COMPORTAMIENTO OPERANTE
Kellyndahiana4 de Noviembre de 2013
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COMPORTAMIENTO OPERANTE
El proceso del condicionamiento operante descrito en el
capítulo anterior es bastante sencillo. Cuando una unidad de
comportamiento tiene la clase de consecuencias denominada
reforzante, tiene mayor probabilidad de ocurrir de nuevo. Un
reforzador positivo fortalece cualquier comportamiento que lo
produzca: un vaso con agua es positivamente reforzante cuando
tenemos sed, y si entonces llenamos un vaso con agua y lo bebemos,
tenemos mayor probabilidad de hacerlo de nuevo en condiciones
similares. Un reforzador negativo fortalece cualquier
comportamiento que lo reduzca o le ponga fin: cuando nos
quitamos un zapato que nos aprieta, la reducción de la presión es
negativamente reforzante, y tenemos mayor probabilidad de hacerlo
de nuevo cuando nos apriete un zapato.
Este proceso complementa la selección natural. Las
consecuencias importantes del comportamiento que no pudieron
desempeñar un papel en la evolución por no ser rasgos del ambiente
suficientemente estables, se hacen efectivas a través del
condicionamiento operante durante la vida del individuo, cuyo
poder para manejar su mundo se incrementa ampliamente.
LOS SENTIMIENTOS DE LOS REFUERZOS
El hecho de que el condicionamiento operante, como todos los
procesos fisiológicos, sea un producto de la selección natural, arroja
luz sobre la pregunta de qué clases de consecuencias son reforzantes
y por qué. Corrientemente se dice que una cosa es reforzante porque
se siente, se ve, huele o sabe bien, pero, desde el punto de vista de la
teoría evolucionista, la susceptibilidad de refuerzo se debe a su valor
de supervivencia y no a ningún sentimiento asociado.
Esto puede aclararse haciendo referencia a los reforzadores que
desempeñan un papel en el condicionamiento de los reflejos. Ciertos
estímulos químicos en contacto con la lengua provocan salivación
(de la misma forma que otros estímulos provocan secreciones en
etapas posteriores de la digestión) porque su efecto ha contribuido a
la supervivencia de la especie. Una persona puede decir que una
sustancia tiene buen sabor, pero esa sustancia no provoca salivación
porque tenga buen sabor. De igual manera, retiramos nuestra mano
de un objeto caliente, pero no porque el objeto se sienta como
doloroso. El comportamiento ocurre porque en el curso de la
evolución se han seleccionado los mecanismos apropiados Los
sentimientos, simplemente, son productos colaterales de las
condiciones responsables del comportamiento.
Lo mismo se puede decir de los reforzadores operantes. La sal y
el azúcar son cosas necesarias, y los individuos que tuvieron una
probabilidad especial de encontrarse reforzados por ellas han
aprendido y recordado más efectivamente dónde y cómo obtenerlas,
y, por tanto, han tenido mayor probabilidad de sobrevivir y
transmitir esta sensibilidad” a la especie. Con frecuencia se ha
mencionado que la competición por un compañero sexual tiende a
seleccionar a los miembros más hábiles y potentes de una especie,
pero también selecciona a los más susceptibles al refuerzo sexual.
Como resultado, la especie humana, lo mismo que otras especies, se
refuerza poderosamente con el azúcar, la sal y el contacto sexual.
Esto es muy diferente de decir que estas cosas refuercen porque
tengan buen sabor o se sienten como agradables.
Durante siglos, los sentimientos han predominado en la
discusión de los premios y castigos. Una razón para ello es que las
condiciones a las cuales nos referimos cuando decimos que un sabor,
un olor, un sonido, una pintura o una obra musical son deliciosos,
agradables o bellos forman parte de la situación inmediata, mientras
que el efecto que puedan tener en el cambio de nuestro
comportamiento es mucho menos prominente y con mucha menos
probabilidad de «verse», porque el ambiente verbal no puede
establecer buenas contingencias. Según la filosofía hedonista, las
personas actúan para alcanzar placer y escapar o evitar el dolor, y
los efectos a los cuales hace alusión la famosa Ley del Efecto de
Edward L. Thorndike eran sentimientos tales como «satisfactorio» o
«molesto». El verbo «gustar» es sinónimo de «complacerse con»;
decimos «Si usted gusta» y «Si le complace» de una manera más o
menos intercambiable.
