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Corrientes Filosoficas


Enviado por   •  27 de Agosto de 2013  •  8.481 Palabras (34 Páginas)  •  266 Visitas

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Al finalizar el estudio de la unidad la, se estará en posibilidad de:

Construir, determinar y apreciar las peculiaridades del empirismo.

Resumir, estructurar e ilustrar el racionalismo y la ilustración.

Juzgar, corregir y precisar el empirismo y el idealismo.

Revisar, verificar y modificar el materialismo dialéctico.

Valorar, diferenciar y tipificar la fenomenología determinando algunas precisiones.

En sentido amplio, la gnoseología comprende tanto las investigaciones psicológicas sobre la producción y esencia del conocimiento humano como las investigaciones críticas acerca de su validez. Incluso se le puede atribuir una metafísica del conocimiento que estudie el conocer humano en el contexto total del ente.

En sentido estricto "gnoseología" equivale a crítica del conocimiento. En este caso, es la investigación filosófica de la validez objetiva de nuestro conocimiento. Se diferencia de la lógica, porque no considera las condiciones de validez fundadas en las relaciones de los contenidos de pensamiento entre sí, sino que plantea la última y decisiva cuestión acerca de la validez "objetiva" de dichos contenidos, es decir, de su validez con respecto al objeto, si sólo se denomina "conocimiento" el pensar válido, el problema de la posibilidad del conocimiento en general.

Y si el deseo de saber del hombre cuya inteligencia no ha sido deformada se dirige naturalmente al ente, como objeto principal del conocimiento, y, por otra parte, la validez del conocimiento del ente constituye la verdad y el saber que versa sobre la verdad, la certeza, desde un principio, el problema puede plantearse en forma más determinada como cuestión acerca de la verdad y de la certeza de nuestro conocimiento.

De esta forma, la gnoseología viene a ser la investigación filosófica sobrede la aptitud de nuestra razón para la verdad y a la vez de los límites del conocimiento: ¿Podemos estar ciertos de la verdad de nuestro pensar? ¿Hasta qué punto se extiende esta posibilidad?

En el desarrollo histórico de la filosofía estos problemas no se han planteado desde el comienzo, sino que la inquisición filosófica, ingenuamente confiada en la fuerza de la razón, se volvió hacia el ente mismo, y sólo cuando la confusa oposición de opiniones hizo patente toda la dificultad de la empresa, se siguió la reflexión acerca de las condiciones de la verdad y de la certeza en el sujeto cognoscente.

Es cierto que investigaciones aisladas de esta naturaleza no faltan tampoco en la Antigüedad y en la Edad Media; basta con recordar: la doctrina aristotélica sobre la abstracción, que San Agustín refutó el escepticismo recurriendo a la autoconciencia, y la controversia medieval, sobre los universales.

Algunos creen que en la Edad Moderna, con René Descartes, se llega a tratar de un modo coherente la totalidad de los problemas. En los siglos XVII y XVIII estas investigaciones se hallan dominadas por la antítesis entre el racionalismo y empirismo. El criticismo de Kant intenta juntar estas opiniones antitéticas en unidad interna, pero abandonando parcialmente la concepción realista fundamental. Desde entonces, la lucha de la gnoseología está determinada, sobre todo, por la oposición entre realismo e idealismo.

El método empleado en la investigación gnoseológica frecuentemente significa frecuentemente una decisión previa en favor de una dirección determinada. Por ejemplo, si se escoge el método puramente sicológico, casi siempre, ello denota, casi siempre, que, en última instancia, la validez del conocimiento se hace depender de la normal realización de los procesos cognoscitivos, o sea sicologismo y, en consecuencia, relativismo.

En cambio, un método puramente lógico (o "trascendental") que pretende llegar a una solución con sólo separar lo necesario de lo accidental en los contenidos de conciencia, se enlaza internamente con una concepción idealista del conocer. Si la verdad ha de poder ser aceptada en sentido realista, la gnoseología debe tratar de encontrar un caso en que la concordancia de pensar y ser sea vivida de un modo inmediato, en que, por lo tanto, el ente mismo se revele directamente.

San Agustín, mucho tiempo antes que Descartes, san Agustín vio que este caso singular se daba en nuestro conocimiento acerca del propio ser, pensar y amar (conciencia). Esta circunstancia hace indispensable para la gnoseología el "método introspectivo", es decir, el método de la observación interna.

La gnoseología es básica para todas las ciencias y también para todas las demás partes de la filosofía, porque investiga las condiciones de validez de todas ellas. No disputa a la metafísica su rango de ciencia fundamental, puesto que, por lo menos en sus sectores principales, no es otra cosa que, metafísica fundamental llevada a la esfera de la conciencia refleja.

La gnoseología suele recibir también los nombres de: teoría del conocimiento, noética (teoría del pensamiento), epistemología (teoría de la ciencia) y Criteriologíacriteriología (teoría de los criterios, es decir, de los signos característicos de la verdad).

Casi todos los filósofos han tratado los problemas del conocimiento, pero la importancia que ha adquirido la teoría del conocimiento como "disciplina filosófica" especial es asunto relativamente reciente. Los griegos trataron problemas gnoseológicos, pero solían subordinarlos a cuestiones llamadas luego ontológicas. La pregunta: ¿Qué es el conocimiento? estuvo a menudo en estrecha relación con la pregunta: ¿Qué es la realidad?. Algo parecido sucedió en muchos filósofos medievales.

Esto no quiere decir que no trataran el problema del conocimiento con detalle. Sin embargo, es plausible observar que en la época moderna el problema del conocimiento se convierte a menudo en problema central en el pensamiento filosófico. Pero todavía no se concebía el estudio del conocimiento como capaz de dar impulso a una "disciplina filosófica especial".

En cambio, desde Kant, el problema del conocimiento comenzó a ser objeto de la "teoría del conocimiento". Es indudable que esta teoría ocupa un lugar muy destacado en el pensamiento de dicho filósofo. En vista de ello, algunos autores han llegado a la conclusión de que la teoría del conocimiento es la disciplina filosófica central. Otros han intentado mostrar que es una disciplina independiente o relativamente independiente. De todas maneras se han presentado varias corrientes con algo de fundamento.

La filosofía moderna se caracteriza por la vuelta al sujeto (filosofía del yo). Este giro fue posible de dos modos: la vuelta al sujeto como ser sensible (empirismo) y la vuelta al sujeto como ser racional (racionalismo). Incluso gIncluso geográficamente puede establecerse la formación de un epicentro que, con algunas delimitaciones, ha tenido importancia hasta el presente: el empirismo se difundió, sobre todo, por los países anglosajones, mientras que el racionalismo se imponía en el continente europeo.

