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Capitalismo


Enviado por   •  3 de Diciembre de 2012  •  2.968 Palabras (12 Páginas)  •  317 Visitas

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CAPITALISMO Y GENOCIDIO

Nuevas formas de racismo y discriminación en el capitalismo: capitalismo y genocidio

La verdad es bella [1]

Platón

El tema que a continuación quisiera tratar es un tema que no se encuentra revestido de novedad . Por el contrario, es tan común que puede sonar a cantaleta de inconformidad. Y esta es precisamente la sensación que anima esta ponencia: la inconformidad y el cansancio. Se trata de un tema que no es ajeno a nadie, que vemos practicar por otras personas y que practicamos sobre nosotros mismos. Lo vemos como un tema normal —o simplemente no lo vemos— porque lo hemos interiorizado como natural. De algún modo somos expertos del tema. Es un tema como el de las mercancías, del que decía Marx, que todos somos unos expertos.

La provocación teórica para pensar estos hechos es la propuesta de Bolívar Echeverría. Se trata de un tema pensado por él justamente en la década pasada: la noción d e blanquitud. Es un tema que apenas comenzaba a anunciarse y del cual tenemos tres ensayos: “Imágenes de la blanquitud”, “Obama y la blanquitud” y un texto en inglés cuyo título sería “Blanquitud: consideraciones sobre el racismo como un fenómeno específicamente moderno”. Aun cuando hay varias perspectivas de abordaje del tema, yo sólo quisiera acercarme a estos textos para pensar la blanquitud como un modo de discriminación y racismo en el capitalismo y, aún más, observar cómo es que se trata de algo que tendríamos que concebir como un genocidio.

1. La subordinación del valor de uso

El capitalismo, se ha dicho, consiste en la entrega o sacrificio del valor de uso como ofrenda para la realización del valor mercantil, esto es, subordinar las propiedades cualitativas de los objetos para realizar el valor de cambio de esos objetos. Se trata del proceso de subsunción analizado por Marx en El capital: subordinar el proceso de trabajo a favor del proceso de valorización. Esta subordinación se volvió, desde hace ya algunos siglos, el “imperativo categórico” de todo tipo de vida humana.

Si el ser humano quiere autorreproducirse, es decir, vivir, sólo podrá hacerlo si valoriza valor. Este momento mercantil es, trágica o absurdamente, la mediación para la reproducción social en cualquier proceso llevado a cabo por el ser humano. En este hecho consistiría la enajenación moderna —la pérdida de la capacidad política—, a partir de la cual, para Echeverría, se genera todo un conjunto y multiplicidad de contradicciones, explotaciones, negaciones, represiones, opresiones o conflictos, los cuales, haciendo la vida imposible de los seres humanos, constituyen el drama de la existencia cotidiana. [2] A partir de aquí, pretendemos comprender la generación de la exclusión, discriminación y racismo en el capitalismo.

2. La subsunción de las identidades

En los inicios de su expansión, el capitalismo fue un hecho traumático para todas las sociedades, y lo fue aún más para aquellas que no pertenecían al occidente-europeo. De pronto, en algunas cuantas generaciones (cuando no en un sola generación), los seres humanos comenzaron a organizar el “centro de gravitación” de su vida en torno a la producción de plusvalor o incremento de capital. Este hecho implicaba empobrecer la riqueza cualitativa y concreta de la vida humana, a favor de enriquecer el aspecto cuantitativo de una lógica abstracta.

La introducción de las sociedades en la lógica capitalista no sólo exige de ellas producir, circular y consumir objetos con las leyes mercantiles vigentes, sino que también impide reproducir libremente sus formas culturales o identitarias. Asistimos actualmente a una nueva forma de subsunción del valor de uso: la subsunción de los rasgos cualitativos de los seres humanos, quienes no sólo tienen que abandonar sus formas culturales dispendiosas o disfuncionales para la valorización, sino que también deben modificar y, en algunos casos, anular las “formas naturales” de sus rasgos físicos.

Se trata de una subsunción de las identidades que ya no es sólo formal (en la que el capitalismo simplemente afectaría desde fuera sus formas culturales y en la que sus rasgos identitatirios no se verían tocados). Se trata, en cambio, de la subsunción real de las identidades culturales al capital, la cual afecta la producción y reproducción de los rasgos identitarios. Las culturas o las sociedades ya no son las que deciden sobre sus rasgos naturales o formas y objetos, sino es la demanda que hace el capital la que selecciona el derecho a la reproducción de sólo aquellas identidades que serán funcionales para la valorización.

Producto de esta subsunción real, surge la creación de una identidad artificial que Echeverría nombra blanquitud. La blanquitud no se basa en un principio de identidad de orden racial, sino en una pseudoconcreción identitaria del nuevo homo capitalisticus. Bolívar Echeverría nos presenta la creación y fuerte empuje de esta nueva identidad artificial propiamente capitalista que, aunque recurre al rasgo étnico de la blancura, no se basa en características raciales, sino sólo se trata de una “blancura ética”.

3. Blancura y blanquitud

Bolívar Echeverría distingue entre blancura y blanquitud. La blancura se refiere a los rasgos étnicos o raciales del ser humano “blanco” y se centra en las características naturales o biológicas, como la constitución corporal o el color de piel. Por otra parte, la blanquitud —que no es lo mismo que blancura— no se refiere a la identidad de orden racial, sino que hace referencia a ciertos rasgos éticos que expresan blancura (“ético” o “rasgos éticos”, no tienen ninguna implicación de orden moral, sino que —tomando una de la acepciones de la palabra ethos— hacen referencia al comportamiento de los seres humanos). Por ello, la blanquitud se refiere a una identidad que se concentra en características sociales de un determinado comportamiento, el cual no sólo tiene que mostrar aquiescencia al capitalismo, sino que también tiene que percibirse sensorialmente; tiene que verse en rasgos que expresen “blancura ética”, no sólo física, es decir, no sólo tiene que percibirse en el “porte” o postura, en cierta mirada, gestos o movimientos, sino también en cierto tono de habla o cierto lenguaje.

El concepto que a Bolívar Echeverría le interesa abordar y criticar es precisamente el de blanquitud, no así el de blancura. Echeverría no crítica a los sujetos o sociedades de raza blanca, sino que denuncia el aparecimiento y extensión avasalladora de un tipo de identidad artificial.

La

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