Algunos de estos términos se refieren a otros efectos de los
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reforzadores —por ejemplo, satisfactorio se relaciona con la
saciedad—, pero la mayoría se refieren a los estados corporales
generados por los reforzadores. Algunas veces se puede descubrir lo
que refuerza a una persona simplemente preguntándole qué le
gusta o cuáles son sus sentimientos sobre algo. Lo que aprendemos
así, es similar a lo que aprendemos probando el efecto de un
reforzador: la persona habla de lo que le ha reforzado en el pasado o
de lo que «le atrae». Pero esto no significa que sus sentimientos
tengan eficacia causal; su respuesta expresa un efecto colateral.
Las expresiones «Me gusta Brahms», «Amo a Brahms»,
«Disfruto con Brahms» y «Brahms me complace» fácilmente se
pueden entender como referidas a sentimientos, pero se las puede
considerar como afirmaciones de que la música de Brahms es
reforzante. La persona cuyas expresiones son verdaderas escuchará
la radio en lugar de apagarla cuando suena música de Brahms, oirá
discos de Brahms e irá a conciertos en que se interprete a Brahms.
Estas expresiones tienen antónimos («Me disgusta Brahms», «Odio a
Brahms», «Detesto a Brahms» y «Brahms me aburre»), y la persona
para quien Brahms es así de aversivo actuará para escapar o evitar
oírle. Estas expresiones no se refieren a casos de refuerzo, sino a una
susceptibilidad general o a su carencia.
Se necesita examinar cuidadosamente la alusión de lo que se
siente. Los sentimientos son especialmente plausibles cuando la
experiencia se dirige a una persona viva. La afirmación «Amo a mi
esposa» parece ser un informe de sentimientos, pero también
implica una probabilidad de acción. Estamos dispuestos a hacerle a
la persona que amamos las cosas que le gustan, o que le agrada que
le hayan hecho. No estamos dispuestos a hacer a una persona a
quien no amamos (especialmente a la persona a quien odiamos) las
cosas que le gustan o que le agrada que le hayan hecho; por el
contrario, estamos dispuestos a hacer las cosas que le desagradan o
aborrece que le hayan hecho. Entonces, respecto de las personas con
quienes interactuamos, «amar» es comportarse de maneras que
tienen ciertas clases de efectos, posiblemente con condiciones
concomitantes que se pueden-sentir.
QUERERES, NECESIDADES, DESEOS Y ANHELOS
Algunos términos mentalistas se refieren a las condiciones que
afectan, tanto a la susceptibilidad de refuerzo como a la fortaleza del
comportamiento ya reforzado. Usamos la palabra «querer» para
describir un déficit: un hombre hambriento quiere alimento en el
sentido simple de que necesita alimento. Originalmente,
«necesidad» significaba fuerza violenta, restricción o compulsión, y
todavía hacemos una distinción entre querer actuar (por razón de
las consecuencias positivamente reforzantes) y necesitar actuar
(porque dejar de actuar tendría consecuencias aversivas), pero para
muchos fines, los términos son intercambiables. Decimos que un
automóvil necesita gasolina y, en sentido menos figurado, que se
necesita gasolina, pero decir que una persona «quiere salir» sugiere
un control aversivo. El hecho importante es que la persona que
necesita o quiere alimento tiene una particular probabilidad de
reforzarse con alimento, y que tiene una particular probabilidad de
emitir cualquier comportamiento que previamente se haya
reforzado con alimento. La persona que está bajo control aversivo
tiene una probabilidad particular de reforzarse si escapa y emite un
comportamiento que ya ha conducido al escape.
Si conocemos el nivel de privación o de estimulación aversiva,
podemos predecir con mayor precisión en qué grado puede ser
reforzante un hecho dado, y qué probabilidad hay de que una
persona tenga el comportamiento pertinente. Este conocimiento se
ha utilizado mucho con fines de control. Se ha hecho sentir hambre a
las personas, de modo que «trabajen para conseguir alimento», y de
modo que se las pueda reforzar con alimento, como se las ha hecho
desgraciadas para que actúen de modo que reduzcan su desgracia.
Un hecho no es reforzante porque reduzca una necesidad. El
alimento es reforzante aun cuando no sacie, y la privación se puede
cambiar de maneras que no son reforzantes. La relación entre un
estado de privación y la intensidad de un comportamiento
apropiado se debe posiblemente al valor de supervivencia. Si el
comportamiento conducente
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