4.1. EMPIRISMO Y RACIONALISMO

El empirismo hace volver al sujeto a la experiencia sensible. A la vez intenta reducir la razón a la sensibilidad y demostrar que el conocimiento sensible es el único conocimiento válido. Al igual que el racionalismo, también el empirismo está fascinado por la eclosión de las ciencias de la naturaleza. Sin embargo su fascinación enlaza con el carácter experimental, empírico y sintético de las mismas, en tanto que el racionalismo admira principalmente su carácter lógico-matemático.

Tomás Hobbes (1588-1679) en carta a Guillermo Devonshire expresa: a) los méritos de Galileo; b) la necesidad de fundar una ciencia nueva del Estado al modelo galileano; c) la vaciedad e inconstancia de la filosofía griega; d) la perniciosa mezcla efectuada por la filosofía antigua y medieval entre Biblia y filosofía platónica, sobre todo aristotélica, que para Hobbes es una traición a la fe cristiana, e) la necesidad de expulsar el monstruo metafísico. Hobbes considera que los cuerpos son: a) naturales inanimados, b) naturales animados, c) artificiales.

Hobbes divide la filosofía en referencia a: 1) el cuerpo en general, 2) el hombre, 3) el ciudadano y el Estado. Afirma que el hombre supera su ser solitario mediante: 1) los instintos, que son el deseo de evitar la guerra continua, para salvar la vida, y la necesidad de procurarse lo necesario para la subsistencia. 2) La razón se entiende aquí no como un valor en sí, sino como un instrumento apto para realizar aquellos deseos fundamentales. Afirmó que "el origen de todos (los pensamientos) es el que nosotros llamamos sentido (ya que no existe ninguna concepción de la mente humana que antes, en todo o en parte, no haya sido generada en los órganos de los sentidos). El resto procede de aquel origen". Más adelante añade: "todas las llamadas cualidades sensibles en el objeto que las causa no son más que diversos movimientos (ya que el movimiento sólo produce movimiento)".

George Berkeley (1685-17539 es el autor del "esse est percipi" (ser es ser percibido), pues según él los objetos de nuestro conocimiento son las ideas; éstas se reducen a sensaciones; las cosas son combinaciones perdurables de ideas; pero las ideas y sus combinaciones perdurables sólo están en la mente; las sensaciones son concretas e individuales, por lo que las ideas abstractas son ilusorias; la distinción entre cualidades primarias y secundarias no es más que un error peligroso; y la expresión "substancia material" es contradictoria o bien no significa nada. "Todo el orden de los cielos y todas las cosas que llenan la tierra, todos los cuerpos que forman la enorme estructura del universo no poseen ninguna subsistencia fuera de una mente, afirma, y su esse consiste en ser percibidos por mí de una manera actual, no existen en mi mente, ni en la de algún otro espíritu creado, no existen en absoluto, o subsisten de otro modo en la mente de un Espíritu Eterno".

Berkeley estableció el siguiente axioma: "no se utiliza ninguna palabra sin una idea". Pues, "en una cosa que no percibe no pueden existir ni nuestra ideas ni nada semejante a nuestras ideas". El considera que todas nuestras ideas son sensaciones u operaciones de la mente sobre las sensaciones: "todas las ideas son simples o están formadas por ideas simples".

John Locke (1632-1704) en su obra "Ensayo sobre el intelecto humano" manifiesta que la experiencia puede ser de dos tipos: 1) experimentamos objetos sensibles externos; 2) experimentamos las operaciones internas de nuestro espíritu y los movimientos de nuestro ánimo. Consecuentemente, las ideas pueden ser simples y complejas.

Las simples son:

Ideas de sensación: a) con un solo sentido (colores, sonidos, olores, sabores, etc.); b) con diversos sentidos (espacio, figura, reposo, movimiento) (cualidades primarias);

Ideas de reflexión: (ideas de percepción, voluntad, de las distintas facultades de distinguir, comparar, combinar);

Ideas de sensación y reflexión a la vez: (ideas de potencia y existencia).

Las complejas son:

los modos: a) simples: i) de los objetos de sensación (espacio, duración, cantidad), ii) de los objetos de reflexión (razonar, juzgar); b) mixtos: acciones morales;

substancia: corpóreos, espirituales, Dios;

relaciones: causalidad, identidad, ideas morales.

David Hume (1716-1776) se pregunta: cómo surgen los contenidos de nuestra conciencia? y se responde indicando que todos son, en último término, percepciones (perceptions) sensibles. Entiende que existe dos clases de percepciones: impresiones e ideas.

Las primeras son sensaciones sensibles vivas y actuales, que tenemos al oír, ver, sentir, amar, odiar, desear, etc.

Las segundas, es decir, las ideas, son simples y compuestas:

Las ideas simples son las que derivan de la reflexión sobre las impresiones, y por lo mismo son copias más débiles de las mismas.

Las ideas compuestas derivan de la conexión de ideas simples mediante la asociación. Las asociaciones se dan mecánicamente sobre la base de la semejanza, del contacto temporal espacial o bien sobre la base de la conexión entre causa y efecto (leyes asociativas).

El conjunto de los contenidos de conciencia deriva exclusivamente de las sensaciones sensibles actuales, de su imitación y de unos mecanismos asociativos. No existe una razón espiritual distinta de la sensibilidad. De lo cual, según Hume, se siguen, según Hume, dos consecuencias:

Las cosas (substancias) no son más que series de percepciones en la conciencia sensible.

El yo es simplemente un haz de percepciones (sensibles).

Entonces, lo que permanece es una masa de percepciones, de las que ni sabemos de dónde proceden (disolución de la sustancia) ni cuál es su sujeto (disolución del yo). Y ante el interrogante de cómo podría hablarse de "objetos" y de "sujetos", Hume responde: 1) la existencia de las cosas fuera de nosotros no es objeto de conocimiento, sino de creencia; 2) la identidad del "yo" no es objeto de conocimiento, sino objeto de creencia; nuestra creencia en la existencia independiente y continuada de los objetos es fruto de la imaginación. Juzga que la imaginación tiende a considerar tal uniformidad y coherencia como algo total y completo, suponiendo la existencia de cuerpos que constituirían su causa. Así, eEl atomismo físico se traslada a lo síquico. Las impresiones son átomos síquicos.

