2011), nos ubica, ciertamente, en el punto de partida de la investigación futura respecto a la conciencia y el libre albedrio. Su teoría nos acerca a un paradigma que si bien intenta alejarse lo más posible de explicaciones de tipo metafísico, no llega a caer en el reduccionismo físico ni en el biológico, sino que se enmarca en un paisaje distinto, uno que permite abordar el fenómeno desde su complejidad, tomando en cuenta las propiedades nuevas que surgen de el a medida que se interrelacionándose con mundo.

De esta manera, se puede ver como el artículo despierta un debate entre el reduccionismo cerebral que considera al ser humano como un sub-producto del cerebro con cierta facticidad y un paradigma complejo multidimensional que acepta la diferenciación de la realidad en distintas dimensiones (física, biológica, psíquica, etc.), cada una de las cuales contiene su propia dinámica y propiedades características, a pesar de basarse su mantenimiento en las otras.

Personalmente comparto la idea del autor de que la libertad en el ser humano si existe, aunque lo haga solo en una dimensión limitada, que para Bartra (2011) estaría ubicada en un nivel cultural de manifestaciones exocerebrales. Pero no comparto su rechazo a explicaciones metafísicas o filosóficas, si así se les quiere llamar. Primero que nada, y tal como lo plantea Bunge, en 1978, toda vez que realizamos ciencia estamos haciendo también, aunque sea inconscientemente, filosofía. (p. 69). Además, es importante tomar en cuenta que como tantos otros, “la libertad es un problema siempre abierto” (Diccionario Filosófico, 2006, p. 137). Al igual que ocurre con el tema de la conciencia, y tal como lo plantea Orozco (2000) “las diversas posiciones y enfoques teórico-metodológicos

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