Hume es un escéptico. Considera muy pequeño el espacio posible dentro de su ciencia. Por una parte, abraza la investigación de las relaciones de las ideas entre sí (relations of ideas) en el marco de la pura actividad mental (ciencias formales); y por otra, la investigación de las relaciones de los hechos entre sí (relations of matters of fact), lo que constituye el tema de las ciencias de la naturaleza. En el fondo ya no queda sitio para la filosofía. Hume la considera inútil por cuanto el hombre desarrolla por sí mismo una especie de instinto natural, una fe habitual, que se demuestra buena en la práctica. Así, el hombre cree en la existencia de las sustancias, en el alma (yo) y en Dios. Científicamente, semejante fe no puede justificarse. Hume recomienda por ello que procedan así en la lectura de un libro:

"¿Contiene un estudio sobre magnitud y número desde el puro pensamiento (es decir, desde la geometría y la aritmética)? No. ¿Contiene una investigación sobre los hechos y la existencia apoyándose en la experiencia? No. Pues en tal caso, tíralo al fuego, porque sólo puede contener argucias y fantasmagorías" (Conclusión de Enquiry concerning human understanding).

El empirismo clásico imprimió unos impulsos decisivos sobre:

El positivismo clásico de Augusto Comte (1798-1857), Ernst Laas (1837-1885) y Ernst Mach (1838-1916), para quienes todo conocimiento puede reducirse por completo a sensaciones sensibles no reconociendo "más fundamentos que los hechos positivos, es decir, la percepción exterior e interna" (E. Laas). Así reconoce sólo un empirismo, un materialismo que rechaza todo cuanto no sea sensible-material y sustenta un cientificismo considerando que la ciencia es única y exclusivamente la ciencia empírica particular; para él, el fundamento de los valores y contravalores son el placer y el dolor;

El neopositivismo, cuyo propósito fundamental en definitiva es reconstruir el sistema de las ciencias con elementos vivenciales: vivencias elementales empíricas (sensibles) y sus conexiones lógico-formales. Tal es el pensar del Círculo de Viena, particularmente en Roudolf Carnap (1891-1970) para quien la metafísica es expresión de un determinado sentimiento de vida, que puede manifestarse legítimamente de forma religiosa o artística, pues los metafísicos mezclan religión y poesía con ciencia. En la Construcción Lógica del Mundo (1928) Carnap elegía una denominada base propiamente síquica, es decir, que la fundamentación originaria de los conceptos empíricos se da en unas vivencias síquicas elementales. Así, se va sustentando la filosofía analítica cuyos defensores han dejado de lado buena parte de las posiciones radicales del neopositivismo, mucho más porque la física se convertía en una disciplina de la sicología frente a lo cual Carlos Ramón Popper (1902- ) rechaza la base síquica y aboga por un lenguaje del mundo de las cosas y de los cuerpos.

Para el racionalismo, la vuelta al sujeto es entendida como la vuelta a la razón desvirtuando la fuerza de la sensibilidad. Este movimiento arranca de la duda de René Descartes, quien a través de una crítica radical a la experiencia sensible, conduce a las últimas condiciones indudables de todo conocimiento en el sujeto. Tales condiciones últimas, de las que depende todo conocimiento, son las ideas o principios de la razón.

El término "racionalismo" fue usado desde el siglo XVII para designar la actitud de los protestantes en el campo religioso: "Hay una nueva secta difundida entre ellos (presbiterianos e independientes) y es la de los racionalistas: lo que les dicta la razón lo tienen por bueno en el Estado y en la Iglesia, mientras no encuentren algo mejor" (Edward Hyde Clarendon '1609-1674').

La duda conduce a Descartes al indubitable cogito ergo sum. Desde ese "punto arquimédico" desarrolla así su reflexión:

"Yo estoy seguro de que soy una cosa pensante (res cogitans). ¿Sé también con ello lo que es necesario para tener seguridad de algo?. En este primer conocimiento no existe más que una cierta percepción clara y distinta (clara et distincta perceptio) a la que asiento. Ciertamente que eso no bastaría para proporcionarme la certeza acerca de la verdad de una cosa, pues podría suceder que algo, que yo comprendo clara y distintamente, fuese falso. Por esto parece que puedo ya establecer una regla general: es verdadero todo lo que percibo con toda claridad y distinción" (illud esse verum quod valde clare et distincte percipio) (Meditaciones).

Tal percepción clara y distinta de los primeros principios del conocimiento nada tiene que ver con la sensibilidad, sino que se realiza de un modo puramente racional. Como en la aritmética y en la geometría existe una percepción clara y distinta, una visión pura, que garantiza la verdad indudable de unos principios. Así como los principios de las matemáticas se derivan lógicamente de unos principios primeros (axiomas), así también la filosofía tiene que partir de las primeras ideas y principios y desarrollarlo todo en forma lógico-racional. Ahora bien, tales ideas y principios claros y distintos son innatos a la razón (ideae et veritates innatae). Para el racionalismo clásico estaba claro que la razón ha recibido de Dios esas sus ideas y verdades innatas.

El racionalismo puede ser entendido bajo tres aspectos: 1) el religioso designa algunas direcciones protestantes o un punto de vista acerca de la religión similar al enunciado por Kant; 2) filosófico designa precisamente la doctrina de Kant (que lo hiciera suyo) o bien la dirección metafísica de la filosofía moderna de Descartes a kant; 3) en sentido genérico, adoptado para designar cualquier dirección filosófica que apele a la razón, así puede incluir las filosofías más dispares.

El racionalismo se presenta: 1) como quien excluye a la voluntad, 2) como actitud sicológica ocasionada por la disposición intelectual, 3) como quien estima sólo el saber por el saber. Fue defendido por Descartes, que alcanza a ser el padre del racionalismo, por Spinoza, la Ilustración. El racionalismo disgrega la síntesis aristotélico-escolástica; separa el conocimiento sensorial e intelectual: ideas innatas; las sensaciones son ideas confusas.

4.2. LA ILUSTRACIÓN Y KANT

Tanto el empirismo como el racionalismo fundamentan lo que se llama la ilustración, que es el nombre del movimiento cultural e intelectual que pretende dominar con la razón el conjunto de problemas que atañen al hombre. La ilustración pretende: 1) criticar todo; 2) utilizar el conocimiento para organizar todo; 3) emplear el conocimiento para buscar mejora individual y social.

El giro (empirista o racionalista) hacia el sujeto somete todas las cosas a la ilustración todas las cosas: a la nueva normativa se somete la religión, los ordenamientos políticos y sociales de índole tradicional, a la nueva normativa. En el signo empírico, esa norma es la experiencia sensible, mientras que en el área del racionalismo es la demostración racional. En ambos casos la ilustración apunta a una liberación de la conciencia y a una revolución de las relaciones, y está animada por el p a J o s de la credibilidad científica y del progreso.

El siglo o época de las luces son los nombres que recibe el período histórico circunscrito, en general, al siglo XVIII y que, como resultado de un determinado estado de espíritu, afecta a todos los aspectos de la actividad humana y de la reflexión filosófica. La ilustración extendida por Francia, Inglaterra y Alemania se caracterizó por su optimismo en el poder de la razón y en la posibilidad de reorganizar la sociedad sobre principios racionales.

Kant conceptuaba la Ilustración como "la liberación del hombre de su culpable incapacidad. La incapacidad significa la imposibilidad de servirse de su inteligencia sin la guía de otro. Esta incapacidad es culpable porque su causa no reside en la falta de inteligencia sino de decisión y valor para servirse por sí mismo de ella... ¡Sapere aude! Ten el valor de servirte de tu propia razón: he aquí el lema de la Ilustración".

La Ilustración comprende tres aspectos diferentes y conexos: 1) La extensión de la crítica a toda creencia o conocimiento, sin excepción. 2) La realización de un conocimiento que, para abrirse a la crítica, incluya y organice los instrumentos para la propia corrección. 3) El uso efectivo, en todos los campos, del conocimiento logrado de esta manera, con la finalidad de mejorar la vida individual y asociada de los hombres.

La ilustración no niega la historia como un hecho efectivo, pero la considera desde un punto de vista crítico y estima que el pasado no es una forma necesaria en la evolución de la Humanidad, sino el conjunto de los errores explicables por el insuficiente poder de la razón. La filosofía de la ilustración persigue, en todas partes, la posibilidad de realizar semejante anhelo: en la esfera social y política, por el "despotismo ilustrado"; en la esfera científica y filosófica, por el conocimiento de la Naturaleza como medio para llegar a su dominio; en la esfera moral y religiosa, por la aclaración o ilustración de los orígenes de los dogmas y las leyes, único medio de llegar a una religión natural igual en todos los hombres, a un deísmo que no niega a Dios, pero que lo relega a la función de creador o primer motor de la existencia.

La ilustración creyó que la razón humana era capaz de poder comprender la realidad exhaustivamente, y (con arreglo a sus opiniones) se dispuso a transformar todas las esferas de la vida prescindiendo de la historia. Extrayendo lo común a todos los credos religiosos, pretendió llegar a la religión natural puramente racional que excluía cualquier revelación y vínculo sobrenatural.

La reflexión trascendental de Emmanuel Kant (1724-1804) muestra la justificación parcial del empirismo y racionalismo, y al mismo tiempo pone unos límites a la pretensión de totalidad por parte de ambos. El conocimiento sensible y el no sensible (espiritual) se condicionan mutuamente y constituyen mutuamente constituye nuestro conocimiento humano.

Contra el empirismo Kant demuestra que toda experiencia supone unas formas apriorísticas (conceptos, principios básicos e ideas), que no proceden de la experiencia, sino que son condiciones de la experiencia. Lo empírico supone lo no empírico (o apriorístico). En este punto Kant coincide con el racionalismo.

Contra el racionalismo, demuestra que existen unas formas apriorísticas esencialmente referidas a la visión y que sin la visión no pude darse conocimiento alguno. Punto en el que a su vez coincide Kant con el empirismo.

Kant establece que " nuestra naturaleza comporta el que la visión no pueda ser más que sensible; es decir, sólo contiene el modo en que somos afectados por los objetos. Por el contrario, existe la facultad de pensar el objeto de la visión sensible: la inteligencia. Ninguna de estas propiedades ha de preferirse a la otra. Sin sensibilidad no se nos daría objeto alguno, y sin inteligencia no podría pensarse. Las ideas sin contenido resultan vacías, mientras que las visiones sin conceptos son ciegas. De ahí que sea tan necesario hacer sensibles los conceptos (es decir, incorporarles el objeto con visión) como hacer inteligibles sus visiones (es decir, incorporarlas a los conceptos). Ambas capacidades o facultades no pueden intercambiar sus funciones. La inteligencia no puede ver nada, ni la sensibilidad puede pensar ninguna cosa. Sólo cuando una y otra se unen puede surgir el conocimiento" (Crítica de la Razón Pura).

"Así pues, nuestra naturaleza comporta el que la visión no pueda ser más que sensible; es decir, sólo contiene el modo en que somos afectados por los objetos. Por el contrario, existe la facultad de pensar el objeto de la visión sensible: la inteligencia. Ninguna de estas propiedades ha de preferirse a la otra. Sin sensibilidad no se nos daría objeto alguno, y sin inteligencia no podría pensarse. Las ideas sin contenido resultan vacías, mientras que las visiones sin conceptos son ciegas. De ahí que sea tan necesario hacer sensibles los conceptos (es decir, incorporarles el objeto con visión) como hacer inteligibles sus visiones (es decir, incorporarlas a los conceptos). Ambas capacidades o facultades no pueden intercambiar sus funciones. La inteligencia no puede ver nada, ni la sensibilidad puede pensar ninguna cosa. Sólo cuando una y otra se unen puede surgir el conocimiento" (Crítica de la Razón Pura).

Con todo ello se señala un límite al empirismo y a la ciencia empírica. Su pretensión de totalidad no puede sostenerse. Las ciencias empíricas suponen algo no empírico, sin que puedan convertirlo en objeto de su investigación. En contra del racionalismo y de su metafísica racional se demuestra que lo apriorístico sin visión cae en el vacío.

Esquema: Empirismo, racionalismo e ilustración

Con todo ello se señala un límite al empirismo y a la ciencia empírica. Su pretensión de totalidad no puede sostenerse. Las ciencias empíricas suponen algo no empírico, sin que puedan convertirlo en objeto de su investigación. En contra del racionalismo y de su metafísica racional pretende demostrar que lo apriorístico sin visión cae en el vacío.

4.3. EL IDEALISMO Y EL MATERIALISMO DIALÉCTICO

Una vez que el mundo exterior se había impuesto a todos como una evidencia (al menos en sus comienzos) la filosofía, pudo reconocer, al menos en sus comienzos, la supremacía del objeto y orientarse hacia una interpretación materialista; pero, precisamente, la misma evidencia y la importancia de los fenómenos de la naturaleza dieron lugar al planteamiento de algunas preguntas: Para explicar lo real, ¿ el hombre inventó lo sobrenatural?. En un inicio, ¿los espíritus , cuando no la religión, son al principio más fuertes que la materia que rigen y la religión nació antes o con la ciencia?. Los progresos más rápidos de la reflexión filosófica se extendieron a la esfera del sujeto conocedor: la percepción, en lo referente al mundo sensible; la lógica, en cuanto al pensamiento. El sujeto que piensa es, para él mismo, más evidente que el objeto pensado.

El término "idealismo" fue introducido a mediados del siglo XVII y al comienzo se lo aplicó a la doctrina platónica de las ideas. Leibniz afirmaba: "lo que hay de bueno en las hipótesis de Epicuro y de Platón, de los más grandes materialistas y de los más grandes idealistas, se reúne aquí (en la doctrina de la armonía preestablecida)". Tal vocablo es usado en dos significados: 1) idealismo gnoseológico, propio de las diferentes corrientes de la filosofía moderna y contemporánea; 2) idealismo romántico, que sus fundadores Fichte y Schelling lo llamaron "trascendental", "subjetivo", "absoluto". Valora el sentimiento: Sturm und Drang (Tempestad y espíritu) (1776).

Es cierto que la tendencia idealista agrupa numerosas corrientes filosóficas; pero aquí, sólo nos limitamos aquí a señalar lo que tienen en común y recordar algunos nombres de los autores más importantes. Desde la antigüedad (Platón), el idealismo reconoció la superioridad del espíritu con respecto al mundo. El irlandés y obispo anglicano Jorge Berkeley (1684-1753) se cuestionaba "¿qué representan los objetos sino objetos percibidos por nuestros sentidos? Ahora bien, ¿qué percibimos sino nuestras ideas y sensaciones? ¿No es simplemente absurdo creer que las combinaciones de ideas y sensaciones pueden existir sin ser percibidas?". (Diálogo entre Hydas y Philonous, I, p. 8). Nicolás Malebranch (1638-1715) afirmó que todas las cosas que vemos son ideas y nada más que ideas.

En este contexto, René Descartes (1596-1650) se encuentra entre el materialismo indispensable para crear la ciencia y el idealismo necesario para proteger la religión y la seguridad de los principios del pensamiento. A su vez, Gottfried Wilhelm Leibniz (1646-1716) sale del apuro con una evasiva: "(nihil est in intellectu quod prius non fuerit in sensu, praeter intellectus ipse) nada hay en el entendimiento que no venga de los sentidos, a no ser el propio entendimiento". (Citado en El Diccionario de los Filósofos, p.797 tomado de Nuevos Ensayos II c. 1)

Manuel Kant (1724-1804) opina que nuestro espíritu, incapaz de salir de sí mismo, no encuentra en las cosas más que lo que ha puesto. Y después de aceptar el mundo de la experiencia - (los fenómenos) -, Kant se refugia en el idealismo más absoluto, el de las verdades eternas "numerales"; hizo del "yo pienso" el principio fundamental del conocimiento. "Yo pensante, decía Kant, soy un objeto del sentido interno y me denomino alma. Lo que es objeto del sentido externo se denomina cuerpo. Por lo tanto, la expresión yo, como ser pensante, designa ya el objeto de la sicología que puede denominarse la doctrina racional del alma, cuando el yo del alma no quiere saber más de lo que, independientemente de la experiencia (la cual me determina más cerca y en concreto), puede ser concluido a través de este concepto del yo presente en todo pensamiento" (Crítica de la razón pura)

Georg Wilhelm Friedrich Hegel (1770-1831) se distingue por un idealismo objetivo, es decir, que atribuye un cierto valor a nuestros instrumentos de conocimiento. El mundo real es la encarnación de la "Idea", a la cual llega la mente humana mediante una "conciencia verdadera". Hegel denominó subjetivo o absoluto a su idealismo, y aclara así el principio lo aclara así: "La proposición de que lo finito es ideal constituye el idealismo. El idealismo de la filosofía consiste solamente en esto: en no reconocer lo finito como un verdadero ser. Toda filosofía es esencialmente idealismo o, por lo menos, tiene al idealismo por principio y se trata sólo de saber hasta qué punto este principio se encuentra efectivamente realizado. La filosofía es idealismo como idealismo es la religión" (La Ciencia y la Lógica).

Las etapas fenomenológicas del espíritu son: 1) el espíritu en sí, como eticidad; 2) el espíritu que llega a un extrañamiento con respecto a sí mismo; 3) el espíritu que recobra la certeza de sí.

El primer momento del espíritu se encuentra en primer lugar a) en la polis griega, donde se realiza "la hermosa vida ética" del pueblo griego. No obstante, el equilibrio de esta hermosa vida ética es inestable, porque sólo posee una verdad inmediata. b) Por lo tanto, pronto aparecen los conflictos dialécticos, como por ejemplo el conflicto entre ley divina y ley humana.

El momento de la escisión llega a su culminación en la Europa moderna, donde la conciencia, al desvanecerse la unidad que había sido característica del mundo medieval, se encamina a un autoextrañamiento, dirigiéndose de forma preponderante a la conquista del poder y de las riquezas. a) Este es el momento de la cultura, pero de una cultura fatua, que todo lo critica y todo lo disuelve de un modo frenético, acabando por autodestruirse. b) Esta contraposición se eleva a un conflicto del máximo nivel con la ilustración. c) La absoluta libertad de la ilustración está vacía, así como está vacío su igualitarismo, y el resultado de todo esto fue el terror que, una vez eliminadas todas las jerarquías sociales, y todas las diferencias, se revela contra todo y contra todos.

En el tercer momento, el espíritu vuelve a la conciliación consigo mismo a través de la moralidad. a) el primer momento de este retorno es el que fue expresado por la moral de tipo kantiano, que proclama el deber por el deber, pero se muestra incapaz de señalar cuál es el contenido de ese deber. b) Por lo tanto, cae en una distorsión estructural, reintroduciendo de modo subrepticio aquellos contenidos y fines que pretendía. c) De dicha situación emerge dialécticamente la figura de la escrupulosidad, que es el "simple actuar conforme al deber, que no se dedica a cumplir este o aquel deber, sino que sabe y hace aquello que es específicamente justo", ya que es conciencia efectiva del deber concreto y une en una síntesis la abstracción kantiana con la concreción histórica de la vida.

Por tanto, antes que hablar de saltos o de luchas en Hegel, debemos hablar de momentos: el momento de la tesis, el momento de la antítesis y el momento de la síntesis.

Un poco más próximo a nosotros Henri-Louis Bergson (1859-1941) afirma que el mundo es sólo un conjunto de imágenes; pues la inteligencia tiene un campo cognoscitivo propio, la materia misma, y además, sirve para hacer comunicable la intuición; sólo que no hay por qué reducir el pensamiento a una "reflexión sobre la palabra", que es meramente la forma intelectual y exterior con que se expresa. Por ello afirma que "no tenemos otra certeza inmediata que la idea, ya sea la idea del pensamiento o la idea de las cosas corporales". (Citado por Madeleine Grawitz en Métodos y Técnicas de las Ciencias Sociales, tomo I, p. 10).

León Brunschvicg (1869-1944) afirma "creo tocar y ver con rigor lo que me rodea. La casa de la que digo que está delante de mí no se presenta ante mí de un modo distinto al que lo hace en este mismo instante el lago que recuerdo haber atravesado el año pasado. No percibo directamente el mundo, ya que no puedo salir de mí sin dejar de ser yo; el mundo que se conoce está en mí". (L'idéalisme contemporain, p. 5, 1905)

El idealismo puede ser considerado en los siguientes grandes bloques:

Gnoseológico: El conocer significa una producción del objeto; el verdadero ser, objeto del conocimiento, aparece como mero contenido del pensar.

Empírico (sicológico): el objeto lo fundamenta la conciencia del individuo en cuanto tal; el ser es el contenido individual de conciencia, "esse est percipi" (Berkeley).

El conciencialismo conduce al solipsismo.

Trascendental: el sujeto trascendental o sujeto cuyas formas de la intuición y del pensamiento, universales y a priori frente a las sensaciones cambiantes, es quien determina el objeto. (Kant)

Metafísico (panteísta) de Fichte, Schelling y Hegel: elaborado de diversas maneras.

Lógico o neokantiano: las formas de pensamiento no son contenidos de conciencia de un real sujeto pensante, sino fundamento autosuficiente de toda validez. Nicolai Hartmann dice que el ideal lógico incurre en "subjetivismo sin sujeto".

Subjetivo (sicológico): convierte en norma de conciencia empírica individual. El objeto sabe del sujeto (Schelling y Hegel)

Debemos sostener que el idealismo se cierra en el yo y lleva a lo absoluto una pequeña experiencia sospechosa: la conciencia puramente subjetiva. Con todo, por la importancia concedida al pensamiento, los idealistas, por la importancia concedida al pensamiento, han contribuido más que los materialistas al progreso del conocimiento y han forjado unos instrumentos y conceptos más agudos para analizarlo.

Al Abordar el materialismo dialéctico, no podemos olvidar que la expresión "arte dialéctico" fue empleada por Parménides (siglo V a.C.); Sócrates utilizó la dialéctica para introducir a los hombres en la verdadera esencia de las cosas mediante graduales dilucidaciones de los conceptos. Platón (427-347 a.C.) desarrolló los diálogos en la exposición y contra-argumentación de sus interlocutores, extrayendo las esencias que facilitan la realización fundamental y originaria: las ideas.

Para Aristóteles (384-322 a.C.) la dialéctica es una forma no demostrativa de conocimiento: es una "apariencia de filosofía", pero no la filosofía misma. La dialéctica es disputa y no ciencia; probabilidad y no certidumbre; "inducción" y no propiamente "demostración".

Con el neoplatonismo, la dialéctica resurge al entenderla como el modo de ascenso a realidades superiores, al mundo inteligible. Para los estoicos, era un modo "positivo" de conocimiento. En la Edad Media formó, con la gramática y la retórica, formó el Trivium de las artes liberales. El Renacimiento la rechazó por representar el mero contenido formal de la lógica aristotélica. Con todo, mantienen su fuerza aquellas palabras de Friedrich Hölderlin (1770-1843) "existimos desde un diálogo", pues la peculiaridad del hombre es el diálogo.

En Hegel, lo real es esencialmente devenir, que en la marcha ternaria de tesis, antítesis y síntesis va avanzando paso a paso, momento a momento; por eso nuestro pensamiento debe seguir el mismo curso. En esta idea se oculta el núcleo de la verdad, pero mezclada con una concepción panteísta, ya que, según Hegel, también Dios está sujeto a la dialéctica; además, no se tiene en cuenta que la dialéctica no avanza en la oposición contradictoria, sino en la contraria. Y aunque, en el umbral de la Edad Moderna, Nicolás de Cusa (1400-1464) caracteriza a Dios como "coincidenttia oppositorum" (unidad de los contrarios), los defensores del panteísmo no podían entender esto.

"Dialéctica" significa en Hegel el momento negativo de toda realidad. Pues, por ser la realidad total de carácter dialéctico (en virtud de la previa identidad entre la realidad y la razón, identidad que hace del método dialéctico la propia forma en que la realidad se desenvuelve), éste carácter afecta a lo más positivo de ella; más si tenemos en cuenta la omnipresencia de los momentos de la tesis, de la antítesis, y de la síntesis en todo el pensamiento de Hegel, y el hecho de que sólo por el proceso dialéctico del ser y del pensar puede ser absorbido lo concreto por la razón.

Karl Marx (1818-1883), después de declarar en 1844 que el proletariado debía actuar y suprimir así la filosofía, luchó contra la izquierda hegeliana para oponer la acción revolucionaria a la filosofía por considerala una ideología. Pero, en plena tarea investigadora, el año 1857 descubre la dialéctica de Hegel (después de difamarla) y aborda los problemas del conocimiento: la apropiación de un contenido por el pensamiento y lo vincula a la teoría filosófica: el materialismo dialéctico. (Apropiación para Marx es un concepto filosófico: la actividad que apoderándose de un dato concreto, de una materia, produce obras y las conoce reconociéndose en ellas).

En Marx, la dialéctica no se presenta como una sucesión de momentos especulativos (como en Hegel: 1) el momento descriptivo, 2) el momento de los "signos", con los que la razón se percata de la universalidad de las cosas, y 3) el momento del descubrimiento de las leyes de la naturaleza), sino como el resultado de una descripción "empírica" de lo real. La dialéctica marxista (elaborada más por Federico Engels '(1820-1895') que por Marx) no se refiere al proceso de la "Idea", sino a "la propia realidad". El uso de la dialéctica permite comprender el fenómeno de los cambios históricos (materialismo histórico) y de los cambios naturales (materialismo dialéctico), que se rigen por las "tres grandes leyes dialécticas": la ley del paso de la cantidad a la cualidad, la ley de la negación de la negación, y la ley de la coincidencia de los opuestos.

Con tales "leyes" intentan modificar las leyes lógicas formales y, afirman que los principios de contradicción, de identidad y del tercero excluso no rigen en la lógica dialéctica. Así, rechazan la lógica formal o la consideran como lógica de nivel inferior. Y en nuestros días la lógica formal retoma una creciente importancia, generando un concepto de dialéctica que en la filosofía marxista ha quedado más oscurecido y menos usual.

El materialismo dialéctico intenta justificar teóricamente la concepción materialista de la historia. Su núcleo consiste en la absolutización de una "materia" que se mueve en el espacio y el tiempo, es decir, un devenir sin causas.

La gnoseología del materialismo dialéctico hace dos afirmaciones: la conciencia nace mediante el salto dialéctico de la materia menos organizada, y reproduce exactamente el ambiente que la rodea. Según Vladimiro Ilich Lenin (1870-1924), nuestras percepciones y, en sentido lato, también nuestros conceptos, son "reflejos" de un mundo exterior cuya realidad se da como evidente. Puesto que el ser, que se supone lleno de contradicciones, no es aprehensible por medio de la lógica y de su principio de contradicción, por una parte, y, por otra, ningún aserto con sentido puede renunciar a la lógica formal. El materialismo dialéctico intentó crear una nueva lógica "dialéctica" a fin de representar, en forma no contradictoria, el ser henchido de contradicciones.

Los bolcheviques reducen los conceptos de verdadero, bueno y bello no a la verdad objetiva, sino, a lo puramente pragmática, en forma puramente pragmática, a una ideología política arbitraria que la evolución real no confirma, y que la ex-"socialista" Unión Soviética demostró lo contrario. El materialismo dialéctico y el materialismo histórico son fundamentos teórica y prácticamente insostenibles por su inhumano sistema de opresión, según demuestran los cambios vivenciados.

La cuestión fundamental de la filosofía para Engels es la relación entre pensar y ser, o entre espíritu y naturaleza, y según se responda a esta cuestión de una o de otra manera, se dividen en dos grandes campos: Los que afirmaban la originalidad y prioridad del espíritu respecto a la naturaleza, formaban el campo idealista; los otros que consideraban la naturaleza como lo primario, constituían la escuela del materialismo.

Tal división anticientífica y dogmática la ratifica Vladimir Lenin (1870-1924) al afirmar: "los realistas y demás congéneres, incluidos los positivistas, o machistas, etc., forman todos una mísera papilla, el despreciable partido del término medio en filosofía, que confunden en toda cuestión las direcciones materialista e idealista. Las tentativas de salir de estas dos direcciones fundamentales en filosofía no son más que charlatanería conciliadora". (Materialismo y Empiriocriticismo, p. 355-56)

Para el materialismo dialéctico, la distinción entre la sensación consciente y un proceso fisiológico no es absoluta, sino sólo relativa; afirman que una materia organizada con especial delicadeza es capaz de conciencia; porque "la materia orgánica, dice Lenin, es un fenómeno posterior, fruto de un desarrollo muy prolongado. Por tanto, no había materia dotada de sensibilidad, no había complejos de sensaciones, ni Yo alguno, supuestamente unido de un modo indisoluble al medio, según la doctrina de Avenarius. La materia es lo primario; el pensamiento, la conciencia, la sensación son producto de un desarrollo muy alto. Tal es la teoría materialista del conocimiento, adoptada espontáneamente por las Ciencias Naturales". (o.c. p. 72)

Engels afirma que "la materia sin movimiento es tan impensable como el movimiento sin la materia. El movimiento es, por tanto, tan increable y tan indestructible como la materia misma... . El movimiento no puede, pues, crearse, sino sólo transformarse y transportarse". (Anti-dühring p. 47). Atribuye sensación también a las plantas al establecer que "la vida es el modo de existencia de los cuerpos albuminoideos, y ese modo de existencia consiste esencialmente en la constante autorrenovación de los elementos químicos de esos cuerpos". (o.c. p. 70). Todo ello fue superado por los avances de Schródinger.

Lenin sólo concede "conciencia" al hombre, en el entendido de que para él "la conciencia es el producto supremo de la materia organizada de un modo especial" (Materialismo... p.51).

Las citas presentadas, y otras tantas, claramente muestran contradicciones formales, al margen de las inexactitudes en las definiciones; pues las palabras "sensación" y "conciencia" no se emplean siempre en el sentido propio de la definición. Es más, el problema del pensar es planteado desde una perspectiva histórico genético y desde la perspectiva de su aparición en la conciencia del hombre. Para ellos tiene más importancia el primer problema que el segundo; pues sus defensores consideran como evidente la procedencia del hombre del reino animal.

El pensar está esencialmente vinculado al cerebro humano; así, la cuestión de la aparición de la conciencia humana, espiritual, casi coincide con la cuestión del origen del cerebro humano, del cerebro de los predecesores simiescos del hombre. Pero, lastimosamente, para ellos, Engeles dejó inconcluso su trabajo titulado: Participación del trabajo en la transformación del mono en hombre.

Según ellos, el trabajo social y el lenguaje dieron el impulso más esencial y bajo el cual "el cerebro del mono se transformó poco a poco en el cerebro de un hombre, a pesar de todos sus parecidos, mucho mayor y más perfecto". (citado por Josef De Vries en Teoría del Conocimiento del Materialismo Dialéctico, p. 32). Pero sólo son palabras sin pruebas.

Engels afirma que "los animales son los pensadores más propios y peculiares, pues que su conocimiento no está jamás turbado por la imperiosa mezcla del lenguaje" (Anti-dühring, p. 73) "¿De dónde recibe el pensamiento esos principios?, se pregunta Engels, ¿De sí mismo? No... Los esquemas lógicos no pueden referirse sino a formas de pensamiento; pero aquí no se trata sino de las formas del ser, del mundo externo, y el pensamiento no puede jamás obtener e inferir esas formas de sí mismo, sino sólo del mundo externo... los principios no son el punto de partida de la investigación, sino su resultado final, y no se aplican a la naturaleza y a la historia humana, sino que se abstraen de ellas; no es la naturaleza ni el reino del hombre los que rigen según los principios, sino que éstos son correctos en la medida en que concuerdan con la naturaleza y con la historia". (o.c. p. 21-22). Aquí Engels cae en flagrante contradicción.

No podemos olvidar aquel pasaje en el cual Lenin pretende concluir indicando que "surgen tres importantes conclusiones gnoseológicas:

1) Existen cosas independientemente de nuestra conciencia, independientemente de nuestra sensación, fuera de nosotros, (...)

2) No existe, ni puede existir absolutamente, ninguna diferencia de principio entre el fenómeno y la cosa en sí. Existe simplemente diferencia entre lo que es conocido y lo que aún no es conocido.

3) En la teoría del conocimiento, como en todos los otros dominios de la ciencia, hay que razonar con dialéctica, o sea, no suponer jamás que nuestro conocimiento es acabado e inmutable, sino indagar de qué manera el conocimiento nace de la ignorancia, de qué manera el conocimiento incompleto e inexacto llega a ser más completo y más exacto". (Materialismo... p. 102)

Ante la pregunta, ¿puede el marxismo, de inspiración histórica, sociológica y económica, reivindicar también una filosofía? Era normal que se manifestara una diversidad de opiniones sobre este punto, habiendo variado incluso la del propio Marx, particularmente en los problemas del conocimiento.

"El problema supremo de toda la filosofía", afirma Lenin, "el gran problema cardinal de toda la filosofía, especialmente de la moderna" - dice Engels - es "el problema de la relación entre el pensar y el ser, entre el espíritu y la naturaleza"... ¿Qué relación guardan nuestros pensamientos acerca del mundo que nos rodea con este mismo mundo? ¿Es nuestro pensamiento capaz de conocer el mundo real; podemos nosotros, en nuestras ideas y conceptos acerca del mundo real, formarnos una imagen exacta de la realidad?".

El materialismo dialéctico no pudo ni podrá absolver tales planteamientos.

4.4. LA FENOMENOLOGÍA Y ALGUNAS PRECISIONES

La fenomenología fue concebida por Edmund Husserl (1859-1938) a principios del siglo XX en Alemania; es una protesta contra el kantismo y la psicología de la escuela de Warzbourg imperantes en su país y época. Pero es original en su hostilidad al idealismo y su oposición al empirismo científico e industrial; pues estas tendencias se mostraban infieles a las cosas. Su reflexión sobre la naturaleza de la cienticidad: ¿cómo puede haber un "verdadero" aprehendido por una subjetividad?, lo lleva a encontrar la evidencia de la subjetividad en la intención.

La fenomenología pretende ser un método de retorno a las cosas, en unas descripciones independientes de toda conceptualización; considera que los materiales recogidos en la observación empírica son construidos en vez de ser simplemente vividos. El término fenomenología procede del griego j a i n o (manifestar, aparecer); por lo que el programa del fenomenólogo es: ¡Hay que llegar a las cosas mismas!. Se trata de una "eidética" o "ciencia de las ciencias", que se basa ante todo en la intuición.

¿Cómo se sitúa el individuo en relación a este objeto vivido? Él será la conciencia intencional, "el rayo que aclara la cosa", escribe P. Picón en Panorama des idées Contemporaines, (1957), pues "toda conciencia lo es de alguna cosa", toda conciencia se dirige a un objeto que no es ella, que podría ser contenido en ella, por tanto, que es trascendente.

Frente a la trascendencia del objeto, el sujeto es consciente del acto por el que al mismo da un significado. Esta toma de conciencia realizada en el centro de la operación de reducción, es la calidad distintiva de lo que Husserl llama "el ego trascendental", lo que ha permitido calificar esta filosofía de idealismo trascendental.

"Yo como psique de un cuerpo propio, dice Husserl, soy referido a una cosa existente, a mi cuerpo propio, con él 'enlazado' existiendo localizado en el espacio, miembro de un mundo, del mundo objetivo. Pero este mundo objetivo total es 'fenómeno' en la subjetividad pura, en la mía y en la de los Otros. Todo esto es difícil y asombroso y sin embargo, comprensible" (citado por Julia V. Iribarne en La intersubjetividad en Husserl, 1988).

La evolución de las ideas de Husserl se explica por su insatisfacción y vacilaciones; lo cual le permitió ejercer profunda influencia (fenomenología del lenguaje, de la voluntad, de la imaginación, del arte), sobre Merleau-Ponty (1908-1961), que fue su verdadero continuador (en Francia), y sobre A. Schütz (en los Estados Unidos). La fenomenología ha dado lugar al surgir de diversas teorías existencialistas que censuran la idea de superioridad de lo vivido, de lo subjetivo, sobre las construcciones conceptuales.

Pero debe precisarse que (abandonados por la lógica de Aristóteles) los problemas de relación entre el sujeto y el objeto, de lo que es introducido por el uno o pertenece al otro, en definitiva, de las estructuras o formas del objeto en relación con las actividades del sujeto, constituyen uno de los grandes capítulos de la filosofía.

En un principio, se confundían la filosofía y la ciencia. El conocimiento, la reflexión sobre el progreso científico en general o sobre el de cada una de las ciencias, se derivaban de la esfera filosófica. La separación del campo científico debía provocar un desdoblamiento del significado de los términos que conduce actualmente a una confusión lamentable. La teoría del conocimiento, la filosofía de las ciencias y la epistemología, utilizadas con frecuencia la una por la otra, justifican la conveniencia de delimitar sus esferas respectivas.

La teoría del conocimiento o gnoseología trata de los problemas del conocimiento y de las relaciones entre el sujeto y el objeto. La filosofía de las ciencias abarca una reflexión general sobre el conjunto y desarrollo de las ciencias. Y a partir del momento en que ya no son filósofos quienes se interesan por las ciencias sino los sabios, éstos, al interrogarse sobre su propio progreso científico, suscitan problemas filosóficos y se adueñan del vocabulario filosófico. Inevitablemente lLa filosofía inevitablemente reflejará el punto de vista distinto de los utilizadores y se modificará. El término epistemología nos ofrece un ejemplo patente de esta evolución.

La epistemología, en su origen, se distinguía de la expresión vaga de la filosofía de las ciencias por precisión. Según André Lalande (1867-1963), designa, más que nociones generales de evolución, la epistemología designa el estudio crítico de los principios, hipótesis y resultados de las diversas ciencias, y está destinada a determinar su origen lógico, su valor y su alcance objetivo. En sentido estricto, lLa epistemología, en sentido estricto, es un estudio crítico hecho a posteriori y centrado en la validez de las ciencias consideradas como realidades que se observan, describen y analizan. En la práctica, estos matices se han desdibujado, pues la epistemología y la filosofía de las ciencias son términos usados indistintamente en la actualidad.

Sin embargo, el término epistemología sigue utilizándose en sentido restringido cuando se trata del estudio, no ya de las ciencias en general, sino de una ciencia en particular.

Los franceses (en el sentido general, abstracto y filosófico del término y fieles a la etimología griega) distinguen la "gnoseología" o teoría del conocimiento, en el sentido general, abstracto y filosófico del término de, y la "epistemología" o filosofía de las ciencias; los ingleses e italianos confunden ambos términos aproximándose al sentido alemán más amplio de Erkenntis Theorie (teoría del conocimiento).

Hoy, puede admitirse que se emplea el término "epistemología" para designar tanto la teoría del conocimiento y como la "filosofía de las Ciencias". Pero ello no implica que justifiquemos la utilización del término por el contexto en que se usa, pues debamos ser conscientes de la zona fronteriza de las disciplinas. Solo nuestra preocupación por el rigor científico permitirá que las ciencias humanas sean catalogadas como ciencias, no la utilización abusiva del término "científico